Reducción de riesgos | 24 MAY 10

Las mujeres delgadas y físicamente activas tienen un riesgo cardiovascular sustancialmente menor

El mantenimiento del peso normal y la actividad física regular son esenciales para obtener la mayor reducción posible del riesgo coronario.
Autor/a: Dres. Weinstein AR, Sesso HD, Gaziano JM y colaboradores Fuente: SIIC Arch Intern Med. 2008 Apr 28;168(8):884-90.

Introducción

El sedentarismo y la obesidad son 2 factores de riesgo importantes de enfermedad coronaria. Debido a que ambos son eventualmente modificables, tienen gran importancia en términos de salud pública. La mayor parte de la información relacionada con el efecto combinado de ambos factores proviene de análisis secundarios de trabajos con otros objetivos principales de evaluación. Algunos estudios sugirieron que la inactividad física sería más dañina que la obesidad (según el índice de masa corporal [IMC]) en términos de prevención de la enfermedad coronaria, mientras que en otros, el IMC fue un factor de mayor importancia.

El objetivo principal de este estudio fue evaluar el efecto combinado de la actividad física total y de caminar junto con el IMC sobre la enfermedad coronaria. En particular, se intentó establecer si la mayor actividad física reduce las consecuencias desfavorables de la obesidad (IMC mayor o igual a 25) sobre el riesgo de enfermedad coronaria.

Métodos

El Women’s Health Study (WHS) es una investigación aleatorizada y a doble ciego que comparó el efecto de la aspirina en dosis bajas y de la vitamina E en la prevención primaria de la enfermedad cardiovascular y del cáncer. Abarcó 39 876 profesionales de la salud de 45 años o más sin enfermedad coronaria, cardiovascular y de cáncer en el momento del reclutamiento, en 1992. Para el presente estudio se consideraron 38 987 mujeres de quienes se dispuso de información completa.

Las participantes estimaron el tiempo dedicado a 8 grupos de actividades físicas: caminar, trote (jogging), correr, ciclismo, ejercicios aeróbicos, natación o tenis y ejercicios de baja intensidad. También indicaron el número de pisos subidos por escalera por día. Según el gasto energético de cada una de las actividades se estimó el equivalente metabólico (MET); se considera que 1 MET representa aproximadamente 1 kcal/kg por hora. A partir de este valor se calculó el gasto energético en kcal por semana, una valoración válida y confiable según los resultados de estudios anteriores.

A los 6 y 12 meses del inicio y luego anualmente, las participantes completaron un cuestionario que permitió conocer la adhesión a la terapia, los efectos adversos, los factores de riesgo coronario y los criterios de análisis –infarto agudo de miocardio (IAM), puente aorto coronario (bypass), angioplastia coronaria transluminal percutánea y muerte por causa cardíaca–.

En cuanto al análisis estadístico, se utilizaron los modelos de riesgo proporcional de Cox para evaluar la asociación independiente del IMC y la actividad física con la enfermedad coronaria. Se calculó la relación de riesgo (HR [hazard ratio]), con los intervalos de confianza del 95% (IC).

Resultados

Un total de 948 mujeres presentaron un evento coronario en el transcurso de 10.9 años de seguimiento en promedio. Al inicio, el 34% de las mujeres era físicamente activa con un gasto energético de 578 kcal/semana (mediana); el IMC promedio fue de 26 (el 51% tenía un peso corporal normal, el 31% tenía sobrepeso y el 18% presentaba obesidad). El IMC elevado se asoció con la hipertensión, con la hipercolesterolemia y con la presencia de diabetes, mientras que se correlacionó inversamente con el uso de terapia de reemplazo hormonal, con la actividad física y con el consumo de alcohol. Por lo general, las mujeres inactivas eran fumadoras.

Se observó que el incremento del IMC se asoció con un aumento del riesgo coronario aun después de considerar otros factores de confusión; el HR fue de 1.64 en las mujeres con sobrepeso y de 2.13 en las participantes obesas. Las mujeres físicamente activas (según las normas del cirujano general) tuvieron una reducción del riesgo del 31%: el HR ajustado por edad y por tratamiento fue de 0.69. Cuando se consideraron otros factores de confusión, el HR se atenuó pero permaneció significativo (HR de 0.82, IC 0.70-0.96). La actividad física total y caminar se asociaron con una disminución sustancial del riesgo de eventos coronarios.

No se constataron modificaciones importantes de la actividad física (kcal por semana) según el IMC (p = 0.61), de manera tal que tanto la actividad física como el IMC fueron factores predictivos independientes.

En comparación con el grupo de mujeres con peso normal, el riesgo coronario estuvo aumentado en aquellas con sobrepeso y con obesidad, independientemente del nivel de actividad física. En la medida que el IMC aumentó en las participantes inactivas, el riesgo coronario se elevó en cada grupo (p < 0.001 al comparar las mujeres inactivas con peso normal y aquellas con sobrepeso y p < 0.005 al comparar las participantes inactivas con sobrepeso y las mujeres inactivas obesas).

Entre las participantes activas se detectó una diferencia estadísticamente significativa entre aquellas con peso normal y con sobrepeso o con obesidad; en cambio, no se observó una diferencia significativa entre las mujeres con sobrepeso o con obesidad. Al considerar la actividad física en cuartilos según el gasto energético total y al evaluar la actividad física junto con el IMC, la mayor actividad física redujo el riesgo coronario; la reducción fue más elevada en las mujeres con peso normal. De hecho, en comparación con las participantes de peso normal, el HR se mantuvo elevado en las mujeres con sobrepeso o con obesidad independientemente del nivel de actividad física por semana, con excepción de las mujeres con sobrepeso que gastaron más de 1 500 kcal por semana.

Se constató que el mayor tiempo de caminata redujo el riesgo coronario, el mismo efecto logrado con la reducción del IMC. Al igual que lo referido en otras investigaciones, el riesgo coronario disminuyó en cada categoría de peso corporal (IMC) en relación con el mayor tiempo de caminata; la diferencia más alta se comprobó entre el grupo que no caminaba y las mujeres que caminaban entre 1 hora y 1.5 hora por semana. Asimismo, entre las participantes con sobrepeso y obesidad, la actividad física redujo considerablemente el riesgo coronario aunque el HR se mantuvo elevado. En comparación con las mujeres de peso normal, el riesgo asociado con el sobrepeso y con la obesidad fue de 1.54 y de 1.87, respectivamente en las mujeres activas. Respecto de las mujeres inactivas y con peso normal, el riesgo fue de 1.88 en las participantes con sobrepeso y de 2.53 en aquellas obesas e inactivas.

 

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