“Muchos colegas tienen que atender emergencias con chalecos antibalas”

Dos personas por día llegan a las guardias con un tiro o un puntazo

un recorrido por veinticinco hospitales de la ciudad y del conurbano arrojó un aterrador resultado: se duplicó el número de víctimas de la inseguridad.

Hace unos años, los médicos atendían un herido por arma de fuego al mes. Hoy, esos mismos profesionales aseguran que recrudeció la violencia. Los que salen en ambulancia van acompañados por patrulleros y usan chalecos antibalas.

Mauro Federico

Vigilante. En cada guardia existe un policía que ayuda en las tareas. Desde la comisaría de cada zona, llegan otros que secuestran ropa y objetos de los pacientes que ingresan detenidos.

“No voy a discutir con el ministro, pero, si sus estadísticas dicen que hay menos inseguridad, yo lo invito a pasar un fin de semana en la trinchera para que vea la cantidad de baleados y acuchillados que atendemos.”

Juan Carboni sabe de lo que habla. Hace cuarenta años es médico del Hospital de Agudos “Narciso López”, en Lanús, y tiene a su cargo la guardia de los jueves.

No le interesa la política; sin embargo, cuando escuchó las declaraciones del titular de la cartera de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, Aníbal Fernández, en las que afirmaba que “las cifras de inseguridad se mantienen en el mismo porcentaje desde 2006”, reaccionó. “Hasta hace algunos años, atendíamos un herido de bala por mes, hoy tenemos dos casos por día”, aseguró el médico instantes después de salvarle la vida a un chico que había recibido cuatro balazos al resistirse el miércoles pasado al robo de su celular.

Las estadísticas oficiales se derrumban con una simple recorrida por las guardias hospitalarias. Un relevamiento realizado por Crítica de la Argentina en veinticinco hospitales de la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense demuestra que al menos se duplicó el número de víctimas de violencia social atendidos por emergencias en relación con las cifras de 2006.

“En los últimos tres años la prevalencia de lesiones por agresión aumentó en forma exponencial”, explicó Gustavo San Martín, médico emergentólogo del Hospital Piñero, ubicado en la zona sur de la ciudad de Buenos Aires, uno de los territorios porteños más calientes. “Cada vez recibimos más pacientes con lesiones derivadas de robos y peleas de bandas narcos; el peligro de perder la vida no es una sensación, es una realidad que palpamos cotidianamente”, dijo el profesional.

En los registros hospitalarios éstos se llaman “injurias de causa externa”. Dentro de esta clasificación se encuentran los accidentes de tránsito y los de trabajo, pero también se computan los disparos con arma de fuego o heridas por arma blanca, que son consideradas injurias intencionales.

“Por estas causas ingresan a nuestra guardia unas 17 mil personas por año”, afirmó María Angélica Martín, subdirectora del Hospital Fernández, ubicado en la zona de mayor poder adquisitivo de la Argentina. Un estudio realizado por el Departamento de Emergencias de ese nosocomio determinó que la mayor cantidad de homicidios con armas de fuego registrados en los últimos años incidieron fuertemente en la suba de los indicadores de mortalidad. Para Martín, ese dato es el más relevante y guarda relación con el número de armas que hay en las calles. “Si se controlara el tráfico ilegal, se podría reducir la mortalidad. La mayor cantidad de muertes se debe a heridas de armas de fuego”, sugirió.

Por la ubicación lindante con el conurbano y por las características sociales de las áreas programáticas, son tres las guardias hospitalarias porteñas que atienden más casos relacionados con hechos de violencia: el Piñero –ubicado en Flores Sur–, el Santojanni –en el barrio de Mataderos– y el Argerich en La Boca. “Anualmente atendemos a unos 750 heridos de arma blanca, la mayor parte de los casos no trasciende periodísticamente porque las víctimas pertenecen a las clases más bajas”, explicó San Martín.

Héctor Di Salvo, jefe de Urgencias del Santojanni, señaló que allí registran “un promedio de dos heridos con arma de fuego por día, una cifra que se duplicó si la comparamos con la de 2003”.

En la otra punta de la ciudad, el subdirector del Argerich, Néstor Hernández, afirmó que “hay cada vez más heridos con cuadros complejos. La cifra creció al menos el 50% respecto de 2006”.

AL TOPE. Los médicos no llevan las actuaciones judiciales de los casos. Tampoco conocen encuadres jurídicos a la hora de definir los delitos. Sólo salvan a los pacientes que llegan y describen con crudeza la realidad que les toca vivir en esa frontera en la que los límites del sistema de salud se tiñen de marginalidad social. “La proximidad con Fuerte Apache genera un tránsito permanente de pacientes por guardia que ingresan con daños diversos. Sólo en febrero tuvimos tres que llegaron muertos por heridas de armas de fuego. Si los comparamos con los registros de hace un par de años, los casos aumentaron el 50%”, relató Rubén García, director del Hospital Zonal General de Agudos “Profesor Doctor Ramón Carrillo”, de Ciudadela.

A pocos kilómetros, también en el partido de Tres de Febrero, se encuentra el Hospital Zonal de Agudos “Doctor Carlos Boccalandro”. “El número de víctimas por violencia social fue in crescendo en cantidad y en calidad. Cada vez tenemos casos de mayor complejidad que requieren de más cuidados intensivos. Registramos seis o siete víctimas por semana, con un significativo incremento de las violaciones a menores”, puntualizó el doctor Fernando Alonso, director del establecimiento ubicado sobre la ruta 8.

La problemática del abuso de menores se repite en las estadísticas. Hernán Micali es responsable de la guardia de pediatría de los sábados en el Hospital Interzonal de Agudos “Presidente Perón”, de Avellaneda. “Estamos viendo como nunca una gran cantidad de chicos abusados sexualmente, a razón de tres o cuatro por semana”, remarcó. “Además, todas las noches hay baleados y acuchillados. La percepción es que las lesiones por actos de violencia se duplicaron en los últimos tres años.”

Los fines de semana es peor. “Las guardias son un hervidero de casos de violencia social, sobre todo en esta zona caliente del conurbano”, relató Pablo Torres, psicólogo del Hospital Materno-Infantil “Oscar Alende”, de Ingeniero Budge, partido de Lomas de Zamora. “Nos sentimos impotentes porque el esfuerzo es insuficiente para salvarles la vida a muchas personas que se terminan muriendo en los hospitales o en las calles”, completó el profesional.

“En la última década registramos unos 10.000 casos de pacientes que ingresaron a la guardia con herida de arma de fuego, arma blanca y por golpes, a veces ni nosotros lo podemos creer. Todos hablan de estadísticas, pero nadie soluciona los problemas de fondo”, finalizó Carboni.

“Muchos colegas tienen que atender emergencias con chalecos antibalas”

El 54,6% de los médicos argentinos asegura haber sido víctima de algún tipo de agresión durante el ejercicio de su profesión. A esa estadística se llegó luego de una encuesta realizada entre médicos de guardia y emergentólogos, por el Servicio de Epidemiología del Hospital Italiano.

La investigación –realizada durante 2008– reunió las respuestas de 30.100 profesionales de la salud consultados a través del sitio IntraMed.

Para el doctor Jorge Gilardi, presidente de la Asociación de Médicos Municipales, “la violencia también recrudeció de forma exponencial en la situación de los médicos, particularmente de aquellos que trabajan en las guardias y auxilios de los hospitales públicos”.

Para graficar la situación, Gilardi explicó que “muchos colegas que deben asistir en ambulancia a una situación de emergencia en determinadas áreas, no pueden desplazarse sin la compañía y la asistencia de un móvil policial o deben colocarse un chaleco antibalas para protegerse de un posible tiroteo”.

Según Héctor Nieto, especialista en medicina laboral del Hospital Piñero, “se han registrado robos a mano armada, heridos de bala y arma blanca y hasta violaciones que tienen como víctimas a los profesionales que se desempeñan en las guardias hospitalarias o aquellos que asisten en domicilio a través del Sistema de Atención Médica de Emergencias (SAME)”.

Aníbal F. no sabe, no contesta

Las declaraciones periodísticas de Aníbal Fernández hicieron referencia a las cifras de inseguridad. “No crecieron, permanecen estables desde 2006”, dijo el ministro a la prensa. Un cronista de este diario quiso conocer las estadísticas oficiales en las que el funcionario basó su polémica afirmación.

–¿Me podría pasar los datos precisos sobre violencia social en los últimos tres años? –solicitó Crítica de la Argentina a un vocero ministerial.

–Llamame más tarde –fue la respuesta.

Nunca más contestó.

OPINIONES

"No es cierto que estamos igual que hace 15 años"
Claudio Stampalija *Abogado penalista y criminólogo director del Centro de Estudios para la Prevención del Delito de la Universidad de Belgrano)

Aníbal Fernández aseguró que en los últimos 15 años no hubo variación en la tasa del delito. Esto no es cierto. Según las propias estadísticas oficiales publicadas en la página web del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación, en ese plazo la cifra del delito aumentó un 118%, lo cual representa un 7,8% en promedio anual. Nos llama poderosamente la atención que en los últimos cuatro años, mientras la sensación objetiva de la población fue que hubo una suba significativa de los hechos de violencia ligados a la inseguridad, las estadísticas oficiales muestren lo contrario. Si bien en los últimos años las estadísticas oficiales en general han perdido credibilidad, de los mismos índices brindados por el ministerio se puede inferir que los últimos datos publicados representan –en 2007 con un total de 1.218.243 delitos cometidos– más del doble que hace 15 años, cuando en 1993 se registraron 558.860, y casi el triple de los 498.290 registrados en 1991, cuando se publicó la primera estadística.

El tema de la inseguridad se resuelve adoptando políticas y diseñando estrategias preventivas que primeramente aborden los aspectos inherentes a la educación, la salud, la acción social y el trabajo, entre otros, y mejorando las condiciones materiales e incrementando las humanas en el trípode conformado por la justicia, la policía y la cárcel. La experiencia exitosa en el mundo lo demuestra y no hay duda que este país carece de política criminal.

Un pequeño infierno
Luis María Herr (es el reportero que pasó un día en la guardia del Ramón Carrillo)

Corridas, órdenes, gritos transforman una sala de guardia en un pequeño infierno. Las personas entran en estado de shock y la presencia policial es constante. Los parientes gritan, se desmayan; los médicos hacen peripecias para atender una cantidad de urgencias que los desborda. Al piso ensangrentado se lo baldea varias veces al día. Hay baleados, golpeados, accidentados. El personal ratifica lo que se ve: que cada vez reciben más pacientes por causas de violencia.