Dr. Juan Manuel Sáenz Cavia | 30 OCT 08

El primer médico rural premiado por la Academia de Medicina

Ejerce en Tres Algarrobos, un pueblo del oeste bonaerense. Allí transformó una salita sanitaria en un hospital. Se define como "todólogo", porque además de curar atiende desde conflictos de pareja hasta chicos con problemas de estudios.

Por: Valeria Román

Juan Manuel Sáenz Cavia se recibió de médico hace 41 años, pero hoy se presenta como un "todólogo". Es que apenas consiguió su título, decidió dejar la ciudad de Buenos Aires para cuidar enfermos en los campos y terminó practicando distintos roles. Recibe desde chicos que vuelan de fiebre hasta mayores doloridos por la artrosis. También escucha y da consejos a parejas al borde del divorcio o a madres preocupadísimas porque los chicos no quieren hacer los deberes. Todos lo consultan en el pueblo de Tres Algarrobos, en el oeste bonaerense.

Ayer, Sáenz Cavia fue premiado en el aula magna de la Academia Nacional de Medicina, en Buenos Aires, junto con los mejores médicos del año 2008. Es la primera vez que se reconoce a la categoría del médico rural. El año pasado, entre los premiados, estuvo la titular de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la médica argentina Mirta Roses. También lo recibieron en su momento César Milstein y René Favaloro.

"Quisiera compartirlo en pedacitos con los miles de médicos rurales que hay en el país", le dijo a Clarín minutos antes de recibir el premio. Su vocación se despertó desde chico. Su abuelo, sus primos y su padre habían estudiado Medicina. "Nunca tuve dudas".

Cuando estaba estudiando, en la Universidad del Salvador, tenía un compañero que se desvivía hablando bien del pueblo de Tres Algarrobos, en el partido bonaerense de Carlos Tejedor, a 520 kilómetros de la Capital. Y Saénz Cavia se fue entusiasmando con el lugar, aunque no lo había visitado. Más tarde se enamoró de una de sus compañeras de la facultad, quien terminó siendo la madre de sus siete hijos (ahora tiene 12 nietos) y se fueron a vivir a ese pueblo. "Yo quería ejercer una medicina más social, más en contacto con el paciente como ciudadano", contó.

Tras la mudanza, empezó a trabajar en la única unidad sanitaria del pueblo. A mediados de los 80, asumió como director y luchó junto con los 3.000 habitantes, que organizaron rifas y domas para tener un hospital. Lo consiguieron. Su vocación lo enfrentó con momentos duros, como cuando una paciente embarazada tenía presión alta y convulsiones y había que internarla, pero no había cama. "La llevamos en ambulancia hasta Quilmes. Y todo terminó bien".

También experimentó momentos inesperados. "Un día vino una pareja que estaba por separarse. Yo les dije que estaba a favor de la familia, pero que era mejor separarse si realmente la estaban pasando tan mal. El era alcohólico y ella no lo soportaba más. Se separaron. Pero a los pocos días, el hombre vino y me pidió ayuda para tratar su alcoholismo. Se recuperó y después de un tiempo volvió a convivir con su mujer".

Sáenz Cavia reconstruye también en otros terrenos. Con su esposa, se encargó de rearmar la biblioteca popular: tiene 10.000 volúmenes, que ahora los chicos usan para hacer los deberes. "Tuve la suerte de tener una esposa excelente. No es fácil ser la mujer de un médico rural: hemos perdido muchas fiestas, porque yo estaba atendiendo pacientes por el campo. Pero a mí me fascina poder calmar el dolor de los demás".

 

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