Disfunción eréctil | 18 JUN 08

La disfunción eréctil es un marcador de enfermedad cardiovascular

Después de una valoración correcta y del tratamiento adecuado, la terapia con inhibidores de la 5-fosfodiesterasa es segura y eficaz.
Autor/a: Dres. Solomon H, DeBusk R, Jackson G Fuente: SIIC American Heart Journal 150(4):620-626, Oct 2005

La disfunción eréctil (DE) es un trastorno frecuente; sin embargo, pocas veces se le presta la atención necesaria. Es habitual que los profesionales no relacionen la presencia de DE con enfermedad cardiovascular (ECV); sin embargo, se estima que es la primera manifestación de ECV en aproximadamente el 30% de los pacientes. También hay preocupación en relación con el tratamiento de la DE en sujetos con ECV. En este artículo, los autores analizaron su asociación y destacaron el tratamiento del trastorno sexual en pacientes con enfermedad cardíaca.

Epidemiología

El Massachusetts Male Aging Study (MMAS) abarcó 1 290 hombres aparentemente sanos y encontró una prevalencia de DE del 40% en pacientes de más de 40 años y del 70% en varones de 70 años o más. Hasta principios de la década del noventa, se consideraba que la DE era consecuencia del proceso normal de envejecimiento y se aceptaba como tal; sin embargo, en el transcurso de los últimos 10 años este concepto cambió sustancialmente. De hecho, numerosos estudios demostraron que la DE no es simplemente un fenómeno relacionado con la edad avanzada y revelaron la importancia de considerarla un marcador de alteración vascular generalizada. De hecho, el MMAS manifestó que incluso después de considerar la edad, la DE se correlaciona fuertemente con enfermedades vasculares como hipertensión, enfermedad coronaria y diabetes. Los pacientes con hipertensión tienen 15% de probabilidad de presentar DE, mientras que los varones con enfermedad cardíaca muestran un riesgo del 39%. Asimismo, la hipercolesterolemia también se asocia con DE.

Fisiopatología de la DE vascular

La erección es un proceso neurovascular. En el contexto de la estimulación sexual hay mayor actividad parasimpática y relajación del músculo liso de arterias y arteriolas del pene, con un incremento considerable del flujo sanguíneo local. La relajación depende de la liberación de óxido nítrico (ON) a partir de las células endoteliales y del tejido neural de los cuerpos cavernosos. El ON activa la guanilciclasa, fenómeno que se asocia con elevación de los niveles intracelulares del guanosina monofosfato (GMP) cíclico que, a su vez, induce activación de una proteinquinasa específica y bloqueo del flujo de calcio al inhibir los canales de calcio. La disminución de este elemento en el citosol ocasiona relajación del músculo liso, vasodilatación, aumento del flujo vascular peniano y erección.

La aterosclerosis es la causa más frecuente de DE. Los factores de riesgo asociados con esta enfermedad, como diabetes, hipertensión, tabaquismo y dislipidemia, ocasionan estrés oxidativo y daño de las células endoteliales. El endotelio disfuncional genera poco ON y, por lo tanto, cantidades insuficientes de guanosina trifosfato para su conversión en GMP; el resultado final es el aumento del calcio intracelular y la persistencia de las células de músculo liso de los cuerpos cavernosos en estado de contracción y el pene en flaccidez.

DE, su correlación con enfermedad isquémica cardíaca

La DE debe hacer sospechar de enfermedad coronaria oculta. En un estudio, varones con enfermedad coronaria asintomática fueron sometidos a prueba de estrés, análisis de factores de riesgo y angiografía coronaria. En el 80% de los casos se detectaron factores de riesgo y la prueba de ejercicio evidenció isquemia del miocardio en más de la mitad de los participantes. En otra investigación, la incidencia de enfermedad isquémica cardíaca (EIC) asintomática fue mayor en hombres con bajo valor de velocidad de flujo arterial sistólica en las arterias cavernosas.

Se considera que, cuanto más grave es la DE, mayor es la aterosclerosis sistémica; por ejemplo, en un trabajo se observó que la magnitud de las lesiones ateromatosas en coronarias se asociaba inversamente con la funcionalidad sexual. Asimismo, se advirtió que la DE se correlaciona con la gravedad de la enfermedad coronaria: por ejemplo, los pacientes con lesión de un único vaso suelen presentar DE más leve en comparación con aquellos con lesión de 2 o 3 vasos. Además de predecir ECV, la DE anticipa la enfermedad vascular periférica.

La información en conjunto sugiere que la DE ya no debe considerarse una enfermedad benigna localizada en los genitales masculinos; en cambio, debe interpretarse como un marcador de enfermedad vascular sistémica, destacan los autores.

Barreras que impiden a los pacientes solicitar tratamiento para la DE

“La DE es la incapacidad para lograr y mantener una erección suficiente que permita una relación sexual satisfactoria.” El trastorno ocasiona deterioro significativo de la calidad de vida e influencias psicológicas adversas considerables; asimismo, es frecuente que la DE se asocie con depresión. Sin embargo, los pacientes rara vez transmiten el problema a los profesionales, por diversos motivos: esencialmente, por incomodidad y considerar que las drogas disponibles para su tratamiento se asocian con consecuencias cardíacas desfavorables. 

Obstáculos que le impiden al profesional indicar la terapia apropiada

Riesgo que confiere la actividad sexual en el paciente cardíaco
Según un panel de expertos, un hombre sano de 50 años tiene una probabilidad en un millón de presentar un evento cardíaco en el transcurso de sus actividades diarias habituales y el doble de riesgo durante la actividad sexual. Sin embargo, este riesgo se eleva 10 veces en pacientes con enfermedad coronaria. El grupo efectuó recomendaciones para evaluar el riesgo asociado con la actividad sexual y para la estrategia de tratamiento de la DE en pacientes con factores de riesgo cardiovascular. Según estas pautas, los varones pueden clasificarse en 3 categorías de riesgo en función de los síntomas cardiovasculares, las características clínicas y las pruebas convencionales de laboratorio. En la categoría de bajo riesgo se incluyen los pacientes en quienes la actividad sexual no representa una situación adicional de riesgo.

La categoría de alto riesgo abarca hombres en la situación contraria; en ellos, el abordaje de la DE (inclusive su tratamiento) debe demorarse hasta que se realice una investigación cardiovascular más detallada y se indique la terapia adecuada en este sentido. Sólo después de la estabilización de la situación cardiovascular, los pacientes pueden recibir el tratamiento específico para la DE. El tercer grupo está integrado por sujetos con riesgo intermedio que, igual que en el caso anterior, la estrategia para tratar el problema sexual debe demorarse hasta que el paciente pueda ser correctamente clasificado y tratado en consecuencia. Estas pautas son de gran ayuda en el tratamiento de la DE en sujetos con ECV no diagnosticada con anterioridad.

 

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