Por Marcelo Bellucci
A diferencia de otros conciertos de Joan Manuel Serrat en donde se produce un silencio casi religioso entre un tema y el siguiente, en esta oportunidad, las toses y balbuceos de los chicos se juntaban con la llegada de algunos pacientes que eran acomodados en los pasillos laterales de la sala junto a un respirador artificial. Ayer, ante un auditorio colmado de padres, chicos y personal clínico, el cantautor catalán ofreció un recital en el aula magna del Hospital de Pediatría Juan Garrahan.
En plan acústico, Serrat realizó desde las 13.30 un recorrido por los hits históricos que volvieron fans a varias generaciones de argentinos. En total fueron siete las canciones que hizo en esta segunda visita al hospital. La primera había sido en 2007.
Con la guitarra en la mano y acompañado en el teclado por el maestro Ricard Miralles, su compañero musical desde hace varias décadas, Serrat agradeció a los concurrentes y sin esperar respuesta soltó Cantares . Luego, siempre sonriente, contó que por estos días está presentando su disco homenaje al poeta Miguel Hernández. De aquella placa hizo La palmera levantina . En la platea, donde unas 400 personas colmaban el lugar, algunos nenes en silla de ruedas filmaban el recital que el músico les estaba brindando.
Al sonar los primeros acordes de Esos locos bajitos muchos se pusieron de pie mientras la conocida melodía les sacaba una sonrisa a las familias reunidas. Al terminar, se quedó un rato ajustando su guitarra y reflexionó: “El calor humano tiene grandes ventajas y algunos inconvenientes: desafina las cuerdas de la guitarra. Pero ese tiene poca importancia”.
A continuación hizo Mediterráneo y volvió a hablar: “Aprovecho el inciso para agradecer a todos aquellos que trabajaron un domingo para que se pueda dar este recital”. Mientras una enfermera se abría paso hacia la salida con un muchachito en brazos, otra saludaba a una nena con la cabeza vendada, que miraba con sobresalto como se llevaban a su amigo.
Después llegaron Aquellas pequeñas cosas y Hoy puede ser un gran día , donde el público coreó y aplaudió cada unas de las estrofas. Dando a entender que todo había terminado, saludó a los médicos de la primera fila, estrechó varios pares de manos, besó a los nenes que lo miraban con dulzura, posó para las fotos y cuando parecía que la música ya se había acabado, se calzó la guitarra al hombro y cerró el recital con Penélope .
Beatriz Resnik, directora de Relaciones Institucionales de la Fundación Garrahan, señaló con emoción: “Estamos agradecidos por la generosidad de Serrat”. También, leyó la carta que Ana Paunero, la fallecida jefa de prensa de la institución, le envió al cantante para invitarlo a tocar en 2007: “Nos gustaría que te hicieras un lugarcito en tu voz para que puedas cantar para los chicos”. Los locos bajitos con diversas afecciones, agradecidos.