Trasplante Intestinal | 30 DIC 07

Un trasplante que devolvió la esperanza

Donación de órganos: la única opción para chicos con disfunción intestinal irreversible.

Gracias a la perseverancia de sus padres, Leandro, de 5 años, logró acceder a esa intervención que sus médicos le negaban

-Leandro necesita un trasplante de intestino, si no se va a morir -les dijo Raúl Barreto a los médicos que atendían a su hijo Leandro, de 3 años, internado en terapia intensiva, en estado crítico.

-Tiene razón, pero todavía no se hacen esos trasplantes en el país -le respondió uno de los médicos.

-Pero yo leí que hay un grupo de médicos que formaron un equipo de trasplantes de intestino...

-Eso es pura propaganda.

El 13 de diciembre último, a los 5 años de edad, Leandro recibió ese trasplante de intestino imposible, aquel que los médicos le negaban, y el mismo que ha logrado que después de perder buena parte de su aparato digestivo, de no alimentarse por boca durante 20 meses y 2 días, de cinco cirugías y de múltiples complicaciones e internaciones, hoy pueda volver a comer y a pensar en llevar una vida normal, en su casa, junto a su familia.

"A quince días del trasplante, Leandro está caminando, comiendo y empezando a dejar la nutrición parenteral que lo mantuvo con vida hasta el trasplante", dijo a LA NACION el doctor Gabriel Gondolesi, jefe de la Unidad de Nutrición, Rehabilitación y Trasplante Intestinal de la Fundación Favaloro, que espera que Leandro sea dado de alta a mediados de semana.

"Hoy en nuestro país muchos chicos como él se mueren sin que los médicos consideren la opción de la nutrición parenteral y del trasplante de intestino", agregó Gondolesi.

En el caso de Leandro, fueron sus padres quienes hicieron valer el derecho de su hijo a recibir el trasplante, el único tratamiento capaz de salvar las complicaciones y los peligros asociados a la carencia de ese órgano. Fueron ellos los que, ante el desconocimiento de los médicos tratantes, decidieron llamar al doctor Gondolesi, tras leer un artículo periodístico sobre el programa de trasplante de intestino que llevaba adelante.

El camino de Leandro

"Todo esto comenzó en abril del año pasado -recordó Raúl, de 43, carpintero de Villa Bosch, partido de 3 de Febrero-. Leandro tenía mucho apetito, pero cuando iba a comer no comía nada porque le dolía la pancita. Fue entonces que empezó a perder peso. Cuando lo vieron los médicos nos dijeron que había tenido un infarto intestinal."

Lo que Leandro había sufrido es la rotación del intestino sobre sí mismo, asfixiando una de las arterias principales que nutren ese órgano. Eso obligó a extraer el intestino, pero la cirugía luego se complicó, lo que dio lugar a que el pequeño tuviera que volver al quirófano en otras cuatro ocasiones. Pero el resultado tampoco fue el esperado.

"Leandro estaba con 3 fístulas y una gran quemadura en su piel por la salida de los jugos gástricos -contó Gondolesi-. Y como producto de todo esto hizo un cuadro de sepsis [infección del torrente sanguíneo] y descompensación hemodinámica, por lo que tuvo que ser internado."

Por aquel entonces, la mujer en cuya casa Sonia, la mamá de Leandro, trabajaba como empleada doméstica, decidió investigar en Internet posibles alternativas de tratamiento. Así fue que dio con un artículo periodístico sobre el programa de trasplante de intestino que Gondolesi estaba poniendo en marcha en la Fundación Favaloro.

Con una copia de esa nota, Raúl se acercó a los médicos para plantear la posibilidad de llevar a su hijo a esa fundación. Pero los médicos, primero, y la obra social, después, desconocieron esa posibilidad. "Me dijeron que no existía, que era una mentira", contó Raúl.

 

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