Bases para una comunicación a medida | 05 MAY 10

La Relación Médico Paciente

Un nuevo libro de la Dra. María del Carmen Vidal y Benito que analiza la compleijidad de un vínculo indispensable sobre el que no siempre se reflexiona con rigor y fundamentos. Una obra indispensable para la atención sanitaria.
Fuente: IntraMed 

Por la Dra. María del Carmen Vidal y Benito

Síntesis

El modelo de competencia comunicacional en Medicina que se propone en este texto, está concebido integrando diversas posiciones teóricas tales como  aspectos de  la bioética, de la psicología dinámica, cognitiva y de las teorías de la información y de la comunicación, así como conceptos de Pedro Laín Entralgo, de la fenomenología y de la Psicología Positiva.

Este marco teórico que fundamenta las actitudes, habilidades y destrezas comunicacionales que un profesional de la salud, debiera poder implementar durante la consulta médica, se elaboró a partir de las experiencias clínicas con pacientes que padecen enfermedades somáticas y está pensado para que dicho profesional del equipo de salud, especialmente el médico,  pueda analizar lo que ocurre psicosocialmente en su relación con el paciente-familia: la dinámica relacional , las interacciones afectivas, el contexto en el que tiene lugar la consulta y también comprender que la conducta de su paciente frente al malestar que lo aqueja y por el cual consulta, surge del significado que para él, tiene ese malestar, que es muy diferente a la significación que tiene para el médico.

El modelo responde a la convicción de la autora de que es indispensable una Medicina personalizada para que las estrategias  terapéuticas sean efectivas y el paciente adhiera a las mismas,  es decir, si se piensan y planifican “a medida”.

El texto  propone como ejemplo,  numerosas situaciones clínicas que se analizan teniendo como parámetro el modelo propuesto y que demuestran la aplicabilidad del mismo en diversos casos y circunstancias; también presenta un capítulo dedicado a  la comunicación  de malas noticias y  cómo proceder en la toma de decisiones por parte del paciente y otro dedicado a la evaluación del aprendizaje de las actitudes y habilidades comunicacionales.

 Prólogo

Las elaboraciones y reflexiones sobre la relación médico paciente han producido la presentación de dicha relación como un sistema complejo que incluye o excluye determinados aspectos de la misma, según el recorte realizado por el autor de cada construcción.

El modelo de competencia comunicacional en Medicina que se propone en este texto, está concebido integrando los aspectos más importantes de las diversas posiciones teóricas mostradas anteriormente.
En el capítulo primero, se define y diferencia información de comunicación y se desarrolla un modelo de relación médico paciente integrado,  porque incluye actitudes éticas, aspectos de psicología dinámica, de psicología cognitiva y de las teorías de la información y de la comunicación, así como conceptos de Pedro Laín Entralgo, de la fenomenología y de la Psicología Positiva.

Este modelo se elaboró a partir de las experiencias clínicas con pacientes somáticos y está pensado para que un médico general o un especialista pueda sistematizar lo que ocurre en su relación con el paciente-familia: las relaciones, las interacciones, el contexto y también para que pueda comprender que la conducta de su paciente frente al malestar que lo aqueja y por el cual consulta surge del significado que tiene ese malestar para él y que es muy diferente a la significación que tiene para el médico.

Al finalizar el capítulo se proponen situaciones clínicas que se analizan teniendo como parámetro el modelo propuesto y que demuestran la aplicabilidad del mismo en diversos casos y circunstancias.

El capítulo segundo está dedicado al gran problema comunicacional del médico:  la comunicación  de malas noticias y  cómo proceder en la toma de decisiones por parte del paciente. Se analiza un método de comunicación de diagnóstico en seis pasos  y también  diversos trabajos de investigación sobre el tema. Se tratan los malos entendidos entre el paciente y el médico, la esperanza, la comunicación del pronóstico y del riesgo.

El capítulo tercero, se dedica a la Evaluación de la Competencia Comunicacional, para lo cual se muestra cómo se utiliza como parámetro de evaluación de una entrevista médica el modelo del primer capítulo y también se proponen las listas de cotejo con las que se evaluarán las actitudes y las habilidades comunicacionales generales y específicas.

La Competencia Comunicacional  es común a muchas profesiones, es decir constituye una competencia genérica.

Cuando se trata de las Ciencias de la Salud, adquiere características particulares no solo porque la relación médico paciente es diferente a otras relaciones profesionales, sino porque además a esto se agrega que es una competencia básica para la tarea multi e interdisciplinaria y la Medicina de hoy requiere de la integración de saberes y del trabajo en equipo.

Capítulo 1º: El paciente, el médico y la relación
¿Quién es el médico?

