Prof. Dr. Olindo Martino (Académico de Medicina) | 06 JUL 09

La situación de la epidemia de Influenza A (H1/N1)

IntraMed ofrece su espacio a las voces más respetadas de la medicina para dar su punto de vista sobre la situación sanitaria que vivimos. Las reflexiones de un "maestro" de la infectología argentina acerca de la epidemia de Influenza A.
Fuente: IntraMed 

Atento a los acontecimientos epidemiológicos vinculados con la pandemia de Influenza A y en mi carácter de médico y ciudadano argentino, considero oportuno formular las siguientes consideraciones :

1-  Las primeras notificaciones de esta nueva modalidad de gripe humana se emitieron a partir de la última semana del mes de marzo y comienzos de abril del presente año. Su debut fue certificado en el DF de Méjico y desde su inicio los organismos sanitarios competentes emitieron sendos y periódicos comunicados que evidenciaban algunas características del comportamiento eco-epidemiológico, clínico y evolutivo del mal, anunciando seria preocupación por la casi certeza de su extensión territorial hasta transformarse en una pandemia. A comienzos de la undécima semana epidemiológica- 10 de junio pasado-  la Organización Mundial de la Salud elevó el alerta epidemiológico al nivel 6, ratificando el carácter pandémico del fenómeno. Desde su  inicio hasta la fecha, identificada como decimoquinta semana epidemiológica, comprometió a 105 países superando las 90.000 notificaciones y mostrando una tasa de letalidad global que no ha llegado a superar el 1% sobre el total de casos.

   Hasta el momento el grado de patogenecidad (capacidad para infectar y enfermar) y de virulencia (capacidad para comprometer severamente al huésped) de este agente viral ha sido considerado por la OMS, OPS y CDC como "moderado" teniendo en cuenta:

a) que la mayoría de los afectados no necesita hospitalización;

b) que su modalidad de presentación y evolución tiene similitudes con la gripe estacional;

c) que las formas graves suelen comprobarse con mayor frecuencia en aquellos sujetos con factores de riesgo.

d) que más allá de las dificultades surgidas por el brusco y elevado número de afectados que produce esta modalidad epidemiológica, las infraestructuras competentes para su atención como también los operadores en salud responsables de  su asistencia, han logrado cumplir hasta el momento con las demandas poblacionales.
Con respecto a lo expresado en este último item, conviene tener presente que, aún contando con infraestructura, personal idóneo e insumos adecuados, el libre y competente accionar del sector salud puede verse sobrepasado  debido a una excesiva demanda proveniente de una comunidad alarmada, confusa, desinformada y alentada por noticias contradictorias. Lamentablemente estos hechos desafortunados  ya enraizaron en el cotidiano vivir de nuestra sociedad.

2- A partir del anuncio de casos notificados y confirmados de Influenza A en el país, las autoridades sanitarias convocaron a médicos epidemiólogos, infectólogos y sanitaristas con el fin de unificar los criterios para la conveniente asistencia y prevención de esta noxa transmisible. Al tratarse de una modalidad desconocida del virus de la Influenza A, aunque con similitudes en su comportamiento epidemiológico con el virus de la influenza estacional, se decidió tomar en cuenta las prioridades siguientes:

a) Con respecto al mecanismo de contagio: Se consideró que un sujeto enfermo contagia, con seguridad, a partir de 36 h. previas al debut de la enfermedad y durante los 7 días siguientes. La expulsión del virus por un acceso de tos, estornudo o emisión de la voz, tiene  un alcance que oscila entre 0, 40 cm hasta 1, 50 metros aproximadamente. Las partículas virales se expanden en forma de "abanico" y luego de emitidas, si no alcanzar a un huésped susceptible, caen por gravedad. En base a ello la "exposición al riesgo" debe situarse preferentemente en las personas que se hallan al cuidado de enfermos o  convivientes; al personal sanitario que manipula secreciones u objetos inanimados procedentes de pacientes y también durante la  permanencia en lugares cerrados sin ventilación donde se haya registrado  algún caso sospechoso de influenza. Esto último debido a la probabilidad de que exista virus circulando en personas que están incubando la enfermedad.
 
b). Con respecto a la forma de protegerse: Es sabido que el virus penetra a la cavidad oral y a las fosas nasales en forma espontánea o transportado por las manos contaminadas o bien por fómites (objetos inanimados o en desuso). También puede ingresar por las conjuntivas las cuales, como fuera recientemente demostrado, poseen receptores tipo ¨toll ¨ para ciertos agentes virales poseedores de una sola cadena ARN (caso del virus que nos ocupa). En consecuencia, resulta obvio que la protección corporal por los medios insistentemente aconsejados por el CDC y otros organismos sanitarios competentes tales como el uso de barbijo o respirador N95, guantes, camisolín y antiparras o lentes neutros, amén del  lavado enérgico y periódico de las manos, debería, sobre todo, lograr su máxima adherencia en el personal sanitario pero también en aquella persona expuesta  a un visible riesgo de contagio. Finalmente, la lógica protección que se logra al evitar exponerse a diferentes tipos de conglomerados humanos con el objeto de  impedir el efecto "multiplicador" de  posibles contagios. Significa decir que, en una concentración de personas, un individuo sintomático o asintomático con capacidad para contagiar lo puede lograr alcanzando a una y más personas susceptibles. La experiencia en el quehacer epidemiológico ha mostrado que una medida preventiva adecuada es suspender, al mismo tiempo, todo tipo de actividad que concentre grupos considerables de personas por un lapso que represente tres períodos de incubación mínimos (9 días) o dos períodos de incubación máximos (14 días). Esta conducta fue  aconsejada en su oportunidad por las autoridades sanitarias de Méjico.

   Corresponde insertar aquí la pregunta siguiente:

¿Si desde el inicio de esta impredecible emergencia sanitaria y a través de los diferentes medios de comunicación e información científica se están emitiendo estas claras recomendaciones, cuáles son entonces los motivos que provocan baches de incumplimiento a lo prescripto?

Porque salta a la vista que tanto el ciudadano  común como el más peligrosamente expuesto como lo es el "operario de la salud", no vienen adhiriendo a estas claras recomendaciones como era de esperar. En una breve pero sugestiva encuesta realizada por el CDC, sobre 12 miembros del personal sanitario de una institución que adquirieron la infección a partir de un enfermo, ninguno de ellos usó protección ocular y, ninguno, combinó tres o más elementos de protección: barbijo o respirador N95, guantes, camisolín y protección ocular. ¿Razones? Podrían enumerarse varias que van  desde el concepto de considerar innecesaria tamaña protección, hasta la grave incongruencia de no disponer de tales artículos protectores. A ello debe agregarse la actitud mostrada a diario por el ciudadano corriente. Por ejemplo, en nuestro medio, muchas encuestas efectuadas por el azar a personas de diferentes edades y ocupaciones (escolares, universitarios, obreros, empleados, conductores de taxis, amas de casa, etc.) realizadas en la vía pública o en lugares de trabajo evidenciaron: en algunas respuestas una clara comprensión de los acontecimientos que signan a esta alarma sanitaria; en otros, preocupación y hasta pánico por el temor a morir por una enfermedad nueva. Pero también hubo respuestas que mostraban confusión debido a reiteradas noticias, por momentos alarmantes, orientadas a  la toma de actitudes y decisiones en marchas y contramarchas dispares, como por ejemplo el  cierre de colegios, el  adelanto en receso escolar, versiones no coincidentes sobre el número real de casos y decesos y, sobre todo, encendidas polémicas surgidas por la conveniencia o no de realizar las elecciones.

"...se ha llegado a un innecesario desconcierto por la falta de un discurso único y fundamentado, emanado de una fuente exclusiva y  confiable, y emitido con la necesaria claridad para ser comprendido"

En síntesis, se ha llegado a un innecesario desconcierto por la falta de un discurso único y fundamentado, emanado de una fuente exclusiva y  confiable,  y emitido con la necesaria claridad para ser comprendido, aceptado y adherido por todos. Es por ello que nuestro ciudadano y nuestra ciudadana se hallan confundidos y, en consecuencia, sus comportamientos pueden llegar a ser poco colaborativos. Simplemente porque donde no hay orden puede no haber conducta. Y donde falta el ejemplo no puede congeniar la credibilidad. 

 

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