Entrevista a Ivo Gut | 12 ABR 11

"Cientos de investigaciones han apostado por genes equivocados"

Cada jornada de trabajo cuesta 5.000 euros.

MÓNICA L. FERRADO  -  Barcelona 
 
El Centro Nacional de Análisis Genómico (CNAG) abrió sus puertas en el Parque Científico de Barcelona hace apenas un año. Cuenta con una capacidad de secuenciación única en España, entre las más potentes de Europa. Su director, Ivo Gut (Basilea, Suiza, 1960), ha sido responsable tecnológico de uno de los principales centros europeos, el Centro Nacional de Genotipado de Francia.

Pese al gran alarde tecnológico que supone el centro (30 secuenciadores de segunda generación trabajan sin parar), cuando Gut lo enseña lo primero que muestra no son máquinas, sino personas. En la última planta se encuentran los bioinformáticos, la mitad de su plantilla. Trabajan en la penumbra, bajo un silencio de biblioteca y en habitaciones separadas. "Necesitan máxima concentración", afirma Gut en voz baja. Interpretan las secuencias genéticas que han conseguido las máquinas. Buscan patrones comunes entre los diferentes genomas. Es decir, los genes básicos y fundamentales para cada una de las cosas que están investigando. "Lo difícil es dar con las mutaciones comunes en todas las muestras que analizamos. En realidad, todos somos mutantes, llevamos muchas mutaciones pero la biología es muy sabia y sabe cómo sortearlas. La vida es tolerante, no es tan determinista. Por eso, para desvelar las claves genéticas no solo hay que manejar bien los datos, sino tratar de interpretarlos bien", explica Gut.

Justo en la planta de abajo, se encuentra un gran depósito refrigerado, en el que se almacenan cientos de muestras de sangre de enfermos y de ancianos centenarios. Su objetivo es desvelar los genes de la longevidad. En otra habitación se encuentran "ellas": las 30 grandes máquinas, el corazón del centro. Cada día completan cinco genomas. En una sala cercana están "ellos", los supercomputadores que guardan todos los datos: 850 núcleos de cálculo con una potencia de 1.2 petabytes de almacenamiento.

Pregunta. Cuando hace 10 años se presentó el mapa del genoma humano se lamentó mucho la poca participación europea. ¿Estamos ahora al nivel?

Respuesta. Lo que ocurre es que los europeos no nos vendemos tan bien. Antes de que se presentase el mapa del genoma, los europeos secuenciamos el cromosoma 21, que era muy importante. Actualmente, la inversión de los americanos es unas tres veces superior a la nuestra, pero no creo que eso sea una gran diferencia. En Europa tenemos muy buenos cerebros, grandes universidades. En China sí que se están llevando grandes inversiones que les sitúan con un poder de secuenciación hasta 10 veces superior al nuestro.

P. ¿Qué nos falta por extraer de lo que se sabe del genoma?

R. Conseguir el primer mapa del genoma humano fue un gran acontecimiento, pero se presentó de manera que parecía que era el final de algo, cuando en realidad solo era el principio. De momento, sabemos mucho sobre enfermedades monogénicas y bastante sobre las multigénicas. Pero en enfermedades como el cáncer seguramente necesitaremos 10 años más, y solo lo conseguiremos con computadoras y una buena interpretación de los datos.

 

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