El médico y la enfermedad

Para el médico, la enfermedad tiene un significado particular independiente del  que tiene para el paciente. El médico ha adquirido a lo largo de su formación, desde que era un estudiante, una enorme cantidad de conocimientos, algunas habilidades y destrezas y también, aunque con menos énfasis y mayores dificultades, actitudes éticas.

Con todo este bagaje logrado con gran esfuerzo,  persigue el objetivo de desempeñarse lo mejor posible en esta profesión-arte elegida por razones individuales diversas,  sobre una base general de vocación de servicio y afinidad por los desafíos.

El médico se encuentra con el paciente en una posición distinta a él, ya que no sufre la enfermedad sino que cuenta con la preparación para resolverla, atenuarla o prevenirla.

Pero en la concepción que del paciente y de la enfermedad que lo afecta tiene el médico, influyen también numerosos factores personales: su propia situación emocional y afectiva, su autoestima, la confianza en la propia preparación profesional, sus creencias y concepciones, su personalidad, su historia individual y familiar con respecto de la enfermedad de que se trate y de  la medicina misma, las características de la enfermedad que enfrenta y las dificultades para el diagnóstico y/o tratamiento, la etapa de la vida por la que está atravesando, su situación social y económica, el grado de malestar o de bienestar en el ámbito laboral, etc. 


 Significado de la enfermedad para el médico

En las Escuelas de Medicina, se enseña a ser un médico científico pretendiendo que la Medicina es una ciencia, ni siquiera se la conceptualiza como una disciplina científica.

Lo humanístico tiene cabida casi como “cultura general” y lo subjetivo por parte del médico se desalienta y descalifica porque hay que preservar “la máxima objetividad”.

Es así como nos han enseñado que en las historias clínicas no debe aparecer el lenguaje del paciente y las molestias y dolores que éste nos relata deben ser traducidos al lenguaje técnico correspondiente, ya esta es la forma “para que nos entendamos” y porque la Medicina “no es literatura”.

Ejemplo:

-Versión I: :”científica-objetiva”

Paciente de 65 años, con adenocarcinoma de endometrio Estadío III.a.
Trastorno Fóbico de la Personalidad, (cancerofobia severa).
Consulta por metrorragia hace un mes.
Ultimo control ginecológico hace 25 años, al nacer su tercer hijo.

-Versión II: “personalizada”

Julia, paciente de 65 años, cuando habla del diagnóstico, (adenocarcinoma de endometrio, Estadío III.a), se angustia y dice “no puedo pronunciar la palabra… tengo un cancirema”. Padece cancerofobia “desde que tiene memoria”. Está muy asustada. La acompaña su hijo mayor, “no me digan nada…todo díganselo a él…”.
A pesar de pertenecer a una clase media acomodada, no realizaba ningún control ginecológico ni médico en salud. Solamente concurría a la consulta médica frente a síntomas  que no podía resolver con las medicaciones caseras habituales. En este caso, hace un mes, concurre al ginecólogo a raíz de una metrorragia.
Al entrevistador le produjo primero enojo la conducta de la paciente y luego le generó mucha pena.

Es difícil sobreponerse a este paradigma, sobre todo porque la concepción de una Medicina más humanística, requiere, además de la formación, de más tiempo de consulta en general y de una preparación personal para manejar la distancia operativa y construir la alianza terapéutica.

Por otra parte, la tarea médica es de una alta responsabilidad ya que implica actuar con rapidez, tomar decisiones y evaluar riesgos que involucran la salud de otras personas.

Algunos factores, además de los que previamente se han mencionado,  pesan especialmente en la forma en la que un médico ejerce su profesión, como los relacionados con el desarrollo de la carrera médica, como  la necesidad de estar actualizado, de lograr títulos de especialización, de realizar posgrados, de presentar trabajos de investigación, etc, que son importantes especialmente en algunas instituciones que exigen un mayor nivel académico.

Además existen factores económicos que influyen en el desempeño profesional tales como la sobreocupación, que en la actualidad es evidente y también alarmante,  que implica no solo atender a más pacientes de lo que sería conveniente, sino realizar actividades laborales en diversos ámbitos, cada uno de los cuales tiene normas y reglas diferentes, lo que exige del profesional de la salud, gran flexibilidad y capacidad de adaptación.

También son factores estresantes la subutilización de habilidades adquiridas por el profesional, cuando éste, no puede aplicarlas en su lugar de trabajo; la rutinización de la tarea, el número excesivo de pacientes atendidos y el tiempo breve de consulta, las carencias en la infraestructura y los insumos insuficientes o de menor calidad y eficacia.

Se podría decir entonces, que la profesión médica es altamente estresante en sí misma y por esta razón el síndrome de Burn Out, es frecuente entre los profesionales de la salud. En un estudio efectuado en 2007, con 50 médicos de las ciudades de Rosario y Santa Fe, se encontró que el 76% presentaba un grado moderado, grave o extremo de síndrome de burnout. 

 

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