Estudio con técnicas de imagen | 11 DIC 09

El cerebro después del stress postraumático en niños

Los científicos logran 'ver' los daños que causa el estrés postraumático en el cerebro infantil.

El hipocampo, relacionado con los recuerdos, funciona peor en estos niños. El uso de resonancia magnética podría servir para saber si las terapias funcionan. El estrés postraumático incrementa además el riesgo de patología mental en menores.

Por PATRICIA MATEY

Se sabe desde hace tiempo que la mayoría de los niños y niñas que sufren malos tratos, presencian un acto violento, viven una catástrofe natural, un atentado terrorista o la guerra, sufrirá trastorno por estrés postraumático (TEPT). Pero ahora, y por primera vez, los científicos han podido 'observar' mediante técnicas de imagen la huella que este padecimiento deja en sus cerebros.

"Existen evidencias científicas de un menor volumen del hipocampo [zona del cerebro que almacena y recupera los recuerdos] en los adultos que fueron maltratados de pequeños y que desarrollaron TEPT. Sin embargo, estos hallazgos no han sido investigados en estudios pediátricos", comentan los investigadores en su trabajo, publicado en el último 'Journal of Pediatric Psychology'.

Bajo esta premisa, Victor Carrion, de la Universidad de Standford (EEUU), y su equipo han llevado a cabo un ensayo con 16 jóvenes de entre 10 y 17 años que desarrollaron síntomas del TEPT tras la vivencia de una experiencia traumática [bien sufrieron abusos sexuales, bien malos tratos físicos o bien presenciaron un acto violento] y los han comparado con un grupo de 11 menores sanos que no habían pasado por ninguno de estos traumas.

Entre los síntomas más frecuentes del trastorno destacan la reevivencia del trauma, con pensamientos o visiones, malestar psíquico intenso al exponerse a estímulos que recuerdan el acontecimiento, sueños recurrentes, evitación de conversaciones, pensamientos o personas que rememoren el suceso e incapacidad para recordar un aspecto importante del trauma, aislamiento de la familia o de los amigos, entre otros.

A todos los participantes se les practicó una resonancia magnética (RM) mientras realizaban un test sencillo de memoria verbal. Esta prueba consistió en leer un primer listado de palabras. Posteriormente, se ofreció una segunda lista y se solicitó a los jóvenes que indicaran en qué posición se encontraban las palabras del primer listado en este último.

 

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