Escepticemia por Gonzalo Casino | 29 JUN 09

Oncogenómica

Sobre la revolución genética en el abordaje de los tumores malignos.

El cáncer es quizá el área de la biomedicina en la que se han invertido más recursos en investigación. Y probablemente está justificado, pues no es una sola enfermedad, sino un conglomerado de al menos un par de centenares de patologías tumorales diferentes, y su impacto sobre la salud humana ha sido y sigue siendo brutal. En 2007 se diagnosticaron más de 12 millones de nuevos casos en todo el mundo y se produjeron más de 7,5 millones de fallecimientos por esta causa, y se prevé que para 2050 haya 27 millones de nuevos casos y 17,5 millones de fallecimientos, si es que en estas cuatro décadas no mejora el abordaje del cáncer, especialmente, los diagnósticos y tratamientos.
 
Hay que reconocer que las cosas han mejorado bastante en los últimos años. Las tasas de curación y supervivencia han aumentado paulatinamente, sobre todo en EE UU, pero también en los demás países desarrollados. Actualmente, aunque hay tumores con muy poca supervivencia, como el de páncreas, otros tienen una supervivencia próxima al 100%, como el de testículo, y en conjunto se curan ya más de la mitad de los pacientes (curación se entiende como supervivencia a los cinco años de diagnóstico). Por eso, a pesar de los muchos puntos negros y de lo mucho que se ignora sobre la biología de los tumores, es posible ver ya el vaso como medio lleno y no es ningún disparate empezar a considerar el cáncer, en su conjunto, como una enfermedad crónica. Además, el panorama que se avecina es prometedor, pues se prevé un nuevo salto de calidad en el abordaje del cáncer de la mano de la revolución genética. Gracias al abaratamiento de las tecnologías de secuenciación de genes ha sido posible poner en marcha un consorcio internacional, el International Cancer Genome Consortium (ICGC),  para secuenciar los genomas completos de por lo menos medio centenar de tumores malignos bastante comunes (a razón de unos 500 enfermos por cada tumor). Cuando esta información esté disponible en el plazo de cinco años, se dispondrá de una idea precisa de cuáles son las mutaciones responsables de cada uno de estos tumores y, por tanto, será posible perfeccionar las herramientas para anticipar el diagnóstico, individualizar mejor los tratamientos disponibles y disponer de nuevas dianas tumorales para desarrollar fármacos específicos.
 
La investigación y la clínica oncológicas están a punto de entrar en una nueva fase que aliviará, al menos en los países desarrollados, el impacto de este conglomerado de enfermedades genéticas sobre la salud. No es descabellado pensar que en 5 o 10 años a todos los pacientes con cáncer se le realice una secuenciación completa de su genoma. Para entonces, la clasificación de los tumores será por fin molecular y no simplemente orgánica, y será posible dibujar mejor el pronóstico de cada tumor y plantear mejor su tratamiento. El panorama científico resulta sin duda apasionante, pero lo mejor es que la oncogenómica va a deparar sin duda importantes avances clínicos.

 

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