Publicado en 'Nature' | 03 DIC 10

A menos biodiversidad, más enfermedades infecciosas

Las especies que transmiten los patógenos suelen ser las que más sobreviven. Las que controlan las plagas, por el contrario, sucumben antes a los cambios.

Ángel Díaz | Madrid

La pérdida de biodiversidad, uno de los mayores problemas ecológicos del momento, puede tener un efecto negativo con el que hasta ahora no se había contado. Esa menor presencia de especies en un ecosistema parece estar asociada a una mayor extensión de enfermedades infecciosas, según una revisión de la literatura científica al respecto que acaba de publicar la revista 'Nature'.

Hay varios mecanismos por los que una mayor o menor biodiversidad pueden provocar un impacto en la propagación de microorganismos. En principio, lo único que está claro es que el efecto de la pérdida de especies altera el ecosistema en que éstas viven, de forma que la transmisión de patógenos entre ellas también se ve afectada.

En teoría, esta variación podría traducirse en un aumento o bien en una reducción de los contagios. Pero, por un motivo u otro, la desaparición de animales y plantas suele ir acompañada de una mayor incidencia de infecciones, según han revelado Felicia Kessing, del Bard College en Annadale (Nueva York) y sus colegas.

Algunos ejemplos que relatan en su informe son el virus del Nilo, una infección transmitida por mosquitos que se ha extendido desde África hasta EEUU, o el síndrome pulmonar por hantavirus, una dolencia respiratoria que se contagia de ratones a humanos.

En ambos casos, la expansión de los patógenos ha estado vinculada a la pérdida de especies: una menor diversidad de aves, que transmiten el patógeno a los mosquitos, ha acompañado al aumento de contagios de Virus del Nilo; mientras que el mayor riesgo de contraer un hantavirus está relacionado con la desaparición de pequeños mamíferos.

Convertirse en huéspedes
Lo que ha ocurrido en estos y otros casos similares es que las especies desaparecidas eran menos susceptibles de convertirse en huéspedes de los agentes infecciosos. Por el contrario, las que sobreviven a la pérdida de biodiversidad parecen ser las que más eficazmente transportan y expanden enfermedades. El resultado es que aumenta la densidad de las especies portadoras, lo que incrementa, a su vez, la posibilidad de contagios.

"En varios de los casos estudiados, las especies más dadas a desaparecer de los ecosistemas por la pérdida de biodiversidad eran las más propicias a reducir la transmisión de patógenos", indican los investigadores. Para ilustrar el papel que juegan las distintas especies en la propagación de enfermedades, los investigadores citan otro ejemplo: en Virginia (EEUU), los ratones de pies blancos conviven con otras criaturas llamadas 'opossum' o zarigüeyas (marsupiales americanos). A ambos ataca la garrapata de patas negras, que contagia la enfermedad de Lyme con sus mordiscos.

 

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