Lógica | 31 ENE 07

El perro que se llamaba Fido, por Adrián Paenza

Lo que sigue es un extraordinario ejercicio de lógica.
Fuente: Página 12 

Créame que vale la pena sentarse un rato y pensar la situación que voy a plantear. La idea es muy conocida para cualquiera que trabaja en lógica matemática, pero de todas las variantes que conozco, la que sigue es una de las que más me gustó y le pertenece a Donald Benson.

Es un ejemplo muy interesante para entrenar el cerebro y generarse algunas dudas internas.

Acá va.

Supongamos que en algún planeta –digamos Plutón por ponerle un nombre– hay infinitos perros. Sí, ya sé. De entrada ya hay un problema, porque no es posible que haya infinitos perros, pero se trata de estirar un poco la imaginación y avanzar. Concédame ese beneficio.

Sigo. Los infinitos perros tienen uno de estos dos colores: algunos son blancos y otros son negros.

Eso sí: en este planeta las leyes son muy rígidas, especialmente cuando se trata de que un perro pueda olfatear a otro. Más aún: cada perro tiene una lista de perros a los que puede olfatear. Sólo les está permitido entonces, olfatear a cualquier perro que figure en su lista. Las penas a quienes no cumplen son la muerte instantánea.

Sigo con más datos. Otra cosa que también se sabe es que no hay dos listas iguales. Es decir, no hay ningún perro que tenga una lista igual a otro.

Pero, increíblemente, si usted selecciona cualquier conjunto de perros de Plutón, ese grupo tiene que corresponder exactamente a la lista de algún perro. Sobre este último punto, lo invito a pensar lo que dice. Es más: le pido que no avance si no se siente cómodo con haber entendido lo que dice esta ley. Por ejemplo, si usted elige cualesquiera tres perros en Plutón, esos tres tienen que corresponder a la lista de un único perro. Y lo mismo, si usted elige otros seis perros: esos seis tienen que ser exactamente los seis que figuran en la lista de un único perro. Y eso sucede con cualquier subconjunto de perros de Plutón que usted elija: ellos tendrán que ser los integrantes de la lista de un único perro.

Además, lo curioso es que se permite que algunos perros figuren en sus propias listas. Es decir, a esos perros son los únicos que se les permite olfatearse a sí mismos. Justamente, éstos son los perros de color negro.

El resto de los perros no figura en su propia lista. No se les permite que se olfateen a sí mismos y por supuesto, entonces, éstos son los perros blancos.

Ahora bien, la pregunta es la siguiente: ¿es posible que estas reglas se cumplan? Es decir, ¿es posible que esa situación sea posible? ¿O hay alguna contradicción en alguna parte?

A esta altura, lo que yo haría, es quedarme a pensar tranquilo, sin apuros. El problema no tiene trampa, no tiene ningún misterio. Es cuestión de que usted recorr

 

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