ACC 2008 | 01 ABR 08

La alimentación de los bebes influye en la salud cardiovascular

Según investigadores británicos condiciona lo que ocurre años después.

CHICAGO.– Cada vez más estudios intentan traducir en cifras y resultados lo que la medicina conoce desde hace tiempo: las arterias empiezan a acumular los efectos de los malos hábitos desde el momento del nacimiento. Ahora, en Londres, se acaba de demostrar que la alimentación enriquecida en los primeros 60 días de vida aumenta 0,5 mmHg la presión sistólica (valor máximo) y reduce la elasticidad de las paredes arteriales 10 años más tarde.“Habría una etapa temprana en la vida en la que el organismo queda como programado para una futura enfermedad vascular. En esa etapa, la nutrición tendría un papel muy importante”, expresó la doctora Marietta Charakida, investigadora del Instituto de Salud Infantil del University College London, al presentar el estudio en la reunión anual del Colegio Estadounidense de Cardiología (ACC 08), en esta ciudad. Este nuevo trabajo, según precisó Charakida, demuestra que “no es suficiente la prevención cardiovascular en la edad adulta, ni siquiera en la niñez, sino que son las estrategias nutricionales en la primera infancia lo que nos permitirá obtener más y mejores beneficios".

Hasta ahora se sabía que el bajo peso al nacer, sobre todo en los bebes prematuros, favorecía la aparición de problemas cardíacos en la edad adulta si no se compensaba rápidamente. De ahí la idea de que la pronta recuperación del peso después de nacer tendría un efecto protector.

Sin embargo, la investigación del equipo dirigido por Charakida, que incluyó a investigadores de la Unidad de Epidemiología Pediátrica y Perinatal de la Universidad de Bristol (Reino Unido), afirma que el crecimiento acelerado con fórmula enriquecida en los primeros meses de vida induce la futura aparición de una gran variedad de problemas, como el infarto o la hipertensión.

Para este nuevo estudio, el equipo seleccionó a los 6167 chicos que participaron en el Estudio Longitudinal Avon de Padres e Hijos, conocido también como el "estudio de los niños de los noventa". Recopilaron los datos del peso al nacer y a los dos meses de vida y los compararon con el peso y el índice de masa corporal (IMC) a los 10 años de edad. Además, les midieron la capacidad que tenían sus arterias de contraerse y distenderse al cumplir la primera década.

El resultado sorprendió a los autores más de lo que ellos esperaban, según admitió Charakida. Vieron que los chicos que habían aumentado de peso rápidamente durante los primeros 60 días de vida tenían, en promedio, 0,5 mmHg más de presión sistólica que los que habían recuperado el peso más lentamente. Y también, que las paredes arteriales estaban más rígidas de lo normal, lo que es una señal de lesión arterial. Todo ocurrió independientemente del sexo, el IMC, la frecuencia cardíaca y el nivel de colesterol en sangre de cada niño.

 

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