Entrevista al Dr. Valentín Fuster | 20 JUL 11

"Las personas que sufren un infarto son más propensas a la demencia".

Valentín Fuster promueve la educación en salud con cinco proyectos en distintos países.

CAROLINA GARCÍA | Santander 
 
Valentín Fuster es el presidente de la Asociación Mundial de Cardiología desde 2006 y, recientemente, ha sido elegido científico distinguido de la Asociación Americana del Corazón. Este científico catalán y con alma americana, entra inquieto a la entrevista. Acomodado en un sillón de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (Santander) se define claramente como "un individuo de ciencia que es responsable con la sociedad". Descubridor de la "intensa relación que existe entre los problemas de corazón y la demencia", además promueve la salud como estilo de vida. En este momento se encuentra desarrollando cinco proyectos a nivel mundial donde pretende demostrar que la educación en salud desde la infancia es fundamental para que, en un futuro no muy lejano, mejore la calidad de vida del individuo, se acorten las enfermedades, y la sanidad -"en peligro actualmente"- sea sostenible.

PREGUNTA. Sus últimas investigaciones presentan una relación, hasta ahora desconocida, entre el corazón y el cerebro. ¿Qué relación existe entre ambos?

RESPUESTA. La enfermedad de alzhéimer y la enfermedad degenerativa senil están muy unidas y es realmente difícil poder disociarlas desde el punto de vista técnico diagnóstico. Pero lo que es evidente, y que es reciente, es que hay un componente importante vascular, de falta de sangre, que interviene en la formación de las demencias, ya que parece que los vasos pequeños del centro cerebral que hasta ahora no se podían detectar por falta de tecnología juegan un papel fundamental. Y la principal razón es que los mismos factores que dan lugar al infarto de miocardio o un infarto cerebral, es decir, a patologías de las grandes arterias, son factores de riesgo que afectan también a los vasos minúsculos (existen millares de ellos) del cerebro, provocando que estos mueran y afecte de manera importante a la capacidad cognitiva del individuo. El deterioro no es inmediato sino lento, silencioso y a largo plazo.

P. ¿Cómo ha sido posible este hallazgo?

R. Sobre todo se ha producido gracias a las nuevas técnicas de imagen que, por primera vez, nos han permitido visualizar estos vasos. Teníamos la intuición de que pasaba algo pero no hemos podido verlo hasta ahora. También, casi a la par, estamos realizando estudios con población normal que nos están enseñando que los problemas cardiacos están afectando a la mente de la gente.

P. ¿Podríamos decir entonces que las personas que tengan un infarto son más propensas a padecer demencia?

R. Exactamente estoy diciendo eso. Y el problema es que nosotros, los científicos, hemos prestado más atención a los daños de las arterías grandes pero no nos habíamos dado cuenta de que las arterias pequeñitas eran las que se estaban afectando a escondidas, sigilosamente.

P. Como promotor de la salud, ¿cree que es fundamental una educación en prevención para solventar estos problemas?

R. Sí, claro, la prevención es fundamental, aunque es más complicado de lo que parece. Lo es por dos factores fundamentales: el primero es que hay que dejar de hablar de enfermedad para hablar de salud, porque económicamente esto es insostenible. Ha aumentado la esperanza de vida, lo que ha conllevado a un gasto en sanidad que ha ido en aumento los últimos años. Un segundo punto también importante es que la población en general no se considera vulnerable. La gente conoce las cosas que son malas como el tabaco, la obesidad u otros riesgos, pero la gente dice: "¿Y qué, si no me va a ocurrir a mí?"

P. ¿Y eso no es así?

R: Gracias a las técnicas de imagen nos hemos percatado de que efectivamente te va a ocurrir a ti, pero más tarde. Si una persona posee dos factores de riesgo, tiene un 25% de posibilidades de sufrir un infarto. Si quiere vivir 30 años más, su posibilidad es del 75%, por lo que la calidad de la salud es fundamental. A largo plazo, olvídate, si no haces nada, te va a ocurrir. Y yo no solo el infarto, sino que además va a afectar tu mente. Por lo que esta especie de negativismo de que "no me va a ocurrir a mí" es una epidemia en el mundo actual.

 

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