Crimen en España | 19 ABR 08

El enfermo mental no es más violento que el sano

El horrible crimen de un esquizofrénico reabre el debate: ¿debía estar encerrado? - Los expertos prefieren al enfermo libre y bajo tratamiento, pero faltan psiquiatras.
MÓNICA SALOMONE
 
EL PAÍS 
Un hombre en tratamiento psiquiátrico decapita a su madre y se pasea con la cabeza envuelta en un trapo bajo el brazo, como ha ocurrido esta semana en Murcia. Una médica que sufre esquizofrenia ataca a ocho personas y mata a tres, como pasó en la Clínica de la Concepción, en Madrid, en 2003. La reacción es inmediata: ¿cómo puede haber ocurrido?, ¿estas personas no deberían estar controladas?, ¿está el sistema preparado para atenderlas y evitar estos sucesos? Podría decirse que cada vez que se da un caso así, se reabre el debate en torno a la atención a enfermos mentales graves. Pero no sería del todo correcto. Porque entre los especialistas no hay debate alguno: los psiquiatras responden a las preguntas de antes con unanimidad total, y mensajes como los siguientes. El principal es que no son más peligrosos que la población sana; más bien al contrario. Dos: atendidos de forma adecuada y en términos generales, donde mejor están es en sus casas. Tres, y aquí viene un importante pero: como reconoce la propia Estrategia Nacional en Salud Mental, faltan recursos para proporcionar esa atención. Lo que sigue son los matices (hay unos cuantos).

Un caso no hace estadística, y nadie dirá que el de Murcia es atribuible a los pocos medios. Es más, Carlos Giribert, subdirector general de Salud Mental de Murcia, asegura que, aunque "todo es mejorable", disponen de "recursos suficientes". Faltan psiquiatras, pero "como en el resto de las comunidades". Angelo Carotenuto, el enfermo parricida, "había usado muchos de nuestros recursos asistenciales en los últimos años. Estaba siendo seguido, seguía su tratamiento. El sistema tenía una respuesta para su situación". ¿Qué pasó entonces? Sin entrar en detalles, en parte por motivos deontológicos, Giribert apunta: "Además de enfermo mental, Carotenuto es toxicómano, y eso hace que su comportamiento sea mucho más impredecible". Lo que remite a una de las preguntas iniciales: si se sabe que las personas con esquizofrenia y adicción a drogas son impredecibles, ¿deben estar en la calle?

A esta pregunta, los psiquiatras responden por partes. En la primera recuerdan que los enfermos mentales graves suelen ser más "víctimas que agresores", dice Francisco Pulido, psiquiatra responsable del Plan Insular de Rehabilitación Psicosocial de Tenerife. Como explica Alberto Fernández Liria, presidente de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, los enfermos mentales graves representan un 3% de la población, pero cometen "mucho menos del 3%" de los delitos violentos. Para los psiquiatras es algo lógico, dado que un enfermo mental es de por sí más vulnerable, en vez de lo contrario, y tiende a evitar el contacto social. Pero hay una circunstancia que daña mucho su imagen: sus crímenes, cuando se producen, suelen ser muy llamativos. Dan titulares. "Si alguien de Madrid asesina a alguien, el titular no es 'Un madrileño...'. Eso lo entiende todo el mundo. ¿Por qué no pasa lo mismo con un esquizofrénico?", se pregunta Fernández Liria. La estadística le da la razón. Pero tal vez sea lógico preguntarse si, en el caso de un enfermo mental grave, ese crimen podía haberse evitado.

De eso trata la segunda parte de la respuesta de los psiquiatras. Efectivamente, con un seguimiento adecuado, los riesgos para la seguridad del paciente y de quienes le rodean baja mucho, "prácticamente desaparece", señala Pulido. La razón es que, cuando el paciente sigue su tratamiento, puede llevar una vida normal durante largos periodos, y las crisis se producen tras síntomas que tanto los expertos como los familiares suelen reconocer. "Eso pasa de forma excepcional", dice Pulido, y entonces, si es necesario, se puede ingresar involuntariamente al enfermo, siempre con autorización judicial.

Por supuesto, las cosas no pasan siempre según prevén los manuales. "Hay un componente de impredecibilidad en la enfermedad que es del todo inevitable", afirma Pulido. "Pero es muy bajo". Coincide con él Juan José Martínez Jambrina, coordinador del Servicio de Salud Mental de Avilés (Asturias): "Nunca voy a poder estar cien por cien seguro de que no va a haber un cambio repentino". Pero el mensaje es contundente: lo inevitable se reduce mucho con un buen seguimiento. "Es como con los accidentes de tráfico", dice Martínez Jambrina. "Se hace mucho esfuerzo por evitarlos, pero los hay todas las semanas. No por eso vamos a suprimir los coches". Para Giribert, en Murcia, el caso de Carotenuto podría ser de los impredecibles.

Ahora bien, todo lo anterior se basa en que los enfermos estén bien tratados y seguidos. ¿Lo están? Ya en los años ochenta, psiquiatras estadounidenses demostraron que los enfermos mentales se tratan mejor en su entorno, en vez de aislados en un centro. La filosofía se extendió por el Reino Unido y otros países, y en 2005 se promulgó, bajo el auspicio de la Organización Mundial de la Salud, la Declaración de Helsinki en Salud Mental, que propugna el mismo principio y que fue suscrita por España en 2005. En esta declaración se basa la actual Estrategia Nacional de Salud Mental española (2007). En ella se afirma: "Numerosos estudios muestran que, a igualdad de gasto, el modelo comunitario es m&aa
 

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