Opinión | 31 OCT 07

¿Es la prostitución un derecho humano?

Este mes compartimos un interesante artículo sobre la prostitución basado en una visión feminista sobre el tema. Su lectura pretende conducir al análisis y la reflexión.
Autor/a: Cecilia Hofman 
INDICE:  1. Aspectos del debate | 2. Aspectos del debate
Aspectos del debate
La segunda óptica – la prostitución como un trabajo socialmente útil – presupone que la necesidad sexual masculina es una necesidad biológica que no puede ser puesta en cuestión, similar a las necesidades de nutrición. Esto contradice manifiestamente el hecho comprobado de que las personas, mujeres y hombres, pasan largos periodos de sus vidas sin relaciones sexuales ¡y sin llegar al fatal desenlace que habría tenido la privación de alimento! La verdad es que el capitalismo patriarcal ha alimentado una cultura del consumo sexual y el sexo no solamente es utilizado para vender todo tipo de productos, sino que ha sido él mismo reducido, a golpe de acciones promocionales, a un producto de mercado. Se trata de una industria capitalista mundialmente extendida que ofrece los cuerpos de las mujeres, de las chicas jóvenes, de los chicos también, al consumo. Pero es necesario reconocer que existen conceptos sexistas preexistentes y socialmente construidos de la sexualidad, sobre los cuales el capitalismo patriarcal prospera, y que no están simplemente biológicamente determinados.
 
Una cierta corriente pro-prostitución parece contemplar con placer el día en que todos nuestros impulsos y otras necesidades sexuales imperiosas – tanto las de las mujeres como las de los hombres – sean adecuadamente “servidas” por el sexo comercial. El único problema, como ha señalado maliciosamente Sheila Jeffreys, es cómo encontrar los millones de hombres y jovencitos que estarían dispuestos a meterse en la cama y dejar que las mujeres les penetraran con múltiples objetos de todo tipo, o a dejarse fotografiar en posiciones ridículas o degradantes.
 
La prostitución es posible porque existe el poder de los hombres como clase dominante sobre las mujeres. Los pocos hombres que están en la prostitución lo están normalmente al servicio de otros hombres, e incluso cuando son las mujeres sus clientes este intercambio comercial no refleja menos las desigualdades de clase, de raza, de edad o de otras relaciones de poder entre la persona que compra y la que es comprada. Pero lo más importante es que la prostitución de los individuos hombres no debilita jamás el poder de los hombres en tanto que clase, mientras que la prostitución de las mujeres es un resultado directo del estatuto subordinado de las mujeres y contribuye a perpetuarlo. Ciertamente, las desigualdades de clase y especialmente las de raza operan también en muchas otras situaciones de trabajo y de empleo. Pero la prostitución, más que un “trabajo”, es “la reducción más sistemática e institucionalizada de las mujeres a un sexo” (Barry, 1995). Un documento, emitido por la ONU en 1992, reconoce el impacto de la prostitución sobre las mujeres en tanto que clase: “Reduciendo a las mujeres a una mercancía susceptible de ser comprada, vendida, apropiada, intercambiada o adquirida, la prostitución ha afectado a las mujeres en tanto que grupo. Ha reforzado la ecuación establecida por la sociedad entre mujer y sexo, que reduce a las mujeres a una menor humanidad y contribuye a mantenerlas en un estatuto de segunda categoría en todo el mundo” (Tomasevski, 1993).
 
El derecho a la libertad de expresión
El sistema prostitucional, que incluye la pornografía y la industria de entretenimiento sexual bajo todas sus modalidades, es defendido como arte erótico o como resultado de la libertad y la expresión sexuales. Se invoca entonces el ejercicio del derecho a la libertad de expresión. Mujeres que hacen striptease y otros espectáculos han afirmado incluso extraer un sentimiento de poder del hecho de que su persona se mantiene inaccesible, mientras que su puesta en escena las hace deseables sexualmente a los ojos de los espectadores masculinos. De hecho, no es cierto que los hombres no puedan tener relaciones sexuales cuando ellos quieren; millones de mujeres y de niños en todo el mundo son víctimas del tráfico y encauzadas hacia establecimientos de prostitución, de forma que los hombres puedan precisamente tener relaciones sexuales cuando y como quieran, sin ninguna restricción. Se impone y se compra el sexo; los crímenes sexuales de violación, incesto, acoso sexual, están extendidos por todas partes: hay una violación cada seis minutos en Estados Unidos, cada minuto y medio en Africa del Sur.
 
Si la prostitución fuera una forma de libertad y expresión sexual para las mujeres, entonces ellas deberían estar en condiciones de decidir y reclamar los actos sexuales que se realizan en la prostitución. Obviamente, este no es el caso. De hecho, aunque la prostitución es una de las cuestiones de género más debatidas, estas discusiones no versan casi nunca sobre la sexualidad en la prostitución. Cuándo un cliente alemán de una prostituta filipina quiere tomar una foto para mostrar a  sus  amigos  en  su  país  “las dos cosas que mejor se hacen en Filipinas” -una botella de cerveza en la vagina de una mujer- ¿de quién es la sexualidad que está siendo expresada? Cuándo un grupo de hombres paga a una mujer para eyacular simultáneamente sobre ella ¿qué sexualidad es esa? Cuando Patpong (calle animada de Bangkok, en Tailandia, donde se encuentran los sex-clubs para turistas) ofrece “establecimientos de mamadas” y programas de diversión que buscan clientes para “minino hace pingpong, minino levanta banana, minino fuma puro, show gran consolador, pescado introducido en ella, huevo introducido en su coño, larga berenjena introducida en su coño” (Odzer, 1994), o incluso espectáculos de cuchillos y hojas de afeitar en las vaginas de las mujeres, éstas son versiones vivientes de las imágenes de la gigantesca industria pornográfica, en la que se muestran granadas de mano en las vaginas de las mujeres, ratas vivas saliendo de ellas y perros penetrando mujeres: ¿es esto “un entretenimiento para adultos”, una distracción sexual, una liberación sexual? De hecho, es cierto que la libertad de expresión está siendo ampliamente ejercida aquí, pero ¿de quién es la sexualidad que se está expresando y cu&
 

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