Gran proyecto | 17 MAR 08

El 'otro Bill Gates', busca el mapa genético del cerebro

El atlas cerebral podría estar disponible en cuatro años. Costará 35 millones de euros.

Un cerebro de ratón. En rojo y verde, los genes activados. (Foto: Allen Institute)
ISABEL ESPIÑO

MADRID.- En 1975, Paul G. Allen creó una empresa informática con su compañero de instituto, otro 'empollón' llamado Bill Gates. El cofundador de Microsoft, actualmente un empresario millonario entregado a numerosas iniciativas filantrópicas, acaba de anunciar un gran proyecto: un atlas del cerebro humano, que indicará los genes activos en cada región cerebral.

A esta iniciativa le acompañan otras dos: un mapa de la médula espinal y del cerebro en desarrollo, ambos en el roedor. La fundación de Allen, el Allen Institute for Brain Science, ya consiguió en 2006 el paso previo a estas ambiciosas iniciativas: un gran atlas del cerebro del ratón.

"Basándonos en el éxito de nuestro proyecto inaugural, el Allen Brain Atlas, estamos inspirados para asumir proyectos científicos punteros, creando recursos a gran escala que estimulen la innovación para innumerables descubrimientos en la investigación cerebral", ha declarado Allan Jones, jefe científico del instituto.

El mapa ratonil está a disposición de cualquier investigador (e internauta), gratis, a través de su página web. Basta seleccionar un área del cerebro para ver qué genes están activos en ella. En total, se describen unos 20.000.

Su homólogo humano podría estar disponible dentro de cuatro años. Los miembros del Allan Institute confían en que el atlas constituya una útil herramienta para estudiar numerosas enfermedades neurológicas y psiquiátricas. Será "el primer atlas cerebral humano que descubra información sobre la actividad genética sobre un mapa anatómico en tres dimensiones", dice la compañía en un comunicado.

El proyecto, de 55 millones de dólares (más de 35 millones de euros), según The Wall Street Journal, planea estudiar media docena de cerebros de personas fallecidas que estaban sanas, tanto neurológica como psíquicamente. Sus cerebros serán minuciosamente divididos (entre 500 y 2.000 partes) para ver qué genes se activan en cada región. Como la muerte cerebral puede alterar algunas expresiones genéticas, los científicos no analizarán el ADN, sino un 'sucedáneo': el ARN mensajero, que es el que transporta las instrucciones contenidas en el ADN para la fabricación de proteínas.

 

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