(Por Graciela María Espinoza*)
Su característica esencial es el agotamiento emocional y escepticismo, que se manifiestan entre los profesionales en el ejercicio de su actividad laboral, cuando ésta se realiza en el campo de los servicios humanos o en las denominadas profesiones de ayuda (la salud, la educación, la seguridad pública, etc.).
“Los equipos de salud sufren una crisis de insatisfacción en el ejercicio de la profesión", precisó días atrás, en el diario La Nación, el doctor Gustavo Cardigni, jefe de Terapia Intensiva del Hospital Garrahan y tesorero de la Sociedad Argentina de Pediatría
El estrés laboral crónico que padecen los trabajadores de la salud afecta negativamente el rendimiento y la calidad del servicio profesional.
En su voluntad por adaptarse y responder eficazmente a un exceso en las demandas y presiones laborales, sumados a la falta de reconocimiento social y económico los someten a un esfuerzo intensivo y sostenido en el tiempo, a una sobre exigencia y tensión que conlleva el riesgo de contraer enfermedades.
El síndrome de desgaste profesional es un proceso gradual de pérdida de interés en el trabajo, pérdida de responsabilidad, propensión a cometer errores en sus actos médicos, hasta llegar a una depresión severa que podría invalidarlo.
A quienes afecta el síndrome de burn-out? Nadie está exento de sufrir estrés laboral, pero este síndrome aparece principalmente en las personas que trabajan en la educación y en el sector salud.
¿Cuándo aparece el burnout? Cuando el estrés sobrepasa las capacidades adaptativas del individuo. Cuando el médico insiste sin éxito en concretar sus metas y objetivos y pronto es conciente que el esfuerzo no se correlaciona con el reconocimiento social y económico. O cuando existe discrepancia entre las expectativas e ideales individuales por un lado, y la dura realidad de lo cotidiano por el otro.
Son muchas las variables que intervienen en el síndrome de desgaste profesional, algunas de índole personal, como el tipo de personalidad, su entorno familiar, la especialidad elegida, su destreza y experiencia en la práctica profesional. Pero son sin duda un entorno laboral negativo y una situación socio-económica adversa los factores más relevantes.
Es importante reconocer en uno mismo las primeras señales de cansancio laboral. El síndrome de burnout se manifiesta con síntomas físicos, emocionales e intelectuales. Los síntomas físicos son los primeros en aparecer e incluyen alteraciones cardiovasculares (crisis hipertensivas), fatiga crónica, cefaleas y migraña, alteraciones gastrointestinales (colon irritable, úlcera duodenal), mialgias, alteraciones del sueño, disfunciones sexuales, etc.
Entre las alteraciones conductuales destacan los trastornos alimentarios, el abuso de drogas, fármacos y alcohol, el ausentismo laboral, el tabaquismo. En ocasiones surgen conductas paradójicas defensivas como la hipertrofia de "hobbies" (que llenan la mente del trabajador incluso en horas de trabajo), seudo ausentismo laboral con el desarrollo de conductas cuyo objeto es limitar el número de horas reales en el centro de trabajo (actividades sindicales, talleres culturales, etc.).
Las alteraciones emocionales más frecuentes son ansiedad, depresión, irritabilidad, disforia, baja autoestima, falta de motivación, dificultades de concentración, distanciamiento emocional, sentimientos de frustración profesional y deseos de abandonar el trabajo. En España, el costo económico por ausentismo y bajas laborales que genera esta situación superan los 20.000 millones de euros al año. En EEUU están creciendo los niveles de estrés según lo confirma un amplio estudio del NIOSH (Nacional Institute for Occupational Safety and Health) el cual demuestra que mientras en el año 2001 los trabajadores que reportaron estrés fueron el 37%, en el 2002 esta cifra ascendió al 45%.
De acuerdo a la American Psycologycal Association el 60% del ausentismo laboral se debe al estrés relacionado al trabajo, y su costo anual asciende a 57 billones de dólares. Con esta base la NBC anuncia y pone a la comunidad al tanto de la gravedad de este síndrome para que se tomen las medidas preventivas.
Los profesionales de la salud se están “quemando” en la provincia de Corrientes Es fácil imaginar el porcentaje de “profesionales quemados” que tiene la provincia de Corrientes, si recordamos la larga e infructuosa lucha por la que atraviesa el sector salud en pos de alcanzar un salario digno. El escepticismo los invade y el cansancio emocional agobia su talento y creatividad.
Los profesionales de la salud de la provincia de Corrientes tienen los salarios más bajos del país . Un profesional con categoría 20 recibe un básico de 290$, muy por debajo del índice de pobreza y el sueldo de bolsillo de un médico con 26 años de antigüedad es de 1.335$. En el Chaco, un médico con esa categoría percibe alrededor de 4.350$.
La mayoría de los médicos que trabajan en los Hospitales de la Capital, como el Escuela o el Vidal, dedicaron más de quince años en lograr destreza en la disciplina. Han adquirido una segunda lengua, pues gran parte de la literatura mundial está en inglés y deben conocer acabadamente las herramientas informáticas para acceder a las redes de actualización on line.
Muchos se han especializado en países extranjeros, o son Titulares de Cátedras de la UNNE. No sólo desarrollan actividades asistenciales sino además realizan docencia e investigación. Además, ofrecen a la comunidad cursos de educación para la salud, entre otras cosas.
¿Cómo explicarle a este profesional de la salud que el esfuerzo en tiempo y dinero invertidos para su realización personal no le otorga la posibilidad de promocionarse dentro del centro donde participa, porque no existe la carrera hospitalaria, o que su destreza y habilidad para curar ya no le darán ni el prestigio, ni el status social de antaño?
¡¡Hay que cuidar al cuidador!!
Es indiscutible que lo mejor del Sistema de Salud en la provincia de Corrientes es el capital humano de que dispone. Basta mirar algunos títulos recientes en los medios de comunicación: “En 10 días, Corrientes ya realizó tres ablaciones de órganos, o “somos una de las provincias con mayor número de donantes para transplantes”, o “se practicó con éxito una operación de by pass gástrico en Corrientes”, o “somos un centro de referencia en la atención de enfermos con HIV”, etc. Sin embargo, estos destacados profesionales se encuentran a un paso del burn-out y esto debiera preocupar seriamente a las autoridades sanitarias.
¿Y de los riesgos de contraer enfermedades infecciosas, hepatitis, HIV, o la exposición a radiaciones, o inhalantes tóxicos, alguien se acuerda?
Los recursos humanos son vitales para el buen funcionamiento del sistema de salud y no hay que permitir que se deterioren.
Las consecuencias del burnout pueden ser graves e inciden sobre todas las partes involucradas: en el médico, llevándolo a la desmotivación, frustración, depresión y en algunos casos al abuso de fármacos; en la familia, víctima de malos tratos, llegando a veces al divorcio; en el sistema de salud, con reducción del rendimiento de sus trabajadores, ausentismo, impuntualidad, incremento en los costos; y en los pacientes, que reciben una atención de mala calidad y una pésima relación médico paciente, con posible mala praxis y sus derivaciones legales.
Es imperiosa la necesidad de revertir esta situación. Sin duda, una mayor atención a los procesos organizativos, una cultura empresarial diferente, una legislación que lo proteja y una retribución acorde a su jerarquía, podrán ayudar a recomponer el sistema de salud.
*Médica del Servicio de Clínica Médica y de la Unidad de Diabetes y Endocrinología del Hospital Escuela de la Provincia de Corrientes