Agresiones a personal sanitario | 28 JUL 10

Señor doctor. ¡Yo te pego!

Es raro encontrarse con alguien de este ambiente que no tenga su pequeña anécdota personal.

Ayer, según escalaba a trabajar (y digo bien por que Segovia tiene la maravillosa ventaja de permitir ir andando a todos los sitios, pero la desventaja de estar plagada de cuestas demasiado cardiosaludables) reflexioné sobre el inmenso cartel que corona el hospital: 'Espacio de Salud, Espacio de Respeto'. Es parte de una campaña del Sacyl, en un intento de sensibilizar al público contra las agresiones al personal sanitario; por cierto, en esto como en otras muchas cosas, la sanidad de Castilla y Leon es puntero. Todos los hospitales de nuestra sobria Castilla, lucen en su fachada elegantes faldones con ese lema y en zonas mas conflictivas como las Urgencias, dan la bienvenida a los pacientes recordándoles que pegar es muy feo. Requetefeo.

Las agresiones al personal sanitario son corrientes. Es raro encontrarse con alguien de este ambiente que no tenga su pequeña anécdota personal de paciente que se enfurruña y agrede física o verbalmente al susodicho. A nadie se le ocurriría agredir a un señora que trabaja en un banco, a un juez o a la cajera del supermercado; pero en hospitales y centros de Atención Primaria, pasa con cierta frecuencia. El caldo de cultivo lo ponen el estrés o ansiedad de estar en un lugar en el que uno se siente vulnerable, la pérdida de nervios por la espera o el encontrarse físicamente mal.

A eso se suma la idea moderna de que la salud es un derecho y 'uno paga sus impuestos' para recibir un servicio que debe cumplir siempre expectativas. En el caso de urgencias, muchas veces se añade además el efecto del alcohol. El paciente que a mi me tiró a la cabeza una taza hace ya años, estaba bajo el efecto de una intoxicación etílica, dicho en plata, borracho como una cuba. Afortunadamente, esquivé hábilmente el misil librándome de un chichón y unos puntos, pero me quedó un regustillo a injusticia y lo que Mafalda llamaría 'una pequeña cicatriz en el alma'. Y es que realmente no hay derecho.

Según seguía yo subiendo hacia el hospital, continué mi reflexión y se me ocurrió que quizás no somos nosotros tampoco lo respetuosos que debiéramos con los pacientes, les dejamos esperando sin darles ninguna explicación, les informamos demasiado poco y con palabras rimbombantes que no entienden y les despojamos muchas veces de su dignidad sin tener en cuenta que fuera del centro sanitario son personas, no pacientes.

Hace ya unos años, y durante una estancia de mi padre en un gran hospital universitario, se me quedó grabado cómo una enfermera se dirigía a él y a sus dos compañeros de habitación desde la puerta y a voces, preguntándoles: "A ver, ¿habéis hecho hoy caca?". Me impresionó aán más que a él, un hombre siempre respetuoso y una eminencia en su campo profesional, no le molestara la indignidad a la que esta enfermera, le estaba sometiendo. Me contestó sereno: "Ya, hija, es que cuando uno es paciente, esto es lo que hay". Vamos, que cuando uno se convierte en paciente y en el momento en que te colocan la batita esa horrenda que se ata atrás y te deja fácilmente el culo al aire, te despojan de tu dignidad. Ya no eres persona, sólo paciente. Esto es lo que hay. El precio a pagar por que te devuelvan la salud.

 

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