Higiene e inmunidad | 19 FEB 11

Es mejor ser más sucios

La obsesión por tener un estilo de vida casi antiséptico provoca que el sistema inmunológico se vuelva ocioso; hoy se vive un incremento grande de alergias que hace un siglo no existían y afectan a un tercio de los adultos y a casi la mitad de los niños

Una epidemia se está extendiendo por el mundo occidental. Los síntomas varían: estornudos, hinchazón de los ojos, problemas para respirar y erupciones cutáneas. La enfermedad con frecuencia causa debilitamiento y puede llegar a ser fatal. Pero las causas parecen ser elementos inofensivos como el polen y el maní.

No se trata de un escenario ficticio. Está pasando aquí y ahora. El incremento inexorable de las alergias es real y se están convirtiendo en una amenaza seria para la salud de las futuras generaciones. Hace un siglo esos problemas no existían. Ahora, en algunas partes del mundo, las alergias afectan a un tercio de los adultos y a casi la mitad de los niños.

De acuerdo con estudios científicos, las alergias se están volviendo cada vez más severas. Si su propagación continúa a este ritmo, podría convertirse en uno de los principales desafíos médicos del próximo siglo.

La pregunta clave es: ¿por qué se están alterando tanto nuestros cuerpos? La culpa, se sospecha desde hace varios años, parece ser de la obsesión por la higiene.

Obsesionados. Expertos en inmunología revelan que precisamente el cada vez más reducido contacto con bacterias y parásitos está afectando la capacidad del sistema inmunológico de autorregularse.

Las respuestas inmunes que se desarrollaron ante la presencia de ciertos microbios se han desquiciado por su ausencia. Como resultado, las defensas del cuerpo se han vuelto peligrosamente hipersensibles a elementos como el polvo, las mascotas y la comida.

Y no se trata sólo de alergias. "La misma disfunción es también responsable de otras enfermedades relacionadas con el sistema inmunológico, incluyendo tres formas de diabetes tipo 1, enfermedades inflamatorias del intestino y la esclerosis múltiple", señala Guy Delespesse, director del laboratorio para la investigación de las alergias de la Universidad de Montreal. "Eso es un gran problema", indica el experto.

¿Demasiado limpios? La incidencia de esas enfermedades ha aumentado exponencialmente. En 1980, sólo 10% de la población occidental sufría de alergias. Hoy, la proporción supera 30% y, de acuerdo con predicciones de la Red Global de Alergía y Asma (Global Allergy and Asthma Network), en 2015, la mitad de la población mundial padecerá de alergias.

Un grupo de expertos señaló recientemente al periódico The Times que estamos "en medio de una epidemia de alergia". Pero, ¿a quién hay que culpar?

Las alergias tienen un fuerte componente hereditario, pero su rápido aumento y su peculiar propagación sugieren que hay factores ambientales que están interviniendo. Mientras que en los países en vías de desarrollo las alergias son poco comunes, en Occidente son más frecuentes.

En las naciones ricas, las alergias son mucho más comunes en ciudades que en áreas rurales. "Toda la evidencia epidemiológica señala que la rápida modificación del ambiente en los países industrializados tiene una cuota de responsabilidad en el dramático incremento de las alergias", afirma Delespesse. Pero, la pregunta es ¿cómo?

Sistemas inactivos. Se han dado muchas explicaciones, desde una creciente exposición a elementos desencadenantes de alergias que se pueden encontrar en las alfombras de las casas y en las ciudades contaminadas hasta cambios en la alimentación, la obesidad y variaciones en los patrones de lactancia. La teoría a la que ha ganado mayor credibilidad es a la "hipótesis de la higiene", que data de 1989.

Tras observar que las alergias eran menos frecuentes entre las personas que tuvieron enfermedades graves durante su infancia, el epidemiólogo David Strachan, del Hospital Universitario San Jorge (St George's Hospital Medical School) de Londres, argumentó que los sistemas inmunológicos modernos no están preparados debido a la reducción de infecciones graves en la infancia.

El fundamento teórico es que si una persona no sufrió de infecciones serias durante la infancia, carece de suficientes células Th1, un tipo de células del sistema inmunológico que atacan las infecciones, es decir, que protegen al organismo.

La escasez de esas células afecta el balance requerido en nuestro cuerpo y provoca que se reproduzcan sin control otras células llamadas Th2. En otras palabras, gracias al estilo de vida antiséptico, el sistema inmunológico se vuelve ocioso, no madura apropiadamente y ataca moléculas extrañas inofensivas, creando toda clase de reacciones autodestructivas.

En 1995, el descubrimiento de las células regulatorias T -un tipo de células que se especializan en frenar las células que atacan las infecciones- revolucionó la forma en que entendemos las defensas del cuerpo.

"El sistema inmunológico se mantiene constantemente frenado por la células regulatorias T, que asumen el control (del sistema)", explica el doctor Graham Rook, profesor de Microbiología Médica del Colegio Universitario de Londres (University College).

"Lo que realmente está pasando con las alergias es que se trata de un problema de inmunoregulación", señala el experto.

 

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