En Argentina la sufren 30% de la población

Fijan pautas para el tratamiento de la HTA

Es un enemigo tan silencioso como implacable. Y acecha a uno de cada tres argentinos.

Fuente: Clarin.com

Por Adriana Santagati

La hipertensión arterial es un problema sanitario y combatirlo resulta difícil: menos de la mitad de los pacientes está diagnosticado y para peor muchos no siguen bien el tratamiento. Por eso, la principal entidad médica del país dedicada a esta enfermedad acaba de fijar pautas para su diagnóstico y seguimiento, que serán presentadas esta semana en el 18º Congreso Argentino de Hipertensión Arterial, en Mar del Plata.

La Guía para el Diagnóstico, Estudio, Tratamiento y Seguimiento de la Hipertensión Arterial la elaboró durante dos años la Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial (SAHA).

Se basó en las guías de referencia de Estados Unidos y Europa, pero con una mirada local . Ya había una publicación previa de la Sociedad Argentina de Cardiología, pero ésta es la primera hecha por una sociedad médica dedicada exclusivamente a la hipertensión.

La guía está dirigida en especial a los médicos y fija pautas comunes para que todos puedan aplicarlas en sus pacientes . Es que la hipertensión es abordada por una amplia variedad de especialistas: clínicos, cardiólogos, nefrólogos, endocrinólogos, geriatras, diabetólogos, obstetras y hasta pediatras. Sin embargo, hay muchas recomendaciones que pueden seguir los propios pacientes.

La primera y fundamental es que todo el mundo debe saber qué presión tiene . Y esto incluye a los más chicos, ya que el 2% de los menores es hipertenso. “ Como mínimo, toda persona tiene que tomarse la presión una vez al año pasados los 40 años . La periodicidad se relaciona con la edad y otros factores, como si se es fumador o existen antecedentes familiares . En este caso, la sugerencia es dos o tres veces al año”, explica Roberto Ingaramo, coordinador general de la guía. A los pacientes que les diagnostican hipertensión, será el médico el que fije la frecuencia de control según la psicología del paciente, ya que muchos se “obsesionan” con sus valores, pero lo recomendable es dos veces por semana .

Tomarse la presión, aclara Ingaramo, es un procedimiento que tiene sus secretos y no puede hacer cualquiera.

La guía desaconseja controlarse en la farmacia : “No es recomendable porque no es una toma estandarizada. Sí puede servir para dar una idea, pero ante un valor anormal hay que ratificarlo con el médico o en un centro asistencial, donde se supone que utilizan aparatos calibrados y validados”. La toma también puede hacerse en casa con un tensiómetro braquial automático, que tiene un costo de entre 150 y 500 pesos según el modelo. “No se recomiendan los de muñeca. No son confiables por cuestiones técnicas y por la diferencia de la distancia entre la arteria periférica y la central”, advierte.

El paciente tiene que estar sentado, con la espalda apoyada en la silla y los pies en el suelo, sin cruzar las piernas, y el brazo debe estar a la altura del corazón . Además, hay que tener un reposo mínimo de cinco minutos previo a la toma . Debe tomarse por la mañana o a la tarde y nunca después de comer, porque esa “modorra” post almuerzo indica justamente un descenso de la presión.

En cuanto a los valores que marcan el alerta, si la presión se tomó en casa no debe sobrepasar los 134-84 y si la toma se hizo en un consultorio, 139-89 (se calculan valores ligeramente superiores por la llamada “hipertensión de consultorio”, por la que a algunos pacientes les sube el indicador por la tensión del control).

Una sola toma con un valor elevado, no obstante, no indica que el paciente sea hipertenso y deben hacerse estudios complementarios como la estimación del filtrado glomerular, que permite establecer si hay problemas en el funcionamiento de los riñones, y la microalbuminuria, otro indicador de daño renal y riesgo cardiovascular. “No se detecta en los análisis de orina rutinarios, pero saberlo permite al médico aplicar tratamientos más específicos que ayudarán al paciente a reducir su riesgo de infarto o de ACV , y el riesgo renal”, explica José Alfie, secretario de la SAHA y médico del Hospital Italiano.

