ISABEL PERANCHO
Si de manera abrupta e inesperada, sin causa aparente, experimenta taquicardia, dificultades respiratorias, mareos e inestabilidad, sudores, vómitos o naúseas o se le dispara la presión arterial puede estar sufriendo un ataque al corazón o... un ataque de pánico. Los síntomas de ambas entidades se confunden en ocasiones en las consultas. Un error que, al final, podría no resultar tan descabellado. Una investigación revela que las personas que padecen trastornos del pánico presentan un riesgo mayor de desarrollar después una enfermedad coronaria o de sufrir un infarto de miocardio.
El estudio, publicado en European Heart Journal, se suma a otros que en los últimos años han constatado la compleja relación entre mente y corazón. O lo que es lo mismo, entre trastornos como la depresión o la ansiedad extrema con un mayor riesgo de accidentes cardiovasculares. «Es algo que sabemos desde hace tiempo. Hasta el 50% de los infartos tiene algún desencadenante en las horas o días previos y en muchos casos es de índole emocional», subraya Alfredo Bardají, presidente de la sección de Cardiopatía Isquémica de la Sociedad Española de Cardiología.
Desencadenante
A esta lista se suman ahora las crisis de pánico, un trastorno que, para los autores del citado estudio, debe considerarse en las consultas médicas como un factor independiente de riesgo de desarrollar una dolencia coronaria.
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