En 2008 hubo más fallecidos por esta causa que por el tráfico. | 18 OCT 10

Los hombres se suicidan, las mujeres lo intentan

Las muertes voluntarias masculinas triplican las femeninas - La desproporción se atribuye a factores genéticos y biológicos -

PERE RÍOS 
 
En el mundo se suicidan cada día unas 2.700 personas y lo intentan otras 54.000. Al menos esas son las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), a partir de las cifras oficiales recogidas en los cinco continentes y que no incluyen África ni algunos países asiáticos. Lo que nadie discute es que el suicidio es la primera causa de muerte violenta y que esas cifras superan a la suma de las víctimas mortales de todas las guerras y los homicidios que se producen en el planeta. Se trata de un fenómeno que aumenta año tras año y ese motivo ha llevado a la OMS a estimar que en 2020 habrá aumentado un 50% el número de personas que se quitan la vida.

En el caso de España, los últimos datos oficiales revelan que en 2008 hubo 3.457 suicidios, una cifra que por primera vez supera a los fallecidos en accidente de tráfico (3.021). Eso significa una media de nueve suicidios diarios. Llama la atención que de ese total, el 77,4% fueron hombres (2.676), frente a 781 mujeres.

El Instituto Nacional de Estadística constata que esa proporción de tres a uno es idéntica en todas las provincias y comunidades, y muy similar a la de la Unión Europea y a la de la inmensa mayoría de los países del mundo. Otra cosa es la tasa de suicidios, que en España se sitúa en 7,58 por 100.000 habitantes, muy por debajo de la media europea. Entre los 10 países con mayor índice de suicidio en el planeta, cinco son miembros de la Unión Europea (Lituania, Hungría, Eslovenia, Bélgica y Finlandia).

¿Por qué se suicidan tanto los hombres? No es una pregunta de respuesta rápida. Los especialistas llevan años conviviendo con esa realidad, pero existen pocos estudios rigurosos para responderla. "Es verdad que los hombres se suicidan tres veces más que las mujeres, en España y en Europa, pero también se sabe que las mujeres intentan quitarse la vida tres veces más que los hombres porque viven con una presión tres veces superior", explica la psiquiatra Carmen Tejedor, una de las voces más autorizadas de España para hablar del espinoso y complejo tema del suicidio. En 2005, Tejedor fue la impulsora del primer plan de prevención del suicidio que se aplicó en España. Fue en el hospital Sant Pau de Barcelona y cinco años después ha logrado reducir las muertes en un 20%.

"La gran desproporción entre hombres y mujeres suicidas se debe a factores genéticos y biológicos. La testosterona les ha convertido históricamente en cazadores, les hace más impulsivos y más resolutivos", explica Tejedor. A eso se unen factores socioculturales e incluso morales. "El suicidio masculino está visto como una cuestión de honor, lo que no ocurre con las mujeres. Su muerte se acepta menos y se tiende a pensar que si se quita la vida es porque es una mala madre. El suicidio femenino supone el reconocimiento de que la tribu no la ha protegido", razona la psiquiatra. La excepción a esa norma de tres suicidios masculinos por uno femenino es China, donde las mujeres se suicidan el doble que los varones. Tejedor lo atribuye al rol social que tiene la mujer en aquel país.

"Los varones eligen un método mucho más mortífero y resolutivo", apunta Javier Jiménez, psicólogo clínico y presidente de la Asociación de Investigación, Prevención e Intervención del Suicidio. Los datos oficiales revelan que la mitad de los suicidas en España (1.723 de 3.457) emplearon el ahorcamiento o la estrangulación. De ellos 1.426 fueron hombres y 247 mujeres. El segundo método más empleado fue saltar al vacío desde un lugar elevado (705 casos) y con armas de fuego se quitaron la vida 194, de las que 186 fueron hombres.

"Que no se diga que ellas mueren menos porque solo quieren llamar la atención. No es verdad. Se quieren suicidar, pero no lo logran", dice el psicólogo Jiménez. Más contundente se muestra su colega. "Una persona no se juega la vida en el intento solo por notoriedad. Esa explicación del finalismo histérico para explicar el suicidio es no entender nada. Hablar de teatro en esos casos me parece, cuando menos, sádico, porque lo que es en realidad es una ruleta rusa", asegura Tejedor.

Esta psiquiatra ha tratado a centenares de personas con tendencias suicidas durante su carrera profesional y también ha asistido al entierro de muchos de ellos. "Son personas profundamente desgraciadas porque su único pensamiento esencial es la muerte. Las ganas que tienen de morirse son inversamente proporcionales a la felicidad que sienten". Por eso, añade, cuando esos pacientes acuden a su consulta y los encuentra animados, Tejedor constata que tienen muchas ganas de seguir viviendo.

Otra forma de suicidio en ambos sexos es el envenenamiento autointencionado por medicamentos o drogas (217 en el caso de los hombres y 137 en las mujeres). "Los fármacos son un gran avance para la humanidad, pero pueden resultar mortíferos mezclados con unos cubatas. Los venenos caseros están más al alcance de las mujeres", razona Tejedor.

"El suicidio es una pérdida inútil. Es el reconocimiento del fracaso de toda la sociedad, del sistema médico, laboral, del entorno familiar. Da mucha vergüenza hablar de él porque siempre queda la sensación de que se podía haber hecho algo más para evitarlo", explica Miquel Orós, un médico forense con 25 años de experiencia que durante más de una década formó parte de un grupo de facultativos del hospital de Bellvitge dedicado al estudio bioquímico de las patologías cerebrales. Ha tratado a centenares de pacientes y sostiene que la principal causa que lleva al suicidio es la depresión, la soledad y la falta de comunicación en la que están sumidas miles de personas.

"Suicidarse no es fácil. Para quitarse la vida hay que tener una gran capacidad de razonamiento", asegura Miquel Orós. La doctora Carmen Tejedor también transmite un respeto por esas personas, muy alejado del tópico social, que los considera cobardes. "Los suicidas son personas tremendamente desgraciadas y el suicido es la muerte más desoladora que existe, muchísimo más que un cáncer terminal", concluye.

 

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