Aprender de la experiencia | 06 OCT 10

Reflexiones sobre la gripe A

Existe un consenso generalizado sobre que la única característica predecible de la gripe es que es impredecible.


Una pareja se besa en China al inicio de la pandemia. | AP / Isabel F. Lantigua | Madrid

Dada esta incertidumbre, la aplicación del principio de precaución debe prevalecer en la respuesta que se dé ante la llegada de un nuevo virus gripal. Un año después de la aparición de la gripe A, considerada la primera pandemia del siglo XXI, unos investigadores del Gobierno de Hong Kong y de los Centros Europeos para la Detección y Prevención de Enfermedades (ECDC) hacen balance de cómo se gestionó la situación.

Antes de entrar en materia, destacan algunos hechos. La gripe A ha sido la primera pandemia para la que han existido antivirales y vacunas eficaces disponibles en la mayoría de los países, la primera que ha coincidido en el tiempo con la epidemia de VIH y que no se ha cebado especialmente con estos pacientes, la primera que ha contado con tests de diagnóstico rápido y la primera para la que ha habido una comunicación instantánea y global sobre lo que estaba ocurriendo. Aclarados estos puntos, los autores escriben para 'Plos Medicine' qué se ha hecho bien y qué se puede mejorar.

Aprobado:

La respuesta inicial: Se aisló el virus, se compartió enseguida la información, se repartieron rápidamente los antivirales y se desarrolló una vacuna de forma rápida y eficaz.

Coordinación: La integración de todos los datos clínicos, de laboratorio y epidemiológicos sirvieron para sacar conclusiones importantes sobre la dinámica y la posible evolución del virus, aunque su comportamiento posterior fue impredecible.

Las medidas de contención adoptadas en algunas zonas, como la cuarentena, el aislamiento o el cierre de los colegios tuvieron sentido al inicio de la epidemia. De hecho, la transmisión cayó un 25% entre los niños que no acudieron a la escuela. Sin embargo, debe ser algo muy puntual. No tiene sentido mantenerlas en el tiempo.

Las medidas higiénicas como usar mascarillas y lavarse las manos redujeron los contagios en los hogares.

La distribución de antivirales (oseltamivir y zanamivir) y su aplicación durante las primeras horas del contagio mitigaron los efectos del virus y evitaron complicaciones en algunos casos.

El desarrollo de una vacuna segura en tiempo récord fue un éxito científico.

La decisión de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de hacer público quiénes eran los miembros de su comité asesor y quiénes tenían relaciones con farmacéuticas fue una demostración de honestidad y un indicio de que no tenía nada que ocultar.

 

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