Salud mental: informe de UNICEF | 14 MAR 11

Cerebro adolsecente en ebullición

Uno de cada cinco menores padece algún problema de salud mental, según el último informe de Unicef. Estos trastornos son el nuevo desafío sanitario del siglo XXI

PILAR QUIJADA

El último informe sobre la infancia no deja bien la salud mental de las próximas generaciones. Uno de cada cinco niños y adolescentes padecen algún trastorno o problema de conducta. Del 20% de chavales, solo la quinta parte están diagnosticados y entre el 4 y el 6% padecen un trastorno grave. Las cifras han ido en aumento en las dos últimas décadas en los países desarrollados. El alza se atribuye a la ruptura de las estructuras familiares, desempleo entre los jóvenes y las poco realistas aspiraciones educativas y profesionales para los hijos.

Los expertos coinciden en que los trastornos mentales de los menores son el gran desafío sanitario del siglo XXI, como las enfermedades pediátricas lo fueron durante buena parte del XX. Alrededor de la mitad comienzan antes de los 14 años y el 70 por ciento han debutado ya a los 24. En España no se han realizado estudios de epidemiolgcos de las patologías mentales infantojuveniles, como ha denunciado la Asociación Española de Neuropsiquiatría en el «Informe sobre la salud mental de los niños y adolescentes» . Se admite de forma global una prevalencia entre el 10%-20%. En este mismo informe se pone de manifiesto la carencia de especialistas en salud mental infantojuvenil en el sistema sanitario español. La directora de UNICEF en España, Paloma Escudero, señaló durante la presentación del informe que el comité que evalúa el cumplimiento de la Convención de los Derechos del Niño en nuestro país ha recomendado el desarrollo de la especialidad de psiquiatría infantil.

Desde el nacimiento

Y es que la lista de trastornos mentales que afectan a los más pequeños es larga y comienza desde el momento del nacimiento, siendo de los primeros en manifestarse los del vínculo afectivo y los del espectro autista. Aunque sin duda los que tienen una mayor prevalencia son los de conducta, que ya se ponen de manifiesto desde los dos años, alcanzado un máximo en la adolescencia. Para Inmaculada Escamilla, psiquiatra infantojuvenil de la Universidad de Navarra en Madrid, los trastornos de conducta son solo la punta del iceberg y detrás se suele esconder otros problemas, como un cuadro de ansiedad, depresión, trastorno por déficit de atención o, con menos frecuencia, un trastorno bipolar. Una dificultad añadida en el diagnóstico es que los síntomas en esta etapa se manifiestan de forma diferente a los adultos, por lo que pasan desapercibidos a los profesionales no especializados. María Sixta Siles, psicóloga clínica infantojuvenil del centro Beck Psicología, explica que los trastornos de conducta «son un cajón de sastre que puede incluir bastante problemas. Sobre todo en adolescentes suelen ir asociados a problemas emocionales, apreciándose rasgos depresivos o incluso una depresión mayor».

 

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