Habitología

Tabaquismo y redes sociales

Las decisiones de abandonar el tabaquismo reflejan conductas hechas por grupos de gente conectados entre sí.

Autor/a: Dres. Christakis NA, Fowler JH.

Fuente: N Engl J Med 2008;358:2249-58.

Introducción

En Estados Unidos fuman aproximadamente 44,5 millones de adultos y el tabaquismo continúa siendo el factor líder dentro de las condiciones prevenibles de muerte (440.000 muertes anuales). Sin embargo, la prevalencia del tabaquismo decayó del 45% al 21% en las últimas 4 décadas.

Los estudios demostraron el impacto de las ataduras sociales diádicas sobre el inicio y el abandono del tabaquismo, especialmente en la gente joven. Sin embargo, se desconoce en que extensión el tabaquismo depende del grado de incorporación de la gente en una red social, así como la extensión del comportamiento de fumar trasciende lazos diádicos.

Los autores de este trabajo evaluaron una red de 12.067 personas que fueron analizadas repetidamente sobre su comportamiento como fumadores durante un período de 32 años. Se estudiaron 6 aspectos:

  • La existencia de núcleos de fumadores y no fumadores dentro de la red.

  • La asociación entre el comportamiento de fumar de una persona y el comportamiento de sus contactos sociales.

  • La dependencia de esta asociación según la naturaleza de los lazos sociales (lazos entre hermanos, pareja, amigos, compañeros de trabajo y vecinos).

  • La influencia de la educación en el tabaquismo.

  • La magnitud de abandono del hábito que se produce en un segmento la red.

  • La magnitud de desplazamiento de los fumadores hacia la periferia de la red a lo largo del tiempo.

Métodos

Origen de los datos

El estudio The Framingham Heart Study se inició en 1948, con la incorporación de 5209 personas. En 1971, un total de 5124 niños de la cohorte original y sus respectivos cónyuges se enrolaron en la cohorte de vástagos de la cohorte original. En 1994, se inició un grupo de 508 personas denominadas la “OMNI cohorte” y en 2002, se inició la cohorte de tercera generación compuesta por 4095 niños de la cohorte de descendientes y sus parejas.

Evaluación de la red

Para este estudio se utilizó la cohorte de descendientes de 5124 participantes (denominados “egos” en el campo de la ciencia de redes). Cualquier persona con la cual estos participantes se pudieran haber relacionado sirvió como contactos sociales (también denominados “modificadores”). Un total de 12.067 personas y contactos se relacionaron en alguna medida durante el período de estudio (1971 a 2003). Se registró toda información referente a cambios en la familia de una persona (nacimientos, muertes, casamientos, divorcios, cambios de contactos por mudanzas, nuevos empleos o nuevas amistades).

En total se evaluaron 53.228 familias y lazos sociales en los 5124 participantes. Se incluyeron en el estudio personas de 21 o más años de edad con una edad promedio de 38 años, siendo el 53% mujeres. El promedio de nivel educativo fue de 1,6 años de educación preuniversitaria (college).

Resultados

Se observó un cambio sustancial en la prevalencia del tabaquismo y en la vida social de los fumadores durante el período 1971 a 2000. En 1971, había muchos más fumadores que en 2000 y los fumadores ocupaban el centro dentro del círculo de sus amigos y familiares en la misma extensión que lo hicieron los no fumadores. Sin embargo en 2000, la mayoría de las personas habían abandonado el cigarrillo y los que aún mantenían el hábito habían sido relegados a la periferia de la red social.

Se observó además, un aumento de la tendencia entre los fumadores de estar primariamente conectados con otros fumadores, generándose grupos de fumadores y de no fumadores que estaban separados entre sí. El promedio de riesgo de fumar entre los individuos que estaban conectados a una persona fumadora fue un 61% más alto en la red social estudiada que en una red escogida al azar. Los factores socioeconómicos no explicaron estas agrupaciones.

Los estudios también mostraron que las personas no abandonan el hábito gradualmente en la periferia de los grupos de fumadores sino que todo el grupo de fumadores interconectados se vuelven en conjunto no fumadores. A lo largo de los 32 años se observó que los fumadores engrosaban la periferia del grupo y los no fumadores se situaban más en el centro. Esta redistribución no se debió a un aumento de la tasa de mortalidad entre los fumadores. Tampoco fue causado por diferencias en el nivel educativo.

Asimismo, se observó que el tabaquismo tiende a disminuir la centralidad de ubicación de una persona, pero que la centralidad no reduce el tabaquismo.

Modelos interpersonales

Si una persona consideraba que un contacto era su amigo, las chances de que esa persona continuara con el hábito se reducían un 36% si el contacto dejaba de fumar. Este porcentaje era aún mayor (57%) cuando esta relación sucedía a nivel preuniversitario. O sea que las personas con mayor grado de educación eran más influenciables y también influenciaban más sobre el compañero.

Las personas con buen nivel educativo fueron más socialmente marginadas (se alejaban del centro del grupo) por ser fumadoras que las que tenían un menor nivel educativo. La distancia geográfica entre contactos no afectó estas relaciones, lo que significa que si una persona variaba su comportamiento y abandonaba el tabaquismo, esto impactaba sobre su contacto independientemente de la distancia que los separase.
En las relaciones basadas en vínculos laborales, el abandono del tabaquismo por un empleado o trabajador aumentaba las chances de que su contacto laboral también hiciera lo mismo, pero esto se observó solamente en las pequeñas empresas donde las relaciones entre empleados es más estrecha.

Entre los matrimonios donde ambos son fumadores se observó que cuando una pareja abandonaba el hábito, las chances de que la otra pareja lo imitara eran del 67%, Tanto el marido como la esposa se afectaban en forma similar. El mismo fenómeno, aunque en menor grado que entre esposos se observó entre hermanos.

El hábito de fumar no se modificó entre vecinos de un barrio ya que si uno modificaba el hábito no producía impacto sobre el vecino de la casa de al lado.

La magnitud del hábito o sea el número de cigarrillos fumados no fue un factor decisivo en las conductas entre personas.

Discusión

En las últimas décadas se ha comprobado la influencia que ejerce una persona sobre otra respecto del hábito de fumar cuando existe de por medio un vínculo de índole amistoso, familiar, o laboral. Incluso se producen cascadas de abandono del hábito ya que grupos conectados de una red abandonan el hábito en conjunto y en forma casi simultánea.

Esto indica que las decisiones de abandonar el tabaquismo no están limitadas a personas aisladas sino que reflejan decisiones hechas por grupos de gente conectadas entre sí, en forma directa o indirecta hasta un tercer grado de separación (el contacto del contacto del fumador).

Las personas parecerían actuar bajo presiones colectivas dentro de nichos o grupos de una red social. Como un mayor reflejo de esta observación, las personas que persistieron en el hábito eran desplazadas hacia la periferia de la red social y a su vez la red se volvía progresivamente más polarizada respecto de los fumadores y no fumadores con vínculos sociales más débiles entre estos grupos.

La carga o nivel educativo era muy importante ya que cuanto más alto era el nivel educativo de una persona, mayores eran las posibilidades de que sus amigos lo emularan en el abandono del hábito.

Este fenómeno que se produce en la red social puede ser explotado para diseminar conductas saludables. Las personas están conectadas y por lo tanto sus respectivas salud están conectadas y las intervenciones colectivas pueden ser más eficaces y más costo efectivas que las intervenciones individuales.

Finalmente, el aislamiento de los fumadores dentro de una red social sugiere una cascada de comportamientos saludables y el abandono del tabaquismo por una persona es muy relevante para el hábito de fumar de otros con quienes se relaciona en la red social mediante distintos vínculos.