Las claves del cerebro

Los recuerdos se borran, las emociones permanecen

"Una simple visita o una llamada de teléfono de sus seres queridos puede tener un efecto muy beneficioso en la felicidad del paciente"

MARÍA VALERIO

Puede que si usted tiene un familiar con Alzheimer le asalte una duda después de visitarlo. '¿Servirá de algo la visita? ¿Le quedará algún recuerdo del rato que hemos pasado juntos?'. Un estudio con pacientes con amnesia acaba de demostrar que aunque los recuerdos desaparezcan del cerebro, las emociones y sentimientos asociados a ellos pueden pervivir durante más tiempo.

Las conclusiones que se acaban de publicar en las páginas de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences son el resultado de un trabajo de la Universidad de Iowa (EEUU) después de trabajar con un grupo de cinco pacientes afectados por un raro tipo de amnesia.

Los voluntarios, al igual que las personas con Alzheimer, tenían dificultades para que sus recuerdos a corto plazo quedasen almacenados en la 'memoria' a largo plazo de su cerebro debido a un daño en el hipotálamo.

El equipo de Justin Feinstein les sometió a lo largo de varios días a 20 minutos de películas, bien humorísticas o tristes. Los voluntarios amnésicos reaccionaban en el momento a las imágenes como cualquier espectador, riendo o llorando ante las escenas que pasaban ante sus ojos. Sin embargo, sólo 10 minutos después del visionado, eran incapaces de recordar un sólo dato de la película (cuando una persona normal puede llegar a memorizar unos 30 detalles).

A pesar de esa carencia de recuerdos (que los investigadores midieron mediante una serie de cuestionarios), los individuos amnésicos sí guardaban 'huella' del tipo de emoción que habían despertado en ellos las imágenes.

Extrapolando sus resultados al campo del Alzheimer, los investigadores subrayan que sus conclusiones pueden ser alentadores para los cuidadores y familiares. "Una simple visita o una llamada de teléfono de sus seres queridos puede tener un efecto muy beneficioso en la felicidad del paciente, incluso aunque éste se olvide de que fue esa llamada lo que despertó esa sensación positiva", explican en un comunicado.

Por el contrario, advierten, los malos recuerdos también pueden tener el efecto contrario y despertar en ellos tristeza y frustración. De hecho, en los voluntarios amnésicos, los sentimientos de tristeza tardaban más en desaparecer que los positivos. Como explican en el estudio, este tipo de disociación entre recuerdo y emoción hubiese sido difícil de lograr en el caso de individuos sanos, en los que ambas van estrechamente ligadas. Y apuntan otra cuestión importante de cara a futuras investigaciones: "incluso aunque la ciencia llegue algún día a ser capaz de borrar completamente un mal recuerdo, una experiencia traumática, es posible que la emoción que aquello despertó siga vigente".


El 76% de las personas con Alzheimer leve puede conducir
Se publican las claves para saber cuándo dejar el coche en el garaje

MARÍA SÁNCHEZ-MONGE

Las conductores que padecen Alzheimer u otras demencias presentan, en términos generales, un mayor peligro de sufrir accidentes. Sin embargo, hay estudios que demuestran que entre el 41% y el 76% de los afectados por este tipo de enfermedades en sus fases iniciales puede seguir conduciendo durante un tiempo.

La Academia Americana de Neurología publica en el último número de la revista 'Neurology' una actualización de las herramientas que pueden ayudar a los médicos, los pacientes y sus cuidadores a saber cuándo ha llegado el momento de dejar el coche en el garaje definitivamente.

"Es importante que los especialistas valoren esta cuestión con los afectados y sus familiares justo después del diagnóstico, ya que prohibir la conducción afectará a la calidad de vida del paciente y puede derivar en otros problemas de salud, como depresión", señala Donald Iverson, del Grupo Médico Neurológico de Eureka (California, Estados Unidos) y autor principal del nuevo documento.

Los expertos recalcan que, siempre que se opta por dar un voto de confianza a aquellas personas con Alzheimer incipiente, es preciso reevaluar periódicamente (a ser posible, cada seis meses) su pericia.

Evaluación
Las recomendaciones repasan la evidencia científica de distintos formatos de cuestionarios y escalas de medida que permiten predecir, con mayor o menor margen de error, qué enfermos de Alzheimer pueden constituir un peligro al volante. Por desgracia, no existe ninguna prueba 100% segura. Por eso, el 'olfato' del médico y la información que aportan las personas que cuidan del paciente siguen siendo de gran ayuda.

Uno de los métodos de evaluación más útiles para el neurólogo es la denominada Clasificación Clínica de la Demencia (CDR, según sus siglas en inglés). También ayuda a tomar la decisión saber cuántos accidentes de tráfico ha sufrido el afectado en los cinco años previos; valorar si se ha vuelto agresivo o impulsivo, cualidades nada recomendables en la carretera; y preguntarle si en los últimos tiempos ha empezado a coger menos el coche.

En cambio, ningún trabajo ha constatado los beneficios de tener en cuenta la propia percepción del enfermo de Alzheimer respecto a su habilidad con el volante o la puesta en marcha de cursillos o estrategias para mejorar su destreza.

Éstas son algunas de las preguntas que el especialista puede plantear al paciente o sus cuidadores con el fin de evaluar su pericia conductora:

¿Cuántas veces ha sido multado o le han dado el alto por una infracción de tráfico en los últimos tres años?
¿Cuantos accidentes de tráfico ha tenido en los últimos tres años?
¿En cuántos de esos incidentes ha sido hallado culpable?

El médico también puede pedir a los afectados que den su opinión sobre las siguientes afirmaciones:

  • Me preocupa mi capacidad de conducir de forma segura.
  • A otras personas les preocupa mi habilidad como conductor.
  • Ya no conduzco tanto como antes.
  • Evito conducir de noche.
  • Procuro no conducir cuando llueve.
  • Evito sacar el coche en momentos en que sé que va a haber atasco.
  • Supero los límites de velocidad cuando sé que no pueden pillarme.
  • Me salto los semáforos en rojo si sé que no me van a pillar.
  • Conduzco tras haber bebido más de la cuenta.
  • Cuando me enfado con otros conductores, toco el claxon, gesticulo o me acerco a ellos en exceso.