A cuatro de cada diez niños no les cuentan cuentos | 13 MAY 07

Un hermoso hábito que cayó en desuso: leerles cuentos a los chicos

La tendencia atraviesa la escala social, pero se acentúa entre los más pobres.

Pilar Ferreyra

Días atrás, una mamá le preguntó a su nene qué era lo que más le gustaba de los cuentos que ella le contaba. Su hijo, de tres años, le respondió: "Power Rangers". Desalentada, se refugió en el silencio. Rato después, como de la nada, el nene pidió: "Decí el güento de la-la-la, la-la-la, la-la-la". ¿El de la cigarra y la hormiga?, preguntó la mamá. Y entonces arrancó.

Escenas como éstas ocurren cuando a un nene o a una nena se le lee. Con más o menos frecuencia, pero se les lee. Sea su padre, su madre, sus abuelos, tíos o padrinos. Sin embargo, a cuatro de cada diez menores de diez años no les leen una historia, un cuento ni una narración oral en sus casas. Un fenómeno que afecta casi a la mitad de los hogares donde el nivel educativo de los adultos es bajo. Pero que también se refleja en el 39 por ciento de los hogares donde el nivel escolar es medio. Y, para sorpresa de quienes presuponen que la educación superior acerca —indefectiblemente— a conocer las bondades de la lectura, en dos de cada diez hogares donde el clima educativo que reina en el hogar es universitario, tampoco les leen relatos, historias ni cuentos infantiles.

Las cifras surgen del informe Barómetro de la Deuda Social de la Infancia (Universidad Católica Argentina) sobre la base de la encuesta que en junio de 2006 se realizó en 1.500 hogares de conglomerados urbanos de más de 200 mil habitantes de todo el país.

Las razones que explican este fenómeno son varias. Según Agustín Salvia, director jefe del informe, uno de los factores es que la cultura de la lectura "no es extendida en la Argentina, por mucho que la cultura de comprar libros esté ampliamente extendida, incluso los infantiles". Por otra parte, "en las clases bajas la cultura de la lectura está menos favorecida debido a las condiciones económicas y leer no forma parte de los procesos de socialización de los chicos", detalla Salvia. Y para interpretar esta novedosa tendencia, puntualiza que en las clases alta y media "los padres, sobreocupados, depositan en la escuela el proceso de lectura".

En el marco del Encuentro Nacional 2007 de Bibliotecas Populares que organizó la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP), el escritor e historiador Osvaldo Bayer opinó que "la lectura es esencial porque va creando imágenes y sueños en el interior de cada uno (...) Hay que enseñar que el mejor televisor o computadora es el cerebro de cada uno, mucho más amplio, glorioso e imaginativo".

Otro dato revelador de la encuesta es que a los chicos del interior del país les leen más cuentos que a los que viven en Capital y Gran Buenos Aires. El 68 por ciento de los nenes y nenas menores de diez años del interior escuchan las historias que les cuentan los adultos en sus hogares. En Capital y el GBA, en cambio, sólo al 57 por ciento de los chicos les cuentan cuentos.

La mayor o menor afición de las familias a leerles a sus hijos también está atravesada, en una gran medida, por las condiciones concretas de existencia. En los hogares más pobres se lee menos a los más chiquitos de la casa que en los no pobres. Aunque ser de clase media o alta no garantiza que a todos los nen

 

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