Por Mauro Aguilar / Rosario. Corresponsalía.
La falta de órganos ante la disminución de donantes obligó a dividir un hígado para trasplantar a dos pacientes anotados en lista de espera del Incucai. Una adolescente de 14 años y un pequeño de dos recibieron parte del órgano donado por los familiares de un joven de 16 años, fallecido el domingo pasado en un accidente de tránsito, en Rosario.
El hospital Garrahan, donde está internado el paciente de dos años, tenía prioridad sobre el hígado, ya que el pequeño estaba primero en la lista. Sin embargo, al utilizar sólo una porción por el tamaño del paciente, se puso en conocimiento a los médicos de Yanet Roldán, una adolescente de Santa Fe sin obra social que esperaba una intervención desde hacía dos años. La del lunes fue la segunda operación de este tipo a la que fue sometida Yanet. A los dos años una hepatitis A obligó a trasplantarla en la Fundación Favaloro. Pero la falta de medicación provocó un rechazo.
El domingo a la noche, un profesional del Garrahan viajó a Rosario para dividir el hígado junto a los profesionales que intervinieron a Yanet. Hacia Buenos Aires se trasladó un lóbulo de 300 gramos. Tras el trasplante, ayer el chiquito fue sometido a una segunda operación. Ante la consulta de Clarín, las autoridades del Garrahan señalaron que, por pedido de la familia, no se iba a dar más información hasta tener un panorama cierto sobre su evolución.
Con la adolescente trabajaron durante siete horas Daniel Beltramino y Alejandro Bitetti. La operación en el Sanatorio de Niños de Rosario fue exitosa y la evolución de la menor era ayer favorable. Podría recibir el alta en diez días.
Aunque no es inédito, el trasplante doble con un mismo órgano no es frecuente. Al trabajarse sólo con una porción, se generan mayores riesgos porque se limita la tarea sobre la vía biliar, las venas y las arterias. Pero ante la urgencia y la falta de donantes los médicos aceptan el desafío. “Siempre es preferible poner un órgano entero porque reducís las chances de complicaciones. El tema es la costura. Y en este caso, con un trasplante previo, se complicaba mucho más. Clínicamente estaba muy mal”, precisaron a Clarín Beltramino y Bitetti.
Raquel Coronel, abuela materna de la menor, y su tía, Dora Benítez, explicaron que la noticia del trasplante las sorprendió mientras paseaban por Paraná. El domingo a la noche viajaron en ambulancia a Rosario. “Por cualquier cosa se descompensaba. En estos dos últimos años pasó mucho tiempo internada. Ella no podía hacer algunas cosas que otros chicos sí. Quería estar normal y no podía”, recordaron sus familiares. Yanet es la mayor de siete hermanos, asiste al séptimo grado de la escuela Juan de Garay, en Santa Fe, y tiene un deseo: aprender a tocar la guitarra que le regalaron hace un año mientras estaba internada. Si se sostienen los valores que mostraban ayer sus análisis, en pocos días se reencontraría con el instrumento. “Estamos muy contentos. Empieza una nueva vida para ella”, se esperanzó su abuela.