Desde tiempos inmemoriales se sospecha que existen relaciones íntimas entre corazón y cerebro. "Durante siglos se creyó que el corazón era el sitio donde se originaban nuestras emociones -dice el doctor Marcelo Cetkovich, jefe de Psiquiatría del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro y del Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco)-. Sin embargo, los avances de la ciencia mostraron que el corazón es más la víctima que el origen de las emociones."
Hoy, los avances científicos que permiten sobrevivir al infarto y al accidente cerebrovascular están poniendo esta relación en el centro de interés de los especialistas. En los últimos años diversos estudios mostraron que los trastornos afectivos abundan en las personas con enfermedades cardiovasculares y que éstos aumentan la posibilidad de que su evolución no sea favorable. Entre otras cosas, según explica Cetkovich, se sabe que un 30% de las personas con cardiopatías sufren o sufrirán patologías psiquiátricas, particularmente depresión y ansiedad.
"Tenemos una nueva población de pacientes cuya sobrevida constituye casi una nueva área de la medicina -explica el doctor Facundo Manes, director de Ineco y del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro-. La enfermedad vascular sistémica afecta y es afectada por el cerebro, por lo que estas personas tienen que ser tratadas conjuntamente por cardiólogos, cardiocirujanos, psicólogos y neurólogos."
"A lo largo de los años, especialmente desde fines de los años noventa, fuimos viendo que el cerebro tiene mucho que ver con el corazón -coincide el doctor Roberto Favaloro-. El envejecimiento de las arterias trae aparejado el envejecimiento precoz del cerebro. Los pacientes hipertensos padecen en mayor proporción demencia precoz. Cuanta más edad tienen nuestros pacientes, más riesgo tienen de sufrir un evento neurológico. También hay cirugías que exigen someter al paciente a una hipotermia profunda y paro circulatorio, en las que aparece el peligro de daño neurológico. Entonces uno tiene que pensar cómo disminuir el daño sabiendo que puede ocurrir."
Según los especialistas, a la luz de las evidencias reunidas en los últimos años, el tratamiento precoz y adecuado de los cuadros psiquiátricos puede mejorar significativamente la morbimortalidad por causas vasculares.
Investigador en medicina psicosomática del Bakken Heart and Brain Institute, recientemente creado en la Cleveland Clinic, de los Estados Unidos, Leonardo Pozuelo estudia los complejos vínculos que se establecen entre la mente y los problemas cardíacos. Afirma que se puede comprobar una estrecha relación entre el estrés, la depresión, la ansiedad y la enfermedad cardiovascular.
"Sabemos que la depresión es un factor de riesgo para que una persona previamente saludable desarrolle enfermedad cardíaca -explica-. Y también, que si la depresión se suma a la patología coronaria aumenta el riesgo de un empeoramiento de la cardiopatía."
Según afirma Pozuelo, el reciente estudio Interheart, que se realizó en 52 países, mostró que los trastornos psicosociales son importantes factores de riesgo para el corazón.
"Supongamos que estrés equivale a depresión -dice-. Hay unos cuantos mecanismos por los cuales este cuadro incide en el corazón. Empezando por sus efectos dañinos sobre el sistema endocrino, con ascenso de los niveles de [la hormona] cortisol, y siguiendo por el aumento de la frecuencia cardíaca y otros parámetros, el aumento de la agregación de las plaquetas sanguíneas [coagulación] y la descarga de mediadores de inflamación. Estamos empezando a sospechar que varios de estos mecanismos también están involucrados en las patologías cerebrales."
Para Manes, aunque la medicina es bastante eficaz para reducir la mortalidad en los problemas agudos, tanto cerebrales como cardíacos, todavía no tiene resuelta la mejor forma de seguir a estos pacientes una vez que la crisis quedó atrás. "Necesitamos entender qué pasa -afirma-. Por ejemplo, hay numerosas evidencias de que los trastornos cardíacos y la hipertensión se asocian con problemas cognitivos."
"Está claro que tenemos que darles una mayor importancia al estrés y la depresión en la enfermedad cardíaca -concluye Pozuelo-. Hay que detectarlos en las entrevistas con los pacientes antes y después de eventos cardíacos, educar al público y a la comunidad médica sobre su importancia y hacer más estudios acerca de cuáles son los mejores tratamientos para este importante factor de riesgo de la enfermedad cardíaca."
Por Nora Bär
De la Redacción de LA NACION
Simposio internacional
El 13 de abril se realizará en Buenos Aires un simposio internacional que pasará revista al conocimiento actual sobre las relaciones cerebro-corazón. Organizado por la Cleveland Clinic, uno de los tres mejores hospitales de los Estados Unidos, y la Fundación Favaloro, la reunión contará con la presencia de destacados investigadores del extranjero, como Marc Penn, director del Bakken Heart and Brain Institute; Jorge Armony, de la Universidad Mc Gill; Eduardo Benarroch, de la Mayo Clinic, y Sergio Paradiso, de la Universidad de Iowa.
"René ya quería hacer algo en este tema en el 95 -afirma Roberto Favaloro-. Este es el único capítulo que faltaba cerrar."
Para Facundo Manes, cerebro y corazón se unen en la prevención. "Ambos órganos tienen los mismos factores de riesgo -explica-: la hipertensión, la falta de educación, el colesterol, el estrés y el sedentarismo. Todo lo que protege el corazón también protege el cerebro. A eso, precisamente, apuntamos."
Entre los temas que se analizarán en esta jornada figuran el papel de la hipertensión arterial en los trastornos cognitivos, la perspectiva neurológica de la cirugía cardíaca, accidente cerebrovascular y enfermedad de Alzheimer, las complicaciones cardiológicas luego de daño cerebral... El sábado 14, tras la reunión con especialistas, se hará una sesión abierta al público. Quienes deseen más información pueden visitar la dirección electrónica http://www.fundacionfavaloro.org/simposio_cleveland_1.htm o solicitarla a mabonfiglio@ffavaloro.org