Nuestra realidad | 23 ENE 08

Suicidio y adicción en Uruguay

El suicido en Uruguay presenta altas tasas para la región (10/100.000 habitantes). Internacionalmente se estima que el intento de autoeliminación (IAE) es diez veces superior al suicidio, y junto al consumo de drogas aparecen como elementos de predisposición de conductas agresivas.
Autor/a: Dra. Ps. Cristina Larrobla, Dr. Artigas Pouy 
Material y método

De la muestra se destaca que 80% de los individuos encuestados es de sexo masculino, siendo el 20% restante del sexo femenino (relación de 4 a 1). Sobre las edades se observa que predominan los individuos comprendidos en la franja etaria entre 20 y 29 años (52,6%), siendo la media de edad 28 años. El resto de los sujetos se distribuyen
de acuerdo con la figura 1. Tomando en cuenta el nivel de instrucción se observó que 9,5% de los individuos estudiaba en el momento de la recolección de datos y 81,1% no lo hacía. La distribución del último nivel de estudio alcanzado por este último grupo se presenta en la tabla 1.
Del total de la población muestreada se destaca que 43,2% se encontraba desempleado, 30,5% tenía trabajo estable y 14,7% realizaba trabajos zafrales. Si consideramos con quién vivían los individuos, se observa que 17,9% lo hacía solo. Aquellos que no vivían solos lo hacían: 4,2% con la pareja; 6,3% con pareja e hijos; 12,6% con la madre, el padre y los hermanos; 10,5% con la madre; 2,1% con hermano/s; 1,1% con hijos y 2,1% con otros familiares. Es importante resaltar que no se tuvo intención de profundizar en el tipo de unión conyugal, por lo tanto las categorías indagadas a ese respecto fueron clasificadas como "solo" y "pareja". Al momento de la recolección de datos, 36,8% de los pacientes habían tenido consulta psiquiátrica previa, mientras que 58,9% no. También se indagaron antecedentes de internaciones psiquiátricas, sobre lo cual se sabe que 25,3% tuvo y 70,5% no.
En relación con la variable ideación suicida se observó que la misma se presentó en 60% de la muestra. Entre las mujeres que conformaron la muestra, 10,5% negó ideación suicida mientras que el 89,5% restante la declaró. Entre los hombres, 47,4% la negó mientras 52,6% la declaró. Sobre la variable IAE se observó que 34,7% de la muestra realizó uno o más IAE, mientras que el 65,3% restante declaró no haber intentado suicidarse. La figura 2 muestra estos valores.
En función de la clasificación de gravedad del IAE establecida, 10,8% presentó un grado de letalidad alto, mientras que en 59,5% fue medio y en el 29,7% restante fue clasificado como bajo. Es importante destacar que de los sujetos que presentaron internación en centros de tratamiento intensivo, todos habían tenido internaciones previas por otros IAE en salas de medicina general. Los métodos más frecuentemente utilizados fueron la intoxicación con drogas ilegales y la ingesta de alcohol. Del total de mujeres de la muestra, 84,2% realizó algún IAE, mientras que en el caso de la población masculina sólo 22,4% lo realizó.
Los datos sobre la variable consumo de sustancias indican que del total de la muestra, 78,9% reunía los criterios diagnósticos para la clasificación de “dependencia de sustancias” y 21,1% para el diagnóstico de “abuso de sustancias”. La figura 3 muestra la distribución del diagnóstico de consumo.
