Terapia hormonal | 29 NOV 10

El verdadero poder de la testosterona

En torno a un 30% de los hombres mayores de 50 años tiene disfunción sexual y de déficit de testosterona.

María Sánchez-Monge | Madrid

Hace algunos años se puso de moda el término andropausia. Pronto cayó en desuso porque, si bien es cierto que existe una afección que sería más o menos el equivalente masculino de la menopausia, no se da en todos los hombres. La denominación correcta es hipogonadismo de inicio tardío y se calcula que afecta a en torno un 30% de los varones mayores de 50 años. Se caracteriza por una disminución de los niveles normales de testosterona, junto con uno o más de los siguientes síntomas: baja libido, disfunción eréctil, falta de fuerza, reducción de la masa muscular, incremento de la grasa corporal, estado de ánimo decaído, menor vitalidad...

La solución es sencilla: se administra a los pacientes la sustancia que les falta. Es lo que se está haciendo en Estados Unidos y, en menor medida, en Europa. Pero, como parece que siempre hay alguien que se encarga de complicar lo aparentemente simple, esta terapia no está exenta de polémica.

De un lado, están quienes pretenden extender su uso a toda la población entrada en años; por otro, los que advierten sobre sus riesgos o dudan de su potencial terapéutico.

En medio de los dos extremos se encuentran los especialistas que, con las últimas evidencias científicas en la mano, creen que hay que sopesar cada caso concreto y seleccionar correctamente a los individuos que pueden obtener un mayor beneficio con el tratamiento.

Lo cierto es que los hombres con niveles normales de la hormona masculina no van a convertirse en máquinas sexuales gracias al consumo de testosterona. No hay ningún estudio que lo demuestre. En cuanto a los peligros que puede plantear esta terapia, los expertos tienen claro que son poco frecuentes y siempre controlables.

Escepticismo

Uno de los últimos estudios críticos con el reemplazo hormonal masculino se ha publicado en el 'British Journal of Urology International'. Sus autores revisaron los datos de un trabajo anterior en el que participaron más de 8.000 hombres estadounidenses de mediana edad o mayores y llegaron a la conclusión de que se ha sobrevalorado el papel de la testosterona. En comparación con otros indicadores (edad, síntomas urinarios, índice de masa corporal y diabetes), esta sustancia resultó ser el factor menos asociado a la función sexual.

 

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