1ra. Parte | 01 NOV 10

Influenza: Historia de una enfermedad

En los pasados 400 años, diversas epidemias de influenza han sido reportadas en muchos países.
Autor/a: Dra. Guadalupe Ayora Talavera, Adscrita al Laboratorio de Hemetología del Centro de Investigaciones Regionales "Dr. Hideyo Noguchi", Universidad Autónoma de Yucatán 

En los pasados 400 años, diversas epidemias de influenza han sido reportadas en muchos países. Las del siglo XVI en Inglaterra y la del siglo XVIII en Estados Unidos son reconocidas como influenza, aun con la ausencia del conocimiento preciso del agente causal. La pandemia de influenza de 1918 fue la más grande en la historia actual, pues provocó 20 millones de decesos en todo el mundo. En los tiempos modernos, desde 1957 y en 1968, las pandemias de influenza han matado a cerca de un millón de personas.

La relación entre el cambio antigénico y una epidemia es algo complejo, ya que involucra numerosos factores atribuibles al huésped y a los virus. Los cambios drift y giros shift antigénicos son los marcadores que mejor se pueden identificar con potencial pandémico.

Historia de la enfermedad

Tal parece que la altamente contagiosa enfermedad respiratoria aguda conocida ahora como influenza ha afectado a los humanos desde los tiempos antiguos. La súbita aparición de padecimientos respiratorios que persisten por pocas semanas e igualmente desaparecen, son características suficientes para reconocer un número de epidemias mayores en el pasado. Una de estas epidemias fue señalada por Hipócrates, el padre de la medicina, en el año 412 a.C. Muchos episodios similares también fueron descritos en la Edad Media.

El término influenza fue introducido en Italia al inicio del siglo XV para referirse a una epidemia que fue atribuida a la influencia de las estrellas. Dicha palabra fue adoptada por los ingleses en el siglo XVlll; durante el mismo periodo los franceses denominaron a la enfermedad grippe.

La descripción precisa de las principales características de la influenza se halló en una carta enviada desde Edimburgo por Lord Randolph a Lord Cecil, en noviembre de 1562: “inmediatamente que la Reina (María) llegó aquí, ella cayó con una nueva enfermedad que es común en este pueblo, llamado aquí la acquayntance, la cual pasó a toda su corte, ya sean estos lords, ladies o damiselas o ya sean ingleses o franceses. Es una plaga en sus cabezas, y dolor en sus estómagos, con una gran tos, que en algunos permanece por más tiempo que en otros, mientras encuentra cuerpos aptos para desarrollarse.

La Reina estuvo en cama por seis días. No hubo peligro, no muchos murieron por la enfermedad, excepto algunos amigos ancianos. Mi Lord de Murraye está enfermo ahora, el Lord de Lidlington la ha tenido, y yo estoy asombrado de decir que he estado libre de ésta”.

La primera bien recordada pandemia ocurrió en 1580 y se creyó que se originó en Asia; de ahí se dispersó hacia África y Europa. La mortalidad fue alta en algunas ciudades e indudablemente incrementó debido a la práctica de sangrar al enfermo para reducir la fiebre. Durante los siguientes tres siglos, a pesar de que el seguimiento fue irregular y no muy preciso, hubo un número definido de pandemias (junto con las epidemias intermedias) en las que los historiadores están de acuerdo. La investigación retrospectiva en la década pasada ha aclarado parcialmente la naturaleza de la pandemia de 1889 al probar anticuerpos para influenza en el suero de gente que vivió en ese tiempo. Sin embargo, no fue sino hasta 1930 cuando un virus específico fue identificado como el origen de la influenza. Esto representó el comienzo de un mejor entendimiento de la enfermedad.

En términos del número de víctimas humanas, la gran pandemia de 1918-1919 no tuvo precedentes. Las estimaciones van de un mínimo de 20 millones de muertes en todo el planeta hasta más del doble de dicha cifra. Más de 500 000 decesos fueron reportados en Estados Unidos, y en otras partes del mundo fueron iguales o gravemente mayores. Una autoridad calculó 20 millones de fallecimientos sólo en la India. Algunas zonas de Alaska y las islas del Pacífico perdieron más de la mitad de su población. Tuvo lugar una vasta destrucción a través de Estados Unidos, y la calidad de la vida comunitaria en muchas ciudades llegó a ser mínima. Aproximadamente 25 000 casos clínicos de influenza fueron observados durante el invierno de 1918-1919: un cuarto de la población total. Tan sólo en Filadelfia –durante la tercera semana de octubre de 1918– hubo 4 600 muertes por influenza. La mayoría de las ciudades principales y otros lugares públicos fueron cerrados, mientras que los hospitales estaban saturados y carentes de atención médica. Adultos sanos previamente, enfermaron y murieron en un lapso de 24 horas. Familias enteras padecieron en soledad la enfermedad a pesar de haberse formado un gran grupo de servicios voluntarios en todo el país. Surgieron entonces remedios grotescos, pero al final el único tratamiento efectivo fue un buen cuidado a cargo de enfermeras.

 

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