El movimiento juega un papel importante en el cortejo entre animales, con el macho desplegando elaborados bailes que muestran a la hembra su buen estado físico y sus aptitudes; en definitiva, que es el mejor candidato. En los humanos, el baile también tiene un rol destacado en la atracción entre sexos. Y si hasta ahora no se sabía qué clase de movimientos masculinos atraían a las mujeres, ahora, un grupo de psicólogos de la Universidad de Northumbria, en Newcastle (Reino Unido), dice haberlo averiguado.
Según el estudio, una mujer distingue a un buen de un mal bailarín y, por ende, a un hombre atractivo de uno que lo es menos, por la envergadura y la variabilidad del movimiento de su tronco y de su cuello, así como por la velocidad a la que mueve su rodilla derecha.
El estudio, liderado por Nick Neave y Kristofor McCarty, y publicado en la revista científica británica Biology Letters, identifica por primera vez las potenciales diferencias biomecánicas entre los "buenos" y los "malos" bailarines. A juicio de Neave, tales movimientos "pueden emitir señales al sexo contrario sobre la calidad reproductiva de ese hombre, en términos de salud, vigor o fuerza".
Los investigadores grabaron a 19 voluntarios, de entre 18 y 35 años, con cámaras en 3-D mientras bailaban una serie de ritmos básicos. Un programa informático tradujo la imagen de estos jóvenes y sus movimientos a representaciones gráficas neutras con forma humana para que las 35 mujeres participantes en el estudio pudieran contemplar su figura y movimientos sin estar condicionadas por la apariencia física de cada individuo. La investigación mostró que ocho movimientos marcaban la diferencia: la envergadura del movimiento del cuello, del tronco y del hombro y la muñeca izquierdos, así como la variedad de movimientos del cuello, del tronco y de la muñeca izquierda, y la velocidad del movimiento de la rodilla derecha.
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