(Foto: Christian Maury) CRISTINA DE MARTOS
MADRID.- Primero con dos ruedines, luego con uno y, finalmente, sobre las dos ruedas. El ejercicio mental, de equilibrio y coordinación que supone aprender a montar en bicicleta da frutos incluso décadas después. Un estudio publicado en la revista 'Nature' descubre por qué hay cosas que no olvidamos jamás cómo hacerlas.
El cerebro es un órgano adaptativo capaz de reestructurarse, hasta cierto punto, cuando las circunstancias lo requieren. Esta capacidad se denomina plasticidad estructural y se caracteriza por cambios en la estructura de las sinapsis, las neuronas y las redes de comunicación. Una de las cosas que más influencia ejerce sobre estos circuitos neuronales son las experiencias sensoriales.
La información del mundo sensorial se almacena gracias a cambios en las sinapsis (conexiones entre neuronas) pero "no está claro hasta qué punto esos cambios persisten a lo largo del tiempo", apuntan los autores del trabajo, procedentes del Instituto Max Planck de Neurobiología (Martinsried, Alemania) y del University College de Londres (Reino Unido).
Olvidado pero no desaparecido
Hasta ahora se pensaba que la falta de uso provocaba la degeneración de estas conexiones pero los resultados de este trabajo sugieren lo contrario. Varios ratones, cuyos cerebros estaban siendo minuciosamente observados, han servido para hacer este descubrimiento. Los investigadores controlaron los cambios que se producían en sus conexiones neuronales cuando les impedían la visión de un ojo, así como cuando la recuperaban y cuando la perdían un tiempo después.
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