El 78% es hereditario | 12 OCT 07

Chicos con fobia a las comidas nuevas

Investigaron a más de 5 mil pares de mellizos de entre 8 y 11 años.

La mayoría mostró una aversión de origen genético. La patología se denomina "neofobia infantil". Hay técnicas para que los padres puedan ayudar a sus hijos a superarla.

Por: Kim Severson

Un nuevo estudio de la University College de Londres ofrece algo de alivio a todos aquellos padres a los que les preocupa el hecho de que sus hijos nunca comen otra cosa más que leche chocolatada, vitaminas Gummi y alguna que otra uva ocasional. Un grupo de investigadores analizaron los hábitos alimentarios de 5.390 pares de mellizos de 8 a 11 años y descubrieron que la aversión de los chicos a probar comidas nuevas es mayormente hereditaria.

Por ende, el mensaje para los padres es el siguiente: no es su comida, son sus genes.

El estudio, liderado por la doctora Lucy Cooke, del departamento de Epidemiología y Salud Pública de la University College London, fue publicado en el American Journal of Clinical Nutrition en agosto pasado. La doctora Cooke y otros creen que se trata del primero en utilizar una medida convencional para investigar la influencia de la genética y el medio ambiente en la neofobia infantil (miedo a la incorporación de nuevos alimentos en la dieta).

Según el informe, las causas de la neofobia son genéticas en un 78 por ciento y ambientales en un 22 por ciento.

En los Estados Unidos, tanto los nutricionistas como los pediatras y otros investigadores académicos modificaron últimamente su foco para centrarse mayormente en los chicos que comen demasiado, en lugar de en los que comen poco. Pero los casos de obesidad son menos frecuentes que los ataques de selectividad extrema a la hora de elegir qué comer.

La mayoría de los chicos comen una amplia variedad de alimentos hasta los 2 años, cuando repentinamente dejan de hacerlo. La etapa puede durar hasta los 4 ó 5 años. Según los investigadores, se trata de una respuesta de la evolución. Las papilas gustativas de los chicos se cierran cuando empiezan a caminar, lo que hace que controlen más lo que comen.

Para Ellyn Satter, especialista en nutrición infantil cuyos libros son muy seguidos por los padres de todos los chicos "difíciles" para comer, un escepticismo natural frente a las comidas nuevas es parte saludable del desarrollo de un niño.

 

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