Degeneración macular | 14 FEB 11

Carrera para frenar la pérdida de visión

Dos estudios publicados esta semana dan cuenta de la intensa investigación que se está llevando a cabo en este ámbito.

María Sánchez-Monge | Madrid

Una de las principales manifestaciones del envejecimiento de la población es que cada vez más personas sufren problemas oculares. Se calcula que en España puede haber en torno a un millón de afectados por Degeneración Macular Asociada a la Edad (DMAE), que constituye la primera causa de pérdida grave de visión por encima de los 50 años.

Quienes padecen esta patología en sus formas más avanzadas no se quedan totalmente ciegos, sino que, por ejemplo, caminan sin chocarse contra ningún objeto. Sin embargo, no pueden distinguir una cara conocida, leer un libro, conducir, ver una película... Afortunadamente, en los últimos años se han producido avances significativos en el tratamiento de esta patología que permiten que cada vez más pacientes conserven una vista aceptable.

Dos estudios publicados esta semana dan cuenta de la intensa investigación que se está llevando a cabo en este ámbito. El primero de ellos, recogido en la revista 'Nature', ha servido para constatar el papel clave de una proteína, denominada DICER1, en el desarrollo de una de las variantes de DMAE. El otro trabajo, difundido por 'Science Translational Medicine', arroja luz sobre el efecto protector de los ácidos grasos omega-3 (presentes en el pescado azul y otros alimentos) en distintas enfermedades de la retina.

Esta patología afecta a la mácula, que es la parte de la retina responsable de la visión central directa. Existen dos tipos principales de DMAE: seca y húmeda. La primera se produce por la muerte de las células de la mácula. En palabras de Jordi Monés, investigador y director del Instituto de la Mácula y de la Retina del Centro Médico Teknon (Barcelona), "el tejido normal se va apagando poco a poco". Es más frecuente y progresa de forma relativamente lenta. Por eso, algunos expertos la califican como benévola.

Para el doctor Monés, esta percepción es engañosa: "Parece que los pacientes ven bien porque durante un tiempo son capaces de apreciar detalles concretos". Pueden identificar letras sueltas, pero su visión se reduce a un agujerito que les impide, por ejemplo, la visión amplia que requiere leer la página de un libro. Esta forma de la enfermedad es progresiva y, según el oftalmólogo, a veces avanza considerablemente en sólo un lustro. Pero lo más destacable es que carece, de momento, de tratamiento eficaz. "Éste es ahora nuestro gran reto", afirma Monés.

 

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