Por las presiones económicas, la falta de tiempo y la hiperespecialización | 04 MAR 07

Médico y paciente, una relación en crisis

A pesar de que abundan las quejas, hay quienes destacan avances, como el mayor respeto por los derechos del paciente.

Aunque no pueden vivir uno sin el otro, médicos y pacientes están inmersos en una relación de aceptación-rechazo que, entre otras cosas, condiciona la perspectiva con que se enfoca el cuidado de la salud.

Los pacientes se quejan como amantes despechados. "Hace años que no voy al médico -dice Mariano, mientras hace un elocuente gesto con la mano, que indica que es por temor-. Voy a ir el día que encuentre uno que me dé confianza, que me entienda."

Ana, de 27 años, es más dura: "El problema no es que los médicos no sean amables, sino que su objetivo principal es despacharte rápido. Y mientras te piden que les cuentes qué te pasa, aprovechan para firmar recetas atrasadas, levantarse y lavarse las manos, todo con una sonrisa".

No sólo les reclaman una superlativa formación profesional, sino también ética hipocrática, sensatez, dedicación sin cortapisas. Ante la pregunta de cuál sería el ideal, surge la imagen del médico de barrio que llegaba a ser casi un integrante más de la familia.

Para Eduardo, productor de televisión, el problema se resume así: "Básicamente, hay tres tipos de médicos: los jóvenes idealistas, que no saben mucho, pero tienen ganas de ayudar y están convencidos de que nuestra calidad de vida se eleva automáticamente si uno deja de fumar, comienza a comer ensaladas y a beber agua sin gas a toda hora; en segundo lugar, están los distantes, en general menores de 50 años, que piensan que hay que despachar al paciente lo más rápido posible recetándole los medicamentos habituales; ésta es la gran mayoría; por último, los ganadores, mayores de 50, más interesados en recetar medicamentos de tal o cual laboratorio. Viajan anualmente a Europa y jamás confundirían un Tiziano con un Rafael. Me quedo con los idealistas y acepto a los distantes".

Los médicos tampoco están conformes. Se sienten avasallados por la falta de tiempo, la tecnología y un sordo descrédito social que carcome el prestigio del que gozaban en otros tiempos.

Gerardo, diseñador gráfico, reconoce que generalmente recurre a algún servicio de visita a domicilio y lo atienden médicos que no conoce. "Casi siempre me siento tratado como un producto -dice-. Debe de ser porque tengo en la cabeza la imagen del doctor de la familia de mi infancia que, ante todo, generaba confianza y credibilidad."

¿Todo tiempo pasado fue mejor? Al parecer, las cosas no son tan sencillas. "Este es un tema de discusión constante entre los médicos -dice el doctor Benjamín Uzorskis, integrante del Comité de Bioética del Hospital Italiano-. No hay tiempo de escucha; los profesionales jóvenes están más interesados en lo técnico que en escuchar al paciente. La consulta se ha deformado un poco. Y si bien desde la universidad se intenta trabajar sobre esto, el problema está en que una cosa es lo que se enseña en teoría y otra, poder llevarlo a la práctica."

Tercero en discordia

Para Horacio Lejarraga, jefe del servicio de Crecimiento y Desarrollo del hospital Garrahan, con cuarenta años de carrera, la imagen del médico está debilitada. Lamenta que ahora se lo ve más bien como un empleado que presta un servicio, a quien se le paga y tiene que ser eficiente.

Sin embargo, afirma: "La relación médico-paciente es fundamentalmente un encuentro entre dos seres humanos, que tiene un componente ético muy importante. El eje central de la consulta médica es ese encuentro de personas. Una vez que se establece un buen vínculo, es personal e intransferible. Antes, el paciente contrataba un servicio y lo pagaba. Pero ahora apareció un tercero en la relación: el pagador, que les saca el dinero a los pacientes y no se lo da al médico. Este tercero interfiere profundamente en el vínculo que debería establecerse entre médicos y pacientes".

Además del factor económico, según Lejarraga, el error conceptual de atribuir a la tecnología una importancia mayor de la que tiene representa otro obstáculo fundamental. "Nos hacen creer que el centro de gravedad de la medicina está en los aparatos -subraya-. Hay un fetichismo de la tecnología. La medicina necesita tiempo para escuchar la narrativa del paciente. La tecnología no resuelve los problemas; al contrario, puede complicarlos. Lo que resuelve los problemas es el médico de cabecera. Los niños lo tienen: es el pediatra. A los adultos les falta un pediatra."

A pesar de que Gabriel, periodista joven, no frecuenta los consultorios, tiene una percepción similar. "Lo que molesta -confiesa- es que en algun

 

Comentarios

Para ver los comentarios de sus colegas o para expresar su opinión debe ingresar con su cuenta de IntraMed.

CONTENIDOS RELACIONADOS
AAIP RNBD
Términos y condiciones de uso | Política de privacidad | Todos los derechos reservados | Copyright 1997-2024