Cuando el miedo se dispara | 26 AGO 08

La fobia a los exámenes afecta cada vez a más universitarios

Nervios. Estudiar no es el problema, pero cuando hay que rendir los orales, el miedo se dispara.

Sus víctimas son entre el 8 y el 15% de la población universitaria, y las mujeres son más propensas. Provoca tensión, temblores y ansiedad a la hora de participar en clases grupales o tener que dirigirse a un profesor. Muchos jóvenes hasta dejan sus estudios por no poder superar esta problemática en alza. Las relaciones familares pueden ser determinantes.

Por Laura Gambale 

Temblores, insomnio y respiración acelerada son algunos de los síntomas más comunes de la fobia social y una de sus derivados, la fobia a los exámenes que, en la actualidad, padece de un 8 a 15% de la población universitaria. Ambas patologías están relacionadas y tienen a la ansiedad como protagonista. “La fobia social es un trastorno de ansiedad dependiente del entorno, que se activa frente al público por miedo a ser evaluado negativamente. Lo más común es que los alumnos no se animen a levantar la mano en clase por temor a preguntar algo estúpido, y mucho menos proponerse para exponer algún trabajo realizado en grupo. La fobia a exámenes está íntimamente relacionada con la social y se activa ante la inminencia de un examen final, es focalizada, y se agudiza cuando es de forma oral”, explicó el licenciado Guillermo Del Valle, (N de E: coordinador de la Red ansiedadsocial.com.ar ) “En mi experiencia en el consultorio, la edad promedio es de 20 años, mayormente le ocurre a las mujeres y las personalidades más propensas son las introvertidas, exigentes y obsesivas”, finalizó.

Vértigo. “Frené el estudio y hasta tuve que cambiarme de carrera”, comentó Ana, estudiante de Psicología y con 3 años de Medicina en su haber. El mayor miedo despertó con una materia particular por la actitud intimidatoria del profesor. “Al momento de dar el examen final sentía que me iba a preguntar algo que no sabía y que me iba a humillar. Por mi ansiedad, la noche anterior casi no dormía y al llegar la hora de levantarme sentía los pies pesados e inmóviles, lo que terminaba siendo una ‘buena excusa’ para no ir a rendir”, detalló.

El caso de Patricio es similar, aunque él retomó su carrera original, Administración de Empresas, luego de haberla abandonado. “Algunas veces rendí finales escritos, pero cuando llegaba la etapa del oral, no iba. Al hacer eso me daba culpa y entraba en un círculo vicioso. Los trabajos en grupo tampoco me gustaban, porque pensaba en que mis compañeros se reirían de mis opiniones. Recién cuando empecé terapia me di cuenta de mi fobia y el gran miedo que le tengo al fracaso”, confesó. Cuando recuerda el sudor frío y el color rojo que tomaba su cuerpo antes de hablar en público, agradece haberse dado cuenta “de que existen tratamientos y ‘herramientas’ –técnicas de relajación y respiración, entre otras– para superar el miedo”. Para Julieta también es difícil confiar en sí misma. “Los síntomas de ansiedad los tengo desde siempre, aunque lo identifiqué con fobia social hace poco. Solía reconocerme como una persona muy nerviosa y sentía que nadie me quería”, recuerda. Estudiante de Biología desde hace 10 años, todavía siente temblores ante la “amenaza” del examen y el “peligro” de dejar en evidencia “una respuesta estúpida”. “Me cuesta comunicarme con la gente en general, y desde que estoy estudiando, se agravó”, confesó.

 

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