¿Por qué y cómo mujeres y hombres enferman del corazón? | 11 NOV 09

"Heridos Corazones"

Un libro de la Dra. Débora Tajer donde se aborda la temática de la construcción diferencial en varones y en mujeres, de diversos grupos sociales, de la vulnerabilidad coronaria. Una profunda reflexión y análisis crítico de los imaginarios profesionales actuales de la cardiología clínica, del psicoanálisis y la epidemiología social.
Autor/a: IntraMed 
INDICE:  1. Presentación | 2. Presentación | 3. Presentación
Presentación

La Dra. Palmira Pramparo comenta el libro de la Dra. Débora Tajer: “Heridos Corazones” Vulnerabilidad coronaria en varones y mujeres:

En esta difícil tarea de desentrañar como llegan a desarrollar enfermedad coronaria mujeres y varones, este libro nos hace pensar que algo más debe de haber detrás de los factores de riesgo conocidos.  Débora Tajer  propone una visión más amplia de la que habitualmente los cardiólogos consideramos. Incluye la importancia del género y  otros factores no tradicionales generadores de una vulnerabilidad coronaria diferente según se trate de “mujeres o varones”. Aunque me resisto a darle un peso determinante al factor “genero” cuando hablamos de enfermedad cardiovascular, sí apoyo la introducción de su uso en la práctica clínica a la manera en que la autora lo propone en su libro. Tal vez nos ayudaría a tratar mejor a nuestros enfermos.

No obstante, y a pesar de haber sido involucrada por Débora en su inquietud de búsqueda,  cosa que agradezco,  algunos de sus conceptos me mueven a reflexiones  que quisiera compartir con Uds.

A principio del 2000 la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió sobre el rápido incremento de las enfermedades no comunicables en las mujeres. Para los médicos y para las mismas mujeres, nuestros padecimientos siempre se ligaron a las enfermedades ginecológicas o a las relacionadas  con la etapa reproductiva. Este fenómeno que marca la OMS ocurre no solo en los países desarrollados sino también en los países “en vía de desarrollo”. En estos, más que en los desarrollados,  se menciona que hay en la génesis de las enfermedades cardiovasculares de las mujeres una  íntima relación con su entorno  socioeconómico. La etnia juega también un rol importante en ambos sexos, que es diferente según la consideremos dentro o fuera de la región geográfica de origen del sujeto.

Pero, ¿es igual el peso de estos factores para las mujeres que para los varones? o mejor como la autora lo plantea, de qué modo influyen en ambos sexos. Puede que la evolución de estos, tengan la influencia del género para el desarrollo de la enfermedad coronaria.  Débora habla de vulnerabilidad diferente, ya que no todo es “a la manera de los varones” como estuvimos acostumbrados a ver y tratar los cardiólogos hasta hace no tantos años atrás.     
                     
La caída estrogénica y la menopausia fueron señaladas como el comienzo del riesgo para  la patología coronaria en las mujeres. Hoy sabemos que no es solo esto lo que aumenta el riesgo y Débora también lo señala en un interesante análisis del contexto “menopausia” en estas mujeres coronarias. Según la OMS, en los países desarrollados las mujeres llegan a la menopausia en mejor estado de salud general que aquellas de los países en vía de desarrollo. En ellos se observa que los factores de riesgo tradicionales están presentes a temprana edad bastante antes del comienzo de la menopausia.  Si bien la menopausia es una etapa de cambio personal, a esto  se suman los mandatos de la sociedad actual donde las mujeres deben permanecer “jóvenes” y “divinas” a toda costa. No siempre el mantenerse joven incluye mantenerse bien y no todas las mujeres toman el mandato para consolidar un estilo de vida saludable. El análisis de “de donde vengo” y “quién soy” en las mujeres contribuiría  enormemente a mejorar la interpretación de la patología.

También se atribuyó el incremento de la enfermedad al cambio de rol de las mujeres en la sociedad, a la “masculinización”,  transgrediendo el ideal femenino  de décadas pasadas. Hoy sabemos que ésta es una mirada simplista del problema. Hay una patología de base diferente, las mujeres jóvenes no desarrollan enfermedad coronaria del tipo que lo hacen los varones y solo sí se parecen, en la presentación y en la evolución, cuando los años y la aterosclerosis homogenizan la patología. Muy probablemente la primera premisa influya en la vulnerabilidad de las jóvenes y menos en las añosas.  

Los cardiólogos sabemos de la implicancia de los factores de riesgo sobre la etiología  de esta patología,  pero el accionar de ellos puede ser diferente según el género. Si bien la muestra analizada por Débora no tiene la significación numérica de los ensayos clínicos que estamos acostumbrados a evaluar, los resultados son útiles para nuestro medio. La interpretación de las conductas de las pacientes evaluadas en este libro, por ejemplo en su relación al tabaco, me hizo pensar sobre qué sucede en muchas mujeres para que conductas nocivas “prendan” más en ellas. Las diferencias parecen asentar en el rango social que ocupan.  Los modos de  subjetivación y su evolución son cuestiones que muy bien se abordan en este libro. La autora hace un análisis interesante de mujeres jóvenes que presentaban enfermedad coronaria y de su relación con los factores de riesgo conocidos. Como es sabido, en este grupo etario se atribuyó principalmente como causa del ingreso a la unidad coronaria al consumo del tabaco y/o al antecedente familiar, pero también deberíamos pensar que otras causas relacionadas con su medio y con su historia le impidieron aceptar otra forma “sana” de vida.

El entorno socioeconómico acarrea otras variables de riesgo, como la angustia de necesidades insatisfechas, la poca información sobre los cuidados de la salud o el no acceso a la misma,  y pueden ser estas causas las mayores determinantes de la presencia de factores de riesgo modificables, sin detectar ni modificar, en mujeres jóvenes de extractos sociales bajos. La carga de responsabilidad social y laboral en las mujeres “no tradicionales” otorgarían otro riesgo en las clases sociales más elevadas y ello permitiría una exteriorización y jerarquización diferente de los síntomas. 
                    
Las “supermujeres” existen en todo el espectro social aunque lo son por distintas causas, lástima que pocas veces los médicos tratamos de conocerlas. Los hombres “proveedores” son  menos cada día, y como lo marca Débora, persisten en los extractos altos. En la actualidad, aun en los extractos sociales más bajos, los factores sociales condicionantes de la vulnerabilidad coronaria se imbrican. Tal vez lo que persista como marca personal son los condicionantes sicológicos de cada individuo. Tratar de hurgar en las múltiples facetas de la vulnerabilidad coronaria ayudaría al éxito terapéutico de los pacientes.

 

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