Entrevista con el físico más célebre | 10 MAY 11

El cosmos, la vida y el sexo, según Hawking

Afirma que la peor discapacidad no es la física, sino la del espíritu.

Claudia Dreifus / The New York Times

TEMPE, Estados Unidos.- Como Einstein, es tan famoso por su historia como por su trabajo científico.

A los 21 años, el físico británico Stephen Hawking supo que sufría de esclerosis lateral amiotrófica (ELA) o enfermedad de Lou Gehrig. Aunque es una dolencia frecuentemente fatal dentro de los cinco años que siguen al diagnóstico, sobrevivió y floreció, produciendo parte de las investigaciones cosmológicas más importantes de su tiempo.

Hawking vino a Tempe en respuesta a una invitación de un amigo, el cosmólogo Lawrence Krauss, para participar en un festival de ciencia auspiciado por el Proyecto Orígenes de la Universidad del Estado de Arizona. Su conferencia, "Mi breve historia", no fue sólo sobre quarks y agujeros negros. En un momento, habló sobre la felicidad especial del descubrimiento científico.

"La ciencia no es tan buena como el sexo -dijo, con su voz computarizada-, pero dura más." La audiencia rugió.

En los años sesenta, con sir Roger Penrose, Hawking utilizó la matemática para explicar las propiedades de los agujeros negros. En 1973, aplicó la teoría de la relatividad general a los principios de la mecánica cuántica. Y mostró que los agujeros negros no eran completamente negros, sino que podrían dejar escapar radiación y eventualmente explotar y desaparecer, un hallazgo que todavía reverbera entre los físicos y los cosmólogos.

En 1988, Hawking trató de explicar lo que sabía acerca de las fronteras del universo al público no entrenado en Una breve historia del tiempo: del Big Bang a los agujeros negros. El libro vendió más de 10 millones de copias y permaneció en las listas de best sellers durante más de dos años. Hoy, a los 69, es uno de los más longevos sobrevivientes de ELA y probablemente uno de los más inspiradores.

Casi totalmente paralizado, puede hablar sólo a través de un simulador de voz computarizado. Las palabras más comúnmente utilizadas se desplazan velozmente por una pantalla montada sobre su silla de ruedas. Con un músculo de su mejilla, él opera un sensor electrónico ubicado en sus anteojos para transmitir instrucciones a su computadora. De esta forma, lentamente puede construir oraciones; la máquina las transforma en la voz metálica de ultratumba que resulta familiar a su legión de fans.

Es un proceso cansador y muy lento. Pero es la forma en que se mantiene conectado con el mundo, dirige las investigaciones del Centro de Cosmología Teórica de la Universidad de Cambridge, escribe prolíficamente para especialistas y medios masivos, y da conferencias para atraer a audiencias de Francia a Fiji.

A la tarde siguiente de su presentación, Hawking compartió conmigo una infrecuente entrevista. O algo así. Le había mandado diez preguntas a su hija, Lucy Hawking, de 40 años, una semana antes del encuentro. De modo que, para no agotar a su padre, que se ha debilitado desde que padeció una enfermedad casi fatal hace dos años, ella se las leyó durante varios días.

En nuestra entrevista, el físico reprodujo las respuestas. Sólo un intercambio, el último, fue espontáneo. Sin embargo, a pesar de las limitaciones, fue Hawking quien quiso mantener la entrevista en persona, en lugar de a través del mail.

-Doctor Hawking, ¿cómo es un día típico para usted?

-Me levanto temprano y voy a mi oficina, donde trabajo con mis colegas y estudiantes. Utilizando el mail, puedo comunicarme con científicos de todo el mundo. Obviamente, por mi discapacidad, necesito asistencia. Pero siempre traté de superar mis limitaciones y llevar una vida tan plena como fuera posible. Viajé por el mundo, de la Antártida a la gravedad cero. Tal vez algún día vaya al espacio.

-Hablando de espacio: no hace mucho, su hija, Lucy, y Paul Davies, de la Universidad de Arizona, mandaron al espacio un mensaje de un niño de una escuela de Arizona a potenciales extraterrestres. Usted había dicho que no pensaba que fuera buena idea para los humanos que se contactaran con otras formas de vida. ¿Le sugirió a su hija que no lo hiciera?

-Yo había dicho que era mala idea contactarse con alienígenas porque ellos podrían estar tanto más avanzados comparados con nosotros que nuestra civilización podría no sobrevivir.

 

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