Acaba de comenzar el año laboral, el recuerdo de las vacaciones todavía sigue presente y, sin embargo, a dos de cada diez argentinos les cuesta retomar el ritmo diario, están desganados y la tensión acumulada en los hombros y el cuello les ruegan un descanso.
Esto, sin duda, es señal de una reducción de la calidad de vida y un aumento del nivel de estrés cotidiano, lo que en el último año se manifestó en las consultas hospitalarias: la mitad de las personas atendidas en los consultorios externos de los centros de asistencia pública porteños y bonaerenses presentaron cuadros leves a graves de ansiedad y depresión, según cifras del Ministerio de Salud de la ciudad de Buenos Aires.
"El estrés es la sensación de enfrentar una amenaza que no se puede sobrellevar y la reacción principal es el miedo a lo que provoca la amenaza. La ansiedad, en cambio, es un temor de menor intensidad que el miedo y sin un origen específico", resumió el doctor Daniel López Rosetti, presidente de la Sociedad Argentina de Medicina del Estrés.
Estadísticas internacionales, según indicó el experto, confirman el alcance del problema en las grandes ciudades. "En los países industrializados, entre el 80 y el 90% de las personas que concurren a los consultorios externos de los hospitales presentan síntomas compatibles con el síndrome del estrés."
Esos síntomas generados por los conflictos, las discusiones o las exigencias cotidianas no son otra cosa que variaciones de otro síndrome, el de ansiedad, que incluye la ansiedad generalizada (producida por cualquier estímulo externo y por más de seis meses), los ataques de pánico, las fobias y la depresión.
"Son pacientes que obtienen resultado positivo en las pruebas psicológicas que miden los cambios emocionales", agregó López Rosetti, quien no dudó en ir más allá en su análisis de los efectos sociales del aumento de la denominada epidemia del siglo XXI.
"Estoy seguro de que el estrés está relacionado con el aumento de los accidentes de tránsito que estamos sufriendo -precisó-. Es cierto que para prevenirlos hay que manejar bien y en buenas condiciones físicas, pero lo que hoy vemos en la calle es violencia y trastornos de conducta."
Y agregó: "Las maniobras imprudentes que se ven en las rutas, por ejemplo, responden a conductas compulsivas. Si a esto se suma el trastorno del sueño, la ansiedad, la depresión o el apuro constante por llegar, los resultados son los que tenemos a la vista".
Sensaciones
A esas sensaciones que provoca la respuesta del organismo al estrés cotidiano se sumará el trastorno del sueño -la persona tiene problemas para conciliarlo, tiene el sueño interrumpido o logró dormir, pero a la mañana tiene la sensación de no haber descansado- o los problemas físicos, como las alteraciones gástricas, cardíacas y en la piel, las respuestas alérgicas o las enfermedades psicosomáticas.
Por su parte, el doctor Alejandro Odessky, director de la Escuela Argentina de Eutonía, una disciplina que ayuda a contrarrestar la tensión corporal, atribuyó esa elevada cantidad de consultas que incluyen síntomas característicos del estrés a una mayor posibilidad clínica de identificarlos y aislarlos como causa de otras condiciones que motivan la consulta, como la acidez gástrica, los problemas para dormir o las reacciones dermatológicas.
"Entre los médicos generalistas está aumentando el reconocimiento de síntomas característicos de la psicología, como son la ansiedad, el pánico o la depresión -dijo-. Sin duda, la medicina está indagando un poco más allá de lo que lo hacía años atrás y esto se debe al avance en el conocimiento de trastornos que antes pasaban inadvertidos."
A la institución, por ejemplo, concurren personas con trastornos del sueño, dolor en la espalda, gastritis o hemorroides. "Tienen un trasfondo orgánico exacerbado por una alta tensión generalizada -indicó Odessky-. Por eso es que la persona debe aprender a desarrollar una mayor sensibilidad y conocimiento personal que le permita darse cuenta de que está en un lugar o ante un estímulo «tóxico» y detecte a tiempo sus reacciones, como la taquicardia, la sudoración o los espasmos musculares y las actitudes inconscientes."
Pero, lo más importante, es darse cuenta a tiempo y evitar que el cuerpo transforme esa sensación de ansiedad, desgano, depresión o agotamiento a estas alturas del año en enfermedades. El ejercicio físico, las actividades recreativas y algún hobby pueden contribuir a canalizar las tensiones cotidianas y ayudarnos a recuperar la energía necesaria en la cuenta regresiva para las próximas vacaciones.
Por Fabiola Czubaj
De la Redacción de LA NACION