Mantener al paciente en su tratamiento –la llamada “adherencia” – resulta clave. Según un estudio de la SAHA, a los seis meses el 52% lo modifica o abandona. “Tiene que ver con problemas económicos, desconocimiento, negación de la enfermedad y también con una responsabilidad de los médicos de no informar bien sobre la patología y sus consecuencias”, afirma Ingaramo. Y las consecuencias son graves: la hipertensión es el principal factor de riesgo para la enfermedad cardiovascular y causa la mitad de los accidentes cerebrovasculares . “Es un síntoma de que la pared arterial no está funcionando bien. Tratar la presión no significa tratar un número, sino un órgano”, agrega Ingaramo. Para cuidar ese órgano, la guía también aporta pautas que cualquiera puede seguir : mantener un bajo peso, hacer actividad física (se recomienda la aeróbica, previo chequeo coronario), tomar alcohol moderadamente y reducir la sal: preferir las de potasio y, si se eligen las bajas en sodio, que la reducción sea de al menos el 30%.


La adherencia antes que el grito
Por Pablo Sigal

El “grito” llega en algún momento, a veces tarde. Depende del cuerpo. Esta enfermedad con nombre de villano no tiene un superhéroe que le haga frente, que detenga a tiempo el daño que es capaz de provocar. Contra la hipertensión, entonces, sólo hay médicos y pacientes. Es de ellos la responsabilidad de rastrear sus huellas y llegar hasta el escondite donde anida en silencio, tramando futuros males. La flamante guía será un arma clave para poner al villano a disposición de la medicina y lograr que las víctimas se “adhieran” a un tratamiento con rigor de colesterol, cuando lo hace en las paredes de las arterias.


Quieren sacar los saleros de las mesas de los restoranes y bares
La idea es desalentar el consumo de sal y darla sólo por expreso pedido del cliente.

Los saleros y los sobrecitos para rociar las papas fritas podrían desaparecer de las mesas de los restoranes bonaerenses. Un proyecto de ley presentado en la Legislatura bonaerense plantea restringir la oferta de ese condimento en todos los locales de expendio de comida para promover el “uso responsable” del producto que da gusto a los alimentos.

Según el autor de la iniciativa, el diputado Aldo Mensi (UCR), los bonaerenses consumen entre 12 y 13 gramos por día. Es un dato que excede las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud.

Por eso, propone “prohibir el ofrecimiento por parte de los propietarios, excepto expreso pedido de los comensales”.

El legislador pretende que el chef administre la utilización del cloruro de sodio. “En principio no tendría problemas en eliminar los saleros de las mesas”, dijo a Clarín el dueño de un local gastronómico platense.

La iniciativa contempla que los comercios informen a los clientes sobre los riesgos sanitarios de utilizar en exceso este aditivo para los alimentos. Y prevé multas de hasta dos sueldos de un empleado o clausuras de 30 días como mínimo para los infractores.

¿Cuáles son los fundamentos de la propuesta? “Los organismos sanitarios recomiendan un máximo de 5 gramos por día y en nuestra provincia ese registro se supera ampliamente”, explicó Mensi.

El diputado también pretende que los panaderos reduzcan los niveles de sal en los panificados porque son alimentos básicos, que llegan a todos los estratos sociales.

La medida alcanzaría también a bares, pizzerías y rotiserías. “Es la manera más efectiva de lograr una reducción en el consumo”, considera el representante legislativo.

“Este proyecto pretende ser un disparador. Casi el 50 por ciento de la población tiene problemas de hipertensión y la mitad de ellos no realiza controles o tratamientos. Creemos que también debe haber campañas de concientización desde las escuelas”, aseguró Mensi.