NEFIDA | 21 SEP 09

Acupuntura en el dolor por cáncer

La Neutralización Fisiológica del Dolor por Acupuntura destaca el concepto de procedimiento en el alivio del dolor crónico asociado al cáncer.
Autor/a: Luis Urgellés, Instituto de Neurología, Neurocirugía y Psiquiatría Sofía, Bulgaria Fuente: Revista Dolor, Clínica y Terapia Vol.VI/ Núm.5/ 2009
INDICE:  1. Desarrollo | 2. Referencias bibliográficas
Desarrollo

Introducción

NEFIDA significa Neutralización Fisiológica del Dolor por Acupuntura (por sus siglas en inglés, PHYPANA: Physiological Pain Neutralization by Acupuncture). Este término fue creado en 1984, mientras estaba al frente de la Clínica del Dolor del Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología de la Habana, Cuba (INOR).1, 2 Destaca el concepto del procedimiento en el alivio del dolor crónico asociado al cáncer con acupuntura, añadiendo inyecciones de productos analgésicos y complementarios como la vitamina B-12 en los puntos de acupuntura cercanos al área dolorosa. Además, es posible tratar otras vías con diferentes suplementos como la vitamina C. Finalmente, queríamos evitar la palabra acupuntura, que tanta controversia despertaba cuando se realizaban estos procedimientos en aquel entonces y todavía en nuestros días.

El dolor es, sin duda, la experiencia más desagradable que experimenta el hombre y que lo obliga a pedir asistencia médica. El dolor acompaña a los pacientes con cáncer casi siempre hasta el final de la vida y está vinculado con diferentes factores: inflamación, desaferentación, compresión, por lo que su control debe ser una tarea prioritaria en los servicios de salud.

Un encuentro con Linus Pauling

En 1978, cuando participé en el IV Congreso de Oncología en la Habana, Cuba, observé con detenimiento la conferencia del profesor Linus Pauling sobre vitamina C y cáncer. Por aquel entonces cursaba la residencia de neurofisiología clínica en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Cuba (CENIC), de modo que el tema del cáncer estaba muy distante de mi experiencia como médico. No obstante, una vez terminada la conferencia magistral de Linus Carl Pauling (febrero 1901-agosto 1994), un grupo de colegas y yo nos acercamos al ilustre premio Nobel de química de 1954 y premio Nobel de la paz en 1962, entre otras distinciones. Me asombré al ver que de su bolsillo sacó, al parecer, dulces para compartir; cuál fue nuestra sorpresa que al degustarlo notamos que era ácido. Él afirmó con una sonrisa: es vitamina C. A partir de allí la conversación giraba alrededor de dicho tema. Linus Pauling nos dijo que tomaba diariamente tres gramos de su vitamina preferida.

Hasta ese momento yo no había tenido un acercamiento con el tema del cáncer, pero sí hubo intercambio de tarjetas y, por supuesto, autógrafos para nosotros del inolvidable profesor, aun cuando ya no está con nosotros.

Batalla por el alivio del dolor asociado al cáncer

Realicé un posgrado en neurofisiología en Europa (Bulgaria), en 1983. En uno de los viajes de regreso a Cuba, el profesor Zoilo Marinello, director del Instituto Nacional de Oncología de la Habana en aquel entonces, me dijo: “necesito un neurofisiólogo para que se ocupe del alivio del dolor en el cáncer”. Acepté el reto y organizamos un grupo de trabajo en el que se intentaba atender el dolor crónico asociado al cáncer con todos los métodos posibles, aunque solamente disponíamos de dos camas para internar a los pacientes sometidos a tratamientos especiales.3

En 1984, fui invitado a Nicaragua y dentro de las actividades por realizar estuvo el recibimiento de un barco que transportaba ayuda para el pueblo de dicho país, en el puerto de Corinto. En esta ceremonia participaron diferentes personalidades del ámbito político, cultural y científico. Dentro de este último había cinco premios Nobeles; uno de ellos era el profesor Linus Pauling. Al abordar el barco, me fue posible reencontrarme con el profesor Pauling, a quien le comenté sobre nuestro contacto anterior. En ese momento me interesaba mucho obtener más información sobre la vitamina C y el dolor por cáncer.

Amablemente, el profesor –con lápiz y hoja en mano– me indicó que tenía algunos casos en los cuales administraba entre 10 y 12 gramos diarios de vitamina C a pacientes terminales, con resultados alentadores. Nuevamente hubo intercambio de tarjetas, con la diferencia de que 20 días después recibí en mi oficina su obra Cáncer y vitamina C, escrito conjuntamente con el profesor Cameron.4, 5 Posteriormente, me di a la tarea de poner en práctica lo que el profesor Pauling y su libro me enseñaron.

 

Comentarios

Para ver los comentarios de sus colegas o para expresar su opinión debe ingresar con su cuenta de IntraMed.

CONTENIDOS RELACIONADOS
AAIP RNBD
Términos y condiciones de uso | Política de privacidad | Todos los derechos reservados | Copyright 1997-2024