El mal que nació por el uso masivo de tecnología | 16 DIC 08

"Tecnofuria"

Cada vez más gente utiliza cajeros automáticos, teléfonos celulares o equipos digitales.

La mayoría desconoce cómo funcionan las nuevas tecnologías pero es muy dependiente de ellas. Cuando surge un problema, brota el enojo por la falta de control sobre la situación y la incapacidad para solucionarla.

Por: Gisele Sousa Dias

¿A quién no le pasó? Vamos, honestidad. ¿Quién no sintió que sería capaz de atacar a la computadora a palazos cuando Internet se cae? ¿Quién no se sintió un incivilizado capaz de estampar el celular contra una pared cuando se queda en negro? ¿Y quién no se creyó un inútil, incapaz siquiera de suponer qué significan las opciones que hay detrás del botón del menú de un aparato electrónico?

Todos pueden explotar. Pero entre los "inmigrantes digitales" –mayores de 45 que tratan de acostumbrarse a pagar servicios, hacer trámites, comprar y charlar tecnología mediante– pasa con mayor frecuencia. Dice un estudio que la mitad de los usuarios de tecnología doméstica necesita ayuda cuando los aparatos fallan. Y que su paciencia se colma. Desde que dependen de celulares, cajeros automáticos y otros aparatos electrónicos, convirtiendo a la ventaja en necesidad, cuando tienen problemas brota la "tecnofuria": se sienten inútiles, desbordados y agresivos.

Un estudio del Centro de Investigación estadounidense Pew Internet indica que el 48% de los adultos que usa Internet o celular necesita ayuda para instalar un dispositivo nuevo, usarlo o a arreglarlo. Que la mitad necesite de otro para hacerlos funcionar significa que, por más que aumenten quienes los usan (ya hay una penetración de un celular por habitante en el país), siguen siendo pocos los que se dan maña para hacerlo sin ayuda, por lo general, de un hijo "nativo digital".

Jorge Lebrón, de 56 años, es el mejor ejemplo de alguien que sin ayuda no existe: "Pedí el codificado para ver el partido los domingos, pero ahora tengo dos controles remoto y no tengo idea qué apretar. Si un domingo no está mi hijo, me quedo sin verlo", cuenta. Y tiene anécdotas para todo: "Con el aire acondicionado es peor, porque encima el control remoto está en inglés. Yo no distingo cuál tira frío y cuál tira calor". Lo suyo ya es un estilo de vida. Cuando queda de frente contra un cajero automático, lo esquiva: "Si puedo hacer el depósito por ventanilla, lo hago. Tengo que pagar de más y hacer cola, pero evito andar renegando con el cajero".

El estudio habla de estas reacciones, tanto frente a las fallas como a los aparatos nuevos: 6 de cada 10 se sintieron "impacientes", 5 de cada 10 "desalentados" y 4 de cada 10 también "confundidos".

Pero aunque algunos se ríen de sí mismos, otros se sienten superados. "Los que hoy tienen más de 50 años están más acostumbrados a la mecánica que a la electrónica. En su época, si el auto se quedaba, podían aplicar cierta lógica para intentar arreglarlo, como revisar el motor. Eso significa que uno podía dominar la situación. Lo que pasa cuando se cae Internet es que, como la persona no tiene idea de cómo repararlo, siente que pierde el control, se siente inoperante, impotente y excluído", explica Enrique Novelli, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).

"Es que la computadora funciona casi como un instrumento mágico: todo esta ahí, por eso la idealizamos. Eso es a lo que llamo tecnolatría: de la tecnología al servicio del hombre se pasa a esta dependencia que termina imponiéndonos la idea de que ''''no hay tiempo que perder", continúa (Ver "Me siento...")

Pedro Horvat, médico psicoanalista, habla de "pseudo conocimiento". Y explica: "La mayoría de nosotros aprendimos rutinas que nos permiten usar la computadora, como abrir un casilla de correo electrónico o ingresar una clave secreta, pero eso no significa que comprendemos su funcionamiento. Cuando se cae Internet o se rompe la PC, nuestro aparente conocimiento se derrumba, nos enfrentamos a nuestra absoluta ignorancia y aparece la angustia".

 

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