En lo que se refiere a la variable IAE se observó que del total de la muestra, 34,7% (33 casos) realizaron por lo menos un IAE, de ellos 48,5% (16 casos) son de sexo femenino y 51,5% (17 casos) son de sexo masculino; todos ellos presentaron ideación suicida.
En cuanto a la situación laboral de estos pacientes se destaca que al momento de la recolección de datos 27,3% realizaba algún trabajo (estable o zafral) mientras que 60,6% se encontraba desempleado; 21,2% estudiaba y 66,7% de los casos presentaba secundaria como último nivel de instrucción alcanzado. Si se considera esta variable y el nivel de formación para el caso de los hombres y las mujeres de este subgrupo se observa que en los primeros, 35,3% tenía alguna actividad laboral y 58,8% se encontraba desempleado; 64,7% había alcanzado el nivel de secundaria mientras 17,6% estaba estudiando al momento de la recolección de datos. La situación que presentaban las mujeres era la siguiente: 18,8% presentaba trabajo estable y 62,5% estaba desempleada; 25% se encontraba estudiando y 68,8% había alcanzado la secundaria como último nivel de formación.
Del total de sujetos que cometieron IAE, 51,5% requirió internación. En el presente trabajo se consideró la misma como un reflejo de la gravedad del intento. Este dato es mencionado en la bibliografía como uno de los indicadores del grado de letalidad. De los 33 casos, 90,9% realizaron entre uno y cuatro IAE, esto comprende a la totalidad de hombres y 81,3% de mujeres. Se registraron dos casos en los cuales se realizaron un total de 7 y 10 IAE respectivamente, en ambos fueron mujeres. La distribución de este dato se presenta en la tabla 2.
En relación con el último intento realizado se indagó si había sido planificado y si se lo había comunicado a alguna persona previamente. Sobre estos datos se sabe que 27,3% lo planificó y 6,1% lo comunicó previamente a alguna persona. Otros elementos a tener en cuenta en relación con esta población específica es que: 63,6% (21 casos) tuvieron asistencia psiquiátrica previa, mientras que 36,4% no la tuvo y 51,5% (17 casos) presentó por lo menos una internación psiquiátrica y 48,5% nunca la tuvo.
Considerando la variable del consumo de sustancias psicoactivas, según los criterios del DSM IV(32), se destaca que: 75,8% (25 casos) de los individuos con IAE presentan dependencia para una o más sustancias, mientras 24,2% (7 casos) fue diagnosticado como abuso. La figura 4 muestra la distribución del consumo en los casos que realizaron IAE. Entre las mujeres con IAE, el diagnóstico de dependencia se realizó en 68,75%, mientras que el 31,25% restante cumplía los criterios para el diagnóstico de abuso.
Entre los hombres con IAE el diagnóstico de dependencia se realizó en 82,4%, mientras que el 17,6% restante cumplía con los criterios para el diagnóstico de abuso.
Se relevaron antecedentes familiares de IAE y consumo de sustancias psicoactivas entre los pacientes que realizaron intentos. El antecedente de IAE se encontró sólo en 9,1% de los pacientes, mientras que aparecen antecedentes de consumo de sustancias en 51,5%.

Conclusiones
Como se mencionó al inicio del trabajo, tanto en la bibliografía internacional como en la nacional consultada, las variables de consumo de sustancias psicoactivas y los IAE son citados como elementos considerados relevantes a la predisposición de conductas auto y heteroagresivas.
Varios de los trabajos destacan que los sujetos consumidores conforman una población de riesgo.
Tomando lo mencionado anteriormente como punto de referencia, el presente trabajo permitió generar un banco de datos con 95 pacientes que presentan la característica de ser consumidores de algunas sustancias psicoactivas. Si bien los datos obtenidos abarcan un período de cuatro meses, este aspecto podría ser ampliado en estudios posteriores.
La confiabilidad del registro de los datos fue alta, en tanto los encuestadores fueron algunos de los profesionales que trabajan en el servicio donde fue desarrollada la investigación, así como también los propios investigadores y un colaborador preparado previamente para la labor. De los datos recabados en el total de la muestra se destacan los siguientes elementos: acentuado predominio de sujetos de sexo masculino (80%) frente al femenino (20%); más de la mitad de los encuestados correspondía a la categoría de adulto joven en etapa productiva (52,6% entre 20 y 29 años). El 43,2% se encontraba desempleado, mientras que 30,5% tenía trabajo estable y 14,7% realizaba trabajos zafrales , “changas”; estos datos no permiten establecer el predominio de una categoría en particular en tanto los porcentajes obtenidos no presentan diferencias significativas (“desempleados” 43,2%, “ocupación” tanto estable como zafral 45,2%). El 81,1% de los sujetos no estudiaba en el momento de la recolección de los datos y 68,4% presentaba como último nivel de instrucción la secundaria. Del total de los casos, 36,8% tuvo asistencia psiquiátrica previa a la primera consulta por consumo de sustancias psicoactivas, de los cuales 25,3% declaró haber tenido internación. En relación con esta variable no fue indagado el diagnóstico psiquiátrico pero sí el motivo de la internación, ambos elementos podrían ser abordados en trabajos posteriores con la finalidad de establecer posibles relaciones entre esta variable conjuntamente con las de IAE y consumo. Varios trabajos internacionales y nacionales presentan datos al respecto, pero no en esta población específica.
Según criterios del DSM IV, 78,9% de los individuos presentaban dependencia para una o más sustancias psicoactivas, mientras que 21,1% se clasificaba como abuso; 50,5% de los encuestados presentaban antecedentes de consumo en familiares.
Los datos mencionados anteriormente permiten describir un perfil general de los pacientes consumidores de la muestra que lo caracterizan como adulto joven, mayoritariamente
masculino, con nivel de formación predominantemente secundario, sin diferencias significativas en la situación laboral y marcado predominio de dependencia a una o más sustancias en relación con la clasificación de abuso.
En relación con los pacientes que presentaron ideación suicida e IAE se destaca que más de la mitad (60%) declaró haber pensado en algún momento quitarse la vida, mientras que 34,7% realizó uno o más IAE. Estos datos abren la interrogante de si el consumo de sustancias psicoactivas sería una forma de contrarrestar estados depresivos, factor que “rescataría” a la persona de la consumación de un acto suicida, tomando como base el hecho de que el consumo de sustancias está definido como trastorno psiquiátrico en los manuales de clasificación de enfermedades mentales (CIE 10, DSM IV) y, además, está presente también como entidad comórbida con cuadros que se consideran altamente vinculados a altas tasas de IAE y suicidio (depresión, esquizofrenia, ansiedad, etcétera)(9). Específicamente, de los sujetos que realizaron IAE se destaca que no hay una diferencia significativa entre los sexos – 48,5% fueron mujeres y 51,5% fueron hombres– lo que no se condice con los resultados obtenidos en otros trabajos a nivel internacional y nacional en los que se establece que el sexo femenino predomina frente al masculino en esta conducta. Se destaca también que 75,8% de los casos fue clasificado como dependiente, mientras que 24,2% fue diagnosticado con abuso. En relación con esta variable predominan nuevamente los hombres (42,4%) frente a las mujeres (33,3%) con diagnóstico de dependencia, mientras que en la clasificación de abuso predominan las mujeres (15,2%) frente a los hombres (9,1%). Se observó entre los casos que presentaron uno o más intentos y el consumo de sustancias una relación de 3 a 1.
En relación con la cantidad de IAE llevados a cabo es llamativo que en el rango de 1 a 4 veces hay un claro predominio de hombres (todos los incluidos en el total del subgrupo) frente a las mujeres (81,3%); en los casos en que el número de veces alcanza a 7 y 10 se identifican solamente mujeres. Es importante destacar que los sujetos que requirieron internación en centros de internación intensiva habían requerido internaciones en sala de medicina general en los intentos previos, este elemento sigue la tendencia que se destaca en la bibliografía internacional en relación con el aumento en el grado de letalidad del acto.
Según los datos aportados hasta el momento se destacar ía que los hombres consumidores de sustancias psicoactivas con diagnóstico de dependencia, desempleados, con un nivel de instrucción de secundaria y ubicados entre los 20 y 29 años de edad son más propensos a realizar IAE. En el caso de las mujeres esto se cumpliría si reúnen las condiciones de diagnóstico de dependencia, se encuentran desempleadas, también presentan secundaria como último nivel de instrucción y están comprendidas entre los 15 y 29 años de edad. En otras palabras, estos dos subgrupos de consumidores se presentarían como de mayor riesgo. Estos datos permitirían plantear una relación directa entre la magnitud del consumo y la posibilidad de realizar IAE. Es importante destacar que entre los individuos que cometieron IAE, sólo 9,1% presentó antecedentes familiares con dicha conducta mientras que 51,5% presentó antecedentes de consumo de alguna sustancia psicoactiva.
Los resultados obtenidos en el presente trabajo presentan una serie de características sobre una muestra de población consumidora de alguna sustancia psicoactiva que realizó IAE en algún momento de su vida. Algunos de los resultados confirmarían tendencias destacadas en artículos internacionales y nacionales sobre el comportamiento de los intentos en población no específicamente consumidora; sin embargo, otros datos mostrarían comportamientos diferentes. Estos factores resaltan la necesidad e importancia de profundizar, a través de nuevos estudios, en el fenómeno de los IAE y su relación con el consumo de sustancias psicoactivas. De esa forma se contribuiría a la organización de insumos para la elaboración de políticas y programas que apunten a la prevención del tema de estudio aquí presentado y se ajusten a la realidad de nuestro país.

 

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