Acerca de los números y las personas | 13 JUL 08

La verdad que subyace tras las estadísticas

Detrás de toda verdad racional y científica subyacen verdades menores que se expresan a través del corazón y los sentimientos.

Aníbal Álvarez

a.alvarez@elsevier.com

Si a una sola persona que sufre en el escenario de una tragedia colectiva le añadimos un nombre, le damos un rostro y nos acercamos a ella, interesándonos por los problemas que le aquejan, la habremos rescatado de las estadísticas que nos hablan del sufrimiento y la habremos convertido –se habrá convertido- en un ser humano, a veces incluso en un símbolo, no en una de las cifras estimativas que sirven para fijar la siempre discutible realidad de una determinada situación social y a partir de ahí arbitrar soluciones que eviten la repetición. Saber que en el mes de marzo de un determinado año ha habido menos muertos en carretera que en el mes de marzo del año precedente puede que transmita una sensación social de mejora, e incluso de eficacia en la regulación del tráfico, pero a los familiares de los fallecidos, ¿qué les consuela ese brindis de las estadísticas al optimismo, si ellos están velando el cadáver del ser querido y a partir de entonces tendrán que llenar como sea el hueco dejado por su ausencia? Las estadísticas substraen el alma de las personas, a las que convierten en números, cifras de una cantidad que nos impide acceder a las emociones y sentimientos de los seres humanos, lo que nos lleva a considerar como nuestra aquella frase que una vez pronunció la escritora argentina Doris Band: "Las estadísticas me producen la misma impresión que las minifaldas: muestran lo atractivo, ocultan lo vital". Y lo vital, eso que nos acredita y dignifica como seres humanos, es la persona, desnaturalizada y sumida en la invisibilidad y el ninguneo cuando las estadísticas intervienen y se ocupan de ella.
 
En el caso de los accidentes de tráfico, las estadísticas con las que nos meten el miedo en el cuerpo a través de los informativos se centran fundamentalmente en los muertos, pero no en los tetrapléjicos o cuadrapléjicos que resultan de los accidentes, personas condenadas a arrastrar una vida en la que antes del accidente nunca habían pensado como una posibilidad. De la "realidad" siempre distante y fría de las estadísticas cabe deducir que los números sirven para anular a las personas, pues cuantos más seres humanos entran en el baile de las cifras más se diluye y d
 

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