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Psicobiología de la violencia

Un complejo sistema neural y diversas sustancias químicas en interacción regulan la violencia, y ésta, a su vez, puede modificar los sustratos neurobiológicos implicados en ella. La obra de un equipo de investigadores españoles del más alto nivel internacional.
Autor/a: Dr. Luis Moya Albiol Editorial Pirámide
INDICE: 

La violencia humana está presente en multitud de situaciones de nuestra vida, y lo ha estado en todas las sociedades y en todos los periodos históricos desde el principio de la humanidad. Ésta se produce a diversos niveles que abarcan desde el más individual como la violencia entre dos individuos al más grupal como aquella que se da en el caso de las guerras entre naciones. A lo largo de este manual la agresión es entendida desde una perspectiva integradora según la cual sería un resultado de una compleja interacción de diversas sustancias neuroquímicas y otros factores, entre los que se encuentran los ambientales, los neuroanatómicos, los hormonales, los genéticos y los moleculares. Además, todos ellos establecen una relación bidireccional o de feed-back con la conducta agresiva.

Desde esta perspectiva bidireccional un complejo sistema neural y diversas sustancias químicas en interacción regulan la violencia, y ésta, a su vez, puede modificar los sustratos neurobiológicos implicados en ella. La red neural de la agresión y de la violencia comprende diversas estructuras que incluyen, entre otras, el hipotálamo, la amígdala, el lóbulo temporal y el lóbulo frontal. Por otra parte, la sustancia neuroquímica que guarda una relación más estrecha con la agresión y la violencia es la serotonina, aunque otras sustancias como las catecolaminas, el GABA, el glutamato, la acetilcolina, el óxido nítrico, la vasopresina, la sustancia P, la histamina y los opioides endógenos se encuentran también implicadas. Junto a todo ello, hay que tener en cuenta el efecto de otros sistemas como son el endocrino y el inmunológico, ya que ambos están implicados en la regulación de estas conductas. Tampoco se puede dejar de lado el papel de la genética en la aparición de la agresión y de la violencia, ya que cada vez más diversos estudios están realzando el papel de genes específicos implicados en estas conductas. A todo este complejo entramado de factores interaccionados, habría que añadir el ineludible efecto de la experiencia, en el que tendrían cabida algunos factores como la gestación materna, el consumo de sustancias psicoactivas o el maltrato.

Por todo ello, el modelo que aquí se propone y en el que se basa el desarrollo del presente manual parte de una relación bidireccional y en constante cambio entre el individuo y la conducta violenta, de forma que habría múltiples factores psicobiológicos que influirían en la disposición a adoptar conductas violentas. A su vez, el desarrollo o no de este tipo de comportamientos afectaría a todos estos factores. Se trata por tanto de un modelo integrador y holístico en el que varios sistemas neuronales en interacción entre ellos y con otros factores ambientales, neuroanatómicos, neuroquímicos, genéticos y moleculares establecerían una relación bidireccional con la conducta agresiva y con la violencia. A mayor número de factores relacionados con la violencia o factores de predisposición-vulnerabilidad (alteraciones en circuitos neurales, baja serotonina, alta testosterona, etc.) mayor probabilidad de desarrollar la misma, mientras que el desarrollo de factores protectores como el trabajo en empatía, las técnicas de control de impulsos, etc. disminuiría la incidencia de actos violentos. La relación entre estos factores y la violencia no es estática sino que sería cambiante en función de la situación y del periodo en el que se encuentra cada individuo. Por todo ello, además del trabajo en prevención, la intervención es un aspecto fundamental que podría modular la cronicidad de la violencia. Este modelo se presenta como aplicable a la población en general, más que a poblaciones específicas como individuos con trastornos de la conducta antisocial, ya que en este tipo de poblaciones habría que reajustarlo y matizarlo adaptándolo a sus características particulares. El conocimiento de los factores psicobiológicos implicados en la conducta violenta puede ser útil tanto para establecer diagnósticos adecuados o perfiles de personas con propensión a esta problemática como para determinar las opciones de tratamiento más adecuadas en cada caso. También permite estimar el riesgo de reincidencia en personas violentas y evaluar el tratamiento llevado a cabo con el fin de controlar esta conducta. Por todo ello, supone un gran avance en la prevención y el tratamiento de esta problemática social.

El presente manual supone un acercamiento a los principales factores psicobiológicos relacionados con la agresión y la violencia. Aunque el libro va fundamentalmente dirigido a profesionales y estudiantes del ámbito de la Salud, puede ser también utilizado en otros contextos socio-laborales. De esta forma, es una obra adecuada para la formación universitaria, dentro de la formación obligatoria u optativa de las diferentes especialidades relacionadas con la prevención, la evaluación, el diagnóstico y el tratamiento de la violencia. A modo de ejemplo, resaltar que es un manual de trabajo y estudio que puede ser empleado en diversas asignaturas como la Psicología Fisiológica, la Psicoendocrinología, la Psicoinmunología, la Psicología Clínica, la Psicología de la Salud o la Psicofarmacología entre otras. Desde mi punto de vista, este trabajo supone una formación complementaria de gran ayuda en el desarrollo de una visión holística de la violencia y puede ser considerado de gran utilidad para los estudiantes de Grado y de Master de múltiples especialidades.

Los contenidos que aquí se presentan pueden ser aplicados a diversos ámbitos profesionales como la investigación científica en diferentes áreas, incluyendo desde las neurociencias hasta otras ciencias biosanitarias, de la salud o sociales. También pueden resultar de gran utilidad en el campo de la Psiquiatría y la Psicología Clínica, ya que ofrece información adicional y específica que permite comprender la violencia, así como analizar diversos aspectos específicos relacionados con la misma tanto en población sana como en poblaciones afectadas por diversas psicopatologías. Junto a ello, pueden también ser útiles en el campo de la Neurología y la Neuropsicología, pues se lleva a cabo una extensa revisión de los circuitos neuronales implicados en la violencia que, al ser dañados y/o alterados, pueden incidir en esta conducta. Otras disciplinas que pueden hacer uso de los contenidos de este manual son la Psicología Social y disciplinas afines, donde se trabaja en temáticas como el maltrato, las drogodependencias o la competición en el ámbito deportivo. En la Psicología Educativa y otras materias de la educación puede ser de gran ayuda para el trabajo en prevención de la violencia y/o en el fomento de la empatía. Junto a ello, es un manual fundamental para las disciplinas relacionadas con las ciencias criminológicas y de la seguridad, ya que ayuda a obtener un mayor entendimiento de los factores biológicos implicados en la violencia, tanto en las conductas criminales como en otros tipos de conductas violentas. Por todo lo comentado, el presente manual puede ser de gran utilidad, aparte de para los estudiantes de las disciplinas señaladas, para los profesionales de la Psicología, de la Medicina y la Enfermería, de la Pedagogía y la Educación, para Trabajadores Sociales y otros profesionales de las ciencias sociales, para los Criminólogos y profesionales de las ciencias de la seguridad y para cualquier otro profesional que lleve a cabo labores relacionadas con la prevención, el diagnóstico y/o el tratamiento de la violencia.

El manual está organizado en 13 capítulos que abordan diversos aspectos específicos de la violencia. El capítulo 1 ofrece una visión general del concepto y la tipología de la agresión y la violencia. Los capítulos 2 y 4 analizan los circuitos neuronales implicados en la violencia (capítulo 2) y en la empatía como aspecto a fomentar con el fin de prevenir la misma (capítulo 4), mientras que el capítulo 3 analiza las consecuencias neurobiológicas del maltrato infantil. La neuroquímica de la agresión y la violencia es desarrollada en los capítulos 5 al 7, que se centran en la serotonina como principal neurotransmisor implicado en estas conductas (capítulo 5), en el papel de las catecolaminas (capítulo 6) o en el de otras sustancias que han mostrado guardar una relación con la violencia (capítulo 7). Los capítulos 8 al 11 abordan la relación entre hormonas y conducta agresiva, a través de los estudios sobre la testosterona como principal hormona implicada (capítulo 8), sobre estrógenos, progestágenos y prolactina como otras hormonas relacionadas (capítulo 9), sobre cortisol (capítulo 10) o sobre los marcadores biológicos (principalmente neuroendocrinos) de la competición (capítulo 11). Los dos últimos capítulos del libro ofrecen una panorámica general y actualizada sobre la genética de la violencia (capítulo 12) y sobre un aspecto de gran actualidad como es la relación entre el sistema inmunológico y la agresión (capítulo 13).

 

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