Resistenica antibiótica | 19 MAY 08

Sin defensas contra las superbacterias

Estancamiento de la investigación de nuevos fármacos

MARÍA SÁNCHEZ-MONGE

La guerra contra las superbacterias, resistentes a numerosos antibióticos, no ha hecho más que comenzar. El brote de Acinetobacter baumannii en el Hospital 12 de octubre de Madrid es un capítulo más de una historia que no parece tener fin.

Uno de los principales problemas a los que se enfrentan los médicos que tienen que lidiar con este tipo de infecciones es el estancamiento de la investigación de nuevos fármacos. Los que hay en la actualidad son cada vez menos eficaces porque las bacterias están aprendiendo a defenderse de ellos. El arsenal terapéutico frente a algunos patógenos no se ha renovado en los últimos 10 años y tampoco se divisa ninguna novedad en el horizonte de la próxima década. Ante esta situación, numerosas voces, entre las que destaca la Sociedad Americana de Enfermedades Infecciosas, reclaman a la industria farmacéutica y a los poderes públicos un esfuerzo extra para garantizar el futuro control de un tipo de patologías que, aunque afectan principalmente a las personas en situación crítica ingresadas en los hospitales, empiezan a adquirir relevancia en la población general. "No podemos detener el desarrollo de resistencias -las bacterias continuarán mutando en respuesta al uso de fármacos-, pero sí ralentizar el ritmo al que se producen", según la asociación estadounidense.

Las superbacterias hospitalarias son uno de los tributos que tenemos que pagar por vivir más y superar patologías que antes eran causantes de una muerte segura. Sin embargo, no todas las infecciones que se producen en los centros sanitarios, especialmente en las UCI, son inevitables. Medidas básicas de higiene y el aislamiento de los pacientes afectados evitan muchos contagios. El diagnóstico precoz permite atajar el problema de forma más eficaz, a lo que también contribuye la elección de los antibióticos más adecuados.

Aun así, da la sensación de que las bacterias siempre nos llevarán la delantera. Al reproducirse tan rápidamente, son capaces de formar auténticos ejércitos de agentes patógenos que acumulan mutaciones. Algunas de ellas no les resultan beneficiosas, tal y como ocurre en todos los seres vivos. Sin embargo, otras muchas les proporcionan una ventaja a la hora de defenderse del ataque de los antibióticos. Cuando se encuentran cara a cara con los medicamentos, las cepas más débiles perecen, pero las que resisten se vuelven más poderosas. De momento, siguen existiendo suficientes alternativas terapéuticas para combatir la mayoría de las infecciones, pero el ritmo al que estos gérmenes se están volviendo resistentes a los fármacos actuales y la ralentización en la aparición de nuevos productos son circunstancias que auguran un futuro incierto.

Por otro lado, algunos de los patógenos también provocan serios problemas a personas no hospitalizadas. ¿Existe el riesgo de que se vuelvan más agresivos y provoquen epidemias entre la población general? Concepción Gimeno, del Servicio de Microbiología del Hospital Clínico Universitario de Valencia y presidenta de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología (SEIMC), explica que, a largo plazo, "podrían llegar a ser peligrosos en la comunidad", pero ahora no se plantea ese panorama y la probabilidad de que se dé no es muy alta. Aún así, conviene no bajar la guardia.

"Acinetobacter baumannii tiene poca virulencia, pero es muy resistente a los antibióticos", señala la experta. En cambio, "Staphylococcus aureus sí es un patógeno per se", y por lo tanto no solamente afecta a quienes están inmunodeprimidos. Esta bacteria también se está haciendo fuerte frente a un número creciente de fármacos.

Nuevos fármacos

La lucha contra estos y otros microbios representa un auténtico desafío para la ciencia. En el día a día de la práctica clínica, lo fundamental es controlar todos y cada uno de los brotes que se suceden. Cuando no es un patógeno es otro, no hay tregua, y culminada una batalla llega la siguiente. También resulta fundamental un uso racional de los medicamentos existentes. No hay forma posible de ganar la guerra, pero las futuras victorias parciales dependen de la investigación. Sin embargo, ésta "no resulta rentable para la industria farmacéutica", asevera Gimeno. Se tarda aproximadamente una década en desarrollar un nuevo medicamento. Es un plazo muy largo para un producto que tiende a quemarse relativamente pronto por el surgimiento de bacterias multirresistentes. "Últimamente están apareciendo menos antimicrobianos que hace unos años", indica.

Pedro Rodríguez Baño, de la sección de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Virgen de la Macarena de Sevilla, confirma que la investigación en este terreno está "absolutamente detenida". Se siguen explorando nuevas alternativas, pero no en todos los frentes. Así, por ejemplo, "no ha salido ningún antibiótico nuevo frente a Pseudomonas aeruginosa desde hace una década". Pero el especialista plantea un problema aún peor: "tampoco se prevé comercialización alguna en la próxima década".

 

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