Degeneración macular asociada con edad | 16 MAY 11

Desgarro del epitelio pigmentario después de inyección intravítreo de ranibizumab

El desgarro del epitelio pigmentario retiniano (EPR) es una complicación muy rara, en pacientes con membrana neovascular clásica, sin desprendimiento. Evaluación de su incidencia y resultados funcionales en pacientes tratados con ranibizumab intravítreo.
Autor/a: Dres. Lazaros Konstantinidis, Aude Ambresin, Leonidas Zografos e Irmela Mantel Acta Ophthalmol. 2010: 88: 736–741

El desgarro del epitelio pigmentario es una conocida complicación de la DMAE exudativa. Pueden producirse espontáneamente o después de diversos tratamientos como láser térmico, terapia fotodinámica (TFD) con verteporfin, inyección intravítreo de triamcinolona acetonido e inyección intravítreo de agente anti-factor de crecimiento endotelial vascular (FCEV) cono pegaptanib, bevacizumab y ranibizumab.

Sin embargo, pocos estudios de casos describen la presencia de desgarros del EPR asociados con NVC clásica provocada por DMAE, sin desprendimiento del epitelio pigmentario después de los tratamientos mencionados. En el presente estudio se evalúa la incidencia y resultados funcionales de desgarros de EPR después de inyección intravítreo de ranibizumab para el tratamiento de NVC clásica causada por DMAE.  Estudios multicéntricos, aleatorizados, doble ciego han mostrado mejores resultados en el tratamiento de DMAE exudativa con ranibizumab que con TFD, por lo que se ha convertido en el tratamiento más utilizado para la DMAE exudativa.

Pacientes y métodos:
Estudio observacional de 72 pacientes consecutivos, tratados en el Hospital de Ojos Universitario Jules Gonin, en Lausana, con inyección intravítreo de ranibizumab 0,5 mg para tratar NVC clásica entre marzo 2006 y febrero 2008. Se comprobó la agudeza visual mejor corregida, se realizó examen de fondo de ojo y tomografía de coherencia óptica mensualmente y angiografía fluoresceínica en línea base y cada tres meses.

Paciente 1: Angiografía fluoresceínica y tomografía de coherencia óptica en línea base (A, B, C) y a los 6 meses del diagnóstico de desgarro del EPR (D, E, F). El tamaño del desgarro del EPR no aumentó durante estos 6  meses. Aunque el desgarro llegó muy cerca de la fóvea, la zona avascular foveal no estuvo en el EPR (cruz) lo que permitió una agudeza visual mejor corregida de 0,2 log MAR con tratamiento continuo de agente anti-factor de crecimiento endotelial vascular. La última angiografía antes del tratamiento (B) muestra actividad exudativa, que desaparece en la angiografía a los 6  meses del desgarro (E). Profundización en las señales de los coriocapilares despojados en la imagen de OCT señaladas con flechas (F).

Paciente 2: Angiografía fluoresceínica y tomografía de coherencia óptica en línea base (A, B, C) y en el seguimiento final a los 6 meses del desgarro del EPR (D, E, F). El tamaño del desgarro se mantuvo estable y la fovea no entró dentro del área despojada del EPR (D, E) lo que permitió una agudeza visual mejor corregida de 0,1 log MAR con el tratamiento contínuo de agente de anti-factor de crecimiento endotelial vascular. La cruz muestra la ubicación de la fóvea y las flechas los límites del desgarro (D,E). La actividad exudativa fue poca aún antes del tratamiento (B), y no se observa en la última angiografía (E). La TCO muestra el área despojada del EPR (coriocapilares hiperreflectivos entre flechas con señal de profundización).

Paciente 3: Angiografía fluoresceínica y tomografía de coherencia óptica en línea base (A, B, C) y a los 8 meses del diagnóstico de desgarro del EPR (D, E, F). La cruz indica la ubicación de la fóvea y las flechas los límites del desgarro (D,E). La agudeza visual mejor corregida mejoró con el tratamiento de agente anti-factor de crecimiento endotelial vascular, de 0,3 log MAR a 0,1 log MAR. La TCO no muestra límites definidos del desgarro.  Por superposición de la línea de TCO con el angiograma, el desgarro puede ubicarse bajo el área de fluido subretiniano (F). La última angiografía (B-E) muestra reducción de la actividad exudativa, que también es visible en la TCO (C-F).

El presente estudio muestra claramente que pueden desarrollarse desgarros del EPR en ojos con NVC clásica, aún sin DEP, después del tratamiento con anti-FCEV. A nuestro entender, se trata del primer informe sobre la incidencia de esta complicación asociada con inyecciones intravítreo de ranibizumab en ojos con NVC clásica sin DEP.  Es sorprendente que no se hayan informado casos de desgarro del EPR en el estudio ANCHOR, que incluyó 290 pacientes con NVC clásica tratados con ranibizumab (Brown et al. 2006).

 

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