Valeria Musse
Leandro Novillo nunca imaginó que su vida cambiaría tan rotundamente durante las vacaciones. Hace once meses, cuando este joven de 30 años veraneaba con amigos en Villa Gesell, un accidente en la playa con el cuatriciclo lo devolvió a su hogar en silla de ruedas. Leandro había perdido la sensibilidad de los miembros inferiores por una lesión parcial en la médula.
Comenzó su rehabilitación en un centro de salud de Ensenada y a los cuatro meses ya pudo sentir la pierna derecha y mover la otra. Sin embargo, acaba de aparecer una nueva esperanza para él que puede acelerar aún más su recuperación.
Está en el Hospital Zonal Especializado en Crónicos El Dique, que ayer inauguró el primer laboratorio que asiste tecnológicamente la rehabilitación física, en el que se trabaja la plasticidad neuronal en la recuperación de personas con limitaciones cognitivas y motrices. "Todo lo que pueda ayudarme a volver a caminar es bienvenido", dijo Leandro a LA NACION, esperanzado.
Según Ricardo Garbayo, que ideó esta iniciativa, la plasticidad neuronal "es la capacidad que tienen las células nerviosas para generar nuevas conexiones una vez que sufrieron un deterioro y para recuperar el tejido dañado".
En ese hospital público, que atiende habitualmente a unos 50 pacientes ambulatorios e internados, comenzó a funcionar un conjunto de equipos que les permiten a quienes lo necesiten realizar un entrenamiento intensivo de la movilidad. Garbayo explicó ayer a LA NACION que esa preparación acelera la formación de nuevas cadenas neuronales y, así, restaura el daño producido.
Cada uno de los cuatro equipos que integran la rutina de rehabilitación en el laboratorio corresponde a una determinada etapa del tratamiento y se usa según la evolución del paciente.
Pero lo que más llama la atención del nuevo equipamiento, que ya fue probado en una institución privada, es una vincha conectada a un sistema de realidad virtual que le permite al usuario "entrar" en un sitio imaginario con un paisaje, lo que le produce estimulación neuronal.
Los primeros resultados
La primera experiencia dejó un saldo más que positivo.
Santiago tiene una parálisis cerebral que le impidió desarrollar su motricidad. Tras siete años de rehabilitación con equipos y dispositivos convencionales, el pequeño sólo había logrado dar unos pocos pasos antes de volver a desestabilizarse. Dos años más tarde, y aprovechando la plasticidad neuronal estimulada a través del ejercicio físico, Santiago pudo caminar sin muletas ni silla de ruedas